CONSECUENCIAS DEL AISLAMIENTO

Nuestra Señora de Luján: “Sigue siendo un barrio muy tranquilo”

Aun cuando en los últimos años adquirió un notable desarrollo urbanístico, este sector continúa siendo uno de los más tranquilos, una característica que se vio potenciada a partir de que se decretó la cuarentena. Los efectos económicos ya se advierten en algunos comercios, que ven cómo se caen sus ventas.

En los últimos quince o veinte años, el barrio Nuestra Señora de Luján tuvo cambios importantes en su fisonomía. Y las virtudes de este sector radican, de alguna manera, en su discreción.
Junín es una ciudad que en el último tiempo creció hacia el sur, y ese boom inmobiliario tuvo especial impacto en barrios como Gregorio González y más allá de la Ruta 7. Nuestra Señora de Luján parece haber aprovechado ese escenario y, de esta manera, fue adquiriendo periódicamente un mayor desarrollo, lo que le derivó en que haya más y mejores viviendas, y que quedaran muy pocos terrenos baldíos, tan comunes por aquí una década atrás.
Como resultado de este impulso, en este sector delimitado por las avenidas Circunvalación y Padre Respuela, y las calles Roque Vázquez y Urquiza, se produjo un constante incremento de servicios e infraestructura. Además, este cambio urbanístico hizo de esta una de las zonas más valoradas en términos inmobiliarios.

Sigue siendo un barrio muy tranquilo. La circulación bajó también porque no abren los colegios, eso le daba mucha vida a este lugar. Gustavo Klic. Vecino y comerciante del barrio.

Toda esta transformación se produjo manteniendo siempre su status de “barrio tranquilo”. Aun cuando se encuentra a pocas cuadras del centro neurálgico de la ciudad, y está delimitado por avenidas de mucho movimiento, como Circunvalación y Respuela, la serenidad es una de las características centrales de este sector, que se ve más pronunciada aun desde la implementación de la cuarentena por Covid-19.

Poco movimiento
En el recorrido de Democracia y TeleJunín por Nuestra Señora de Luján quedó registrada la tranquilidad de este sector.
“Este es un barrio muy tranquilo, hay días que en dos horas no ves a nadie, no vuela ni una mosca”, grafica Claudio Buzzo, que tiene aquí su carnicería desde hace trece años.
Gustavo Klic, propietario de un autoservicio, concuerda: “Sigue siendo un barrio muy tranquilo. Hay días que se ve mucho movimiento y otros que no anda nadie. La circulación bajó también porque no abren los colegios, eso le daba mucha vida a este lugar”.
Para Analía Bozzini, que tiene su panadería desde hace décadas en la calle que separa este barrio de 9 de Julio, “en general, el movimiento es bastante normal”.
En lo que sí coinciden todos los entrevistados es que cuando termina el horario comercial, las calles cambian totalmente. “A partir de las cinco se corta el movimiento, la gente no anda”, resume Bozzini.

El comercio
Algunos comercios de esta zona están sintiendo el impacto económico de la cuarentena. Así lo comenta Klic: “Es una lucha constante. La gente hoy no tiene plata y las ventas bajaron bastante. Los primeros días vendía mucho, pero después, cuando se empezaron a abrir más las calles, bajó, porque ya se pudo circular de otra manera”.
Según su análisis, el comportamiento de los clientes fue cambiando. Al principio, “había pánico en la gente y se stockeaba por miedo a que cierre todo”, pero después eso, de alguna manera, se estabilizó.
Un comportamiento similar advirtió Buzzo. “Cuando empezó la cuarentena la gente compraba mucho, acopiaba, había incertidumbre, pero después se fue normalizando”.
De acuerdo a lo que sucede en su carnicería, analiza que en este momento es más difícil tener parámetros de comercialización. “Hay días que se trabaja mejor y otros en los que decae bastante -explica-, es relativo. Hay semanas en las que hay ventas y otras en las que afloja mucho. Y no es un tema de que sea a principio o fin de mes, no sabemos bien por qué es así”.
Bozzini observa que en su panadería “el primer mes fue duro porque muchas personas estaban en sus casas y elaboraban sus alimentos, así que compraban menos”. Cosa que cambió con el tiempo.

Respeto a las normas
Otro aspecto coincidente es el respeto a las reglas. Todos los entrevistados manifestaron que es una constante. “Acá entran no más de dos personas, tenemos alcohol y es la gente la que espera en la calle si no puede entrar, usa el barbijo y cumple con las normas”, señala Bozzini.
Lo mismo opina Klic. Y Buzzo, quien asegura que “la gente se cuida mucho: nunca entran si hay clientes adentro, usan el tapaboca y respetan la distancia”.

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