None
"La clientela acompaña", aseguró Miguel Ángel, zapatero por más de 40 años.
TALLER DE CALZADO Y VENDEDOR DE POCHOCLOS

Actividades habilitadas: volver a trabajar para subsistir en la pandemia

Cumpliendo con todos los protocolos obligatorios dispuestos, para cuidarse y cuidar a sus clientes, Miguel Ángel y Miguel retomaron sus trabajos mientras confían en que todo pase pronto, "por el bien del país y de la gente".

En los primeros días de mayo, los talleres de compostura de calzado fue uno de los rubros habilitados para abrir sus puertas y volver a trabajar, con las medidas de seguridad correspondientes.
Esta semana, el lunes, ocurrió lo propio con los puestos de venta de pochoclos en la plaza y en el centro. Una actividad que, a pesar de la ausencia de chicos en las calles, subsiste con las compras a la pasada.
Democracia habló con dos destacados trabajadores de ambos rubros en nuestra ciudad, quienes contaron cómo viven la situación. 

Buena clientela
Miguel Ángel Romero es zapatero desde hace más de cuarenta años y su taller está en Avenida San Martín y Sáenz Peña.
Con el permiso de apertura, cumpliendo los protocolos de seguridad, pudo retomar la actividad, de lunes a viernes, de 9 a 12 y de 14 a 15.
“Por suerte tengo una buena clientela, pero uno ve que la gente no anda mucho”, contó.
Con un oficio que heredó de su padre, “uno de los zapateros más viejos de Junín, que estaba frente a la terminal de  colectivos, la vieja”, Miguel realiza todo tipo de arreglos de calzados, en su mayoría para las mujeres “señoras, chicas, estudiantes”, que son las que más llevan sus zapatos a arreglar. 
De hecho, según Miguel, “hoy la gente arregla mucho. La situación cambió considerablemente”. 
Aseguró que mantiene sus precios “hasta que pueda, porque sé cómo está la situación. Y esto es algo que nos tiene mal a todos, esperemos que pase pronto. Por el bien de la gente y del país”.

Poder trabajar
Las plazas sin chicos son una postal que se volvió cotidiana, al menos por ahora, aún sin salidas recreativas en la ciudad. 
El permiso para que los carritos de pochoclos pudieran trabajar sonaba en un principio un poco ilógico si no fuera por la necesidad urgente y por la compra al paso que realizan muchos juninenses. 
Miguel y Silvina son la pareja que cada día está en la plaza de los Niños (Sesquicentenario) y que, afortunadamente, esta semana pudo retomar su actividad, de 9,30 a 17.
“Trabajamos con la gente de pasada. A la plaza por el momento no se puede ir, así que la gente pasa y compra algún pochoclo, un algodón de azúcar para los chicos”, cuenta Miguel, que desde hace 31 años trabaja con su carro en la plaza.
“Esto lo hacemos para poder seguir subsistiendo. Yo no tengo otra actividad, y vivimos día a día, así que me vino bien que se pueda empezar”.
Claro que se extrañan los sábados y domingos, en los que, según cuenta, “se trabajaba muy lindo, ahora es solo lo que se puede hacer de pasada. Y no se sabe hasta cuándo. Pero mientras pueda seguir trabajando así, al menos ayuda”.
Miguel y Silvina no están exentos de los miedos que la pandemia generó en la sociedad y por ello cumplen a rajatabla con las medidas de cuidado mientras trabajan, con los clientes y en su propia casa, cuando regresan.
“Uno tiene miedo, eso está. Tenemos todas las precauciones, el alcohol en gel, uso de tapabocas, pero el temor está. Al llegar a casa seguimos con los cuidados porque tenemos chicos y estamos en la calle”, explica.
Miguel asegura que “si hubiese  tenido otro ingreso, no estaría acá. Nos vamos arreglando con esto, hasta que pase el trago amargo”.

COMENTARIOS