La ferretería en Argentina es uno de los pocos rubros comerciales que nunca debió estar cerrado en la cuarentena dispuesta a partir del 20 de marzo del corriente año.
Miles, millones de ciudadanos, escucharon el discurso del presidente Alberto Fernández cuando aquel día dijo: “Y se podrá ir a la ferretería”, lo cual fue sin dudas un alivio para muchos hombres y mujeres que luego comprobaron, efectivamente, que ante una emergencia técnica en el hogar, o en cualquier otro lugar, ese comercio los pudo ayudar a encontrar una solución a su problema. Es que, por entonces, y por un buen tiempo, a no ser por una urgencia, no podían trabajar los albañiles ni electricistas ni plomeros.
La consulta
Ir al comercio de un ferretero es también ir en búsqueda de resolver inquietudes, mejorar propuestas, sumar ideas, solucionar emergencias. Es encontrarse con esos otros “parecidos” que van allí a buscar cosas similares y donde puede surgir la camaradería, la colaboración, las anécdotas ante alguna metida de pata al intentar hace algún arreglo, pero principalmente enterarse de los nuevos productos o soluciones que uno puede tener a su problema en el hogar.
Es así que cada 3 de septiembre se celebra en Argentina el Día del Ferretero, una fecha señalada en el calendario de efemérides en la que se homenajea a los comerciantes que buscan soluciones para diferentes temas relacionados con el hogar y las diversas actividades de la construcción. Pero, ¿por qué se celebra el 3 de septiembre?
Fue en este día cuando la Cámara de Ferreterías y Afines de la República Argentina se fundó como Asociación de Ferreterías, Pinturerías y Bazares de la República Argentina el 3 de septiembre de 1905 por hombres que desarrollaban el gremio empresarial.
Los objetivos de esta asociación fueron sumar los esfuerzos individuales de cada integrante del gremio para defender los intereses del sector, la posibilidad de estrechar lazos con otros sectores comerciales y posicionar el comercio de la ferretería para atender con calidad al consumidor.
El ferretero debe mantenerse siempre dispuesto a ampliar sus conocimientos en aquellas novedades técnicas que surjan. Se dice que a este profesional se lo considera una persona “graduada en la universidad de la práctica cotidiana”, al mantener un trato permanente con trabajadores de distintos oficios que llegan a su negocio en búsqueda de orientaciones y soluciones a distintos inconvenientes.
El ferretero, de este modo, cumple en su pequeño mundo y en el contexto mercantil una verdadera función social.
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