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Pablo Torello dirigió siete documentales para el Centro de Producción Audiovisual de la Universidad nacional de La Plata.
PRESTIGIOSO REALIZADOR Y DOCUMENTALISTA JUNINENSE

Pablo Torello: “Insisto sistemáticamente en la narración de la tragedia”

A sus 22 años, era el director más joven de la televisión argentina de aire. Con el Centro de Producción Audiovisual de la Universidad Nacional de La Plata filmó siete películas y una miniserie que se emitió por el canal Encuentro.

Hay instantes que definen una vida. O, al menos, un rumbo. Para Pablo Torello, ese momento fue cuando, a finales del año 1982, su compañero Pablo Lamelza le dio el libro Operación Masacre, de Rodolfo Walsh. Esa lectura terminó sellando su inclinación hacia el periodismo.
Siguió, entonces, ese camino, convirtiéndose luego en un reconocido documentalista, con un fuerte compromiso político y social, que deja plasmado en cada película su deseo de alcanzar una sociedad más igualitaria.

“No sé qué tengo que ver con la tragedia y, sin embargo, la elijo”.

Periodista
Más allá de su afición por el deporte, que lo llevó a practicar básquet en el club Argentino y fútbol en BAP, Torello siempre se sintió atraído por la historia. “A mí me atravesó Malvinas”, afirma. Y tanto fue así que, durante toda la guerra, siendo él un adolescente, recortaba noticias del diario, luego pegaba hojas que terminó encuadernando. Ese fue su primer trabajo periodístico, si se quiere.
En 1985 comenzó su carrera en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), en un momento de plena ebullición política. Ahí fue partícipe de la fundación de Rodolfo Walsh, la agrupación que desde 1986 preside el centro de estudiantes en la Facultad de Periodismo, salvo pequeños intervalos.
Mientras cursaba la materia Periodismo Televisivo hizo un trabajo documental en un ingenio azucarero de Las Palmas, en Chaco, y otro para un canal de la localidad de Azul, lo que terminó de definir su pasión. “Me gusta mucho dirigir, me siento muy cómodo narrando, y me encanta lo audiovisual como un lenguaje con el que puedo expresarme”, afirma.

Realizador
Ya recibido, dirigió el programa documental Gente de Buenos Aires, que abordaba historias de la provincia y fue emitido por el canal América TV. Corría 1990 y, a sus 22 años, era el director más joven de la televisión argentina de aire en ese momento.
En 1992 asumió como jefe de noticias del canal de cable de la región, donde estuvo siete años. Pero la urgencia diaria no era lo que más le gustaba, por lo que, después de una década de periodismo televisivo, volvió a los documentales. Entonces proyectó y armó una unidad de producción en la facultad para hacer películas que trasciendan el ámbito universitario y que excedan el proceso pedagógico. Con el Centro de Producción Audiovisual logró que la universidad tenga una voz propia, con estándares técnicos de calidad.
Allí dirigió un noticiero que salió por Multicanal La Plata, siete películas y una miniserie de dos temporadas que se emitió por Canal Encuentro. Siempre con una mirada puesta sobre las necesidades y las injusticias: procesos políticos, reivindicación de algunas personalidades de la historia, denuncias de todo tipo de violencias y atropellos a los derechos humanos son algunos de los temas que sobrevuelan su obra.

“Mis películas son testimoniales: en todas hay gente contando cosas”.

Su estilo
Más allá de su compromiso social, hay también un criterio estético calificado en su trabajo.
“Lo que me define como documentalista tal vez no sea algo que me enorgullezca, mis materiales son muy testimoniales”, afirma, para luego ampliar: “La narración que ve el espectador y la historia que aflora allí tiene más que ver con lo que está diciendo la gente que está en cámara que lo que las propias imágenes pueden contar por sí solas, que sería una de las grandes virtudes de lo audiovisual. Si veo mis películas diría que me hubiese gustado ser más cinematográfico y no tan testimonial o documental clásico. Pero, indudablemente, he decidido creerle a la gente que me cuenta cosas”.
Según dice, esto requiere un trabajo previo y de montaje cinematográfico muy fuerte. “Mis películas son testimoniales: en todas hay gente contando cosas –comenta–, ese es mi gran anclaje visible. Me suelen decir que soy documentalista de autor, pero poner el acento en la gente relatando determinados hechos es mi sello”.
Torello también se define como “un documentalista del montaje”, porque una parte importante de sus guiones se terminan durante el proceso de compaginación de todo el material.
Asimismo, puede observar un hilo conductor en su filmografía. “Ahí veo la historia del país, lo que nos hizo a todos la dictadura más allá de la edad que tengamos, la lucha incansable por los derechos humanos y por la justicia, y la búsqueda de que mis películas aporten a un país más igualitario, en el que la diferencia entre los que tienen más y menos no sea tan amplia y donde cada uno pueda tener un futuro digno”, enumera.
Ese es, entonces, el ideario que ronda en sus producciones: “Cuando uno ve mi obra puede ver que insisto sistemáticamente en la narración de la tragedia que le pasó al país. Tengo mi familia, mis amigos, soy una persona muy querida, entonces no sé qué tengo que ver con la tragedia y, sin embargo, la elijo. En el fondo, hay una idea de que nada se olvide, de que la memoria quede vigente y que de esas experiencias se aprenda. Y más en el fondo aún, está el anhelo de que haya una sociedad más igualitaria en donde no haya tantos pobres tan pobres, ni tan pocos ricos tan ricos”.

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