La plaza 9 de Julio, ubicada en el corazón del barrio, ya no recibe a los numerosos visitantes que solían concurrir.
Menos movimiento. Las restricciones impuestas por la cuarentena redujeron la circulación. Joan Villa (foto), comerciante de la zona, dice que “la plaza en verano era muy concurrida, con la refacción que se hizo iba mucha gente. Lamentablemente, ahora no anda nadie”.
Menos ventas. El comercio también sufre las consecuencias de la cuarentena. Pilar Lamas, que tiene su kiosco enfrente de la plaza, cuenta que la recaudación que antes hacía en un día ahora la hace en una semana. Según dice, casi no puede reponer su stock.
Sin actividad. El presidente del Club 9 de Julio, Javier Balvidares, cuenta que están pidiendo a los padres que, los que pueden, paguen su cuota. Además, se hicieron pizzas y guiso para recaudar fondos. Y se recibió el subsidio municipal de marzo. Con los fondos que obtienen, apenas salvan los gastos.
EFECTOS DE LA CUARENTENA

9 de Julio: Un sector histórico que pierde brillo por el aislamiento

El distanciamiento social impuesto por la pandemia de Covid19 obligó a chicos y adolescentes a permanecer en sus casas, lo que deja vacíos lugares emblemáticos de esta zona, como el Club 9 de Julio y la plaza. Aquí también se ven consecuencias económicas negativas.

En el último tiempo, el barrio 9 de Julio había empezado a recobrar el brillo de antaño.

Nunca me imaginé ver el barrio así. En el año 2002 se inundó, no podíamos ir hasta Villa del Parque, y ni siquiera en esa época estaba como ahora. Carlos Gamazo. Taxista. Parada Plaza 9 de Julio.

Inicialmente, este sector fue el que dio origen a nuestra ciudad, al formar parte del área fundacional del Fuerte Federación. Más adelante, esta zona fue conocida como Barrio del Canal, en la que se diseminaban ranchos humildes, hasta que la construcción de la Avenida de Circunvalación –en la década del ‘60– la dotó de un nuevo estilo urbanístico, y las modestas construcciones dieron paso a las viviendas señoriales y viejas casonas, que aún hoy se pueden ver, alternadas con las edificaciones más modernas. Con el tiempo, ese crecimiento se fue estancando, hasta que en los últimos se produjo una renovación del sector, con la puesta en valor de la Plaza, acompañado por un resurgimiento del Club 9 de Julio.
Lo cierto es que la cuarentena impuesta por la pandemia de Covid19 obligó a chicos y adolescentes a permanecer en sus casas, vaciando estos lugares emblemáticos, lo que se tradujo en que se opacara el brillo que se había recobrado.

Menos movimiento
Las restricciones impuestas por la cuarentena redujeron la circulación en las calles y tanto en la plaza como en el Club 9 de Julio, ubicados en el corazón del barrio, el movimiento sigue siendo nulo.
“La plaza en el verano era muy concurrida, con la refacción que se hizo, mucha gente iba allí. Lamentablemente, ahora no anda nadie”, se lamenta Joan Villa, que tiene un autoservicio en el vecindario.
Carlos Gamazo, que hace veinte años que tiene la parada de taxis que está en la vereda del Club 9 de Julio, agrega que la zona “cambió totalmente”, porque “no se ve gente en la calle y menos en la plaza”. Según dice, “los fines de semana este lugar se llenaba de chicos, pero se vino todo abajo”.
Con todo, hay quienes incumplen las restricciones. “El movimiento bajó, pero también veo que hay gente que viene a la plaza, el otro día una pareja sacó a patinar a su hija sin tapaboca, también he visto chicos en bicicleta, como que hay quienes no se lo toman tan en serio”, asegura Pilar Lamas, que atiende un kiosco de la zona.

Actividad comercial
En este barrio también se ven los efectos económicos de la cuarentena.
Gamazo cuenta que en su parada de taxis “bajó muchísimo” el trabajo: “Estamos mal, acá había tres autos y ahora somos dos, mi hijo y yo. Nosotros estamos haciendo doce o trece viajes por día, cuando antes hacíamos cincuenta. Es terrible lo que nos pasó. El movimiento comercial también decayó, el local de quiniela atraía mucha gente, pero hace dos meses que está cerrado”.
Del otro lado de la plaza, Lamas señala que en su kiosco también se notan cambios en las ventas. “Bajaron mucho –agrega–, la recaudación que hacíamos en un día ahora la hacemos en una semana”. Según dice, cuenta con un buen surtido de mercadería, pero no puede reponer como quisiera. “Estamos vendiendo el stock que tenemos, eso nos permite pagar los gastos, y compramos solamente lo básico”, afirma.
Villa, en tanto, observa que cuando comenzó el aislamiento obligatorio “la gente se abasteció, se compró bastante y de golpe, por eso durante unos días hubo algunos faltantes”, pero esa situación después se normalizó: “A nosotros no nos afectó tanto como a otros rubros, como indumentaria, calzado y otros. El tema del cambio de horarios se sintió, Junín está acostumbrado a dormir la siesta, pero ojalá se siga con este horario corrido, a nosotros nos gusta, y la gente se adaptó”.
Por más flexibilización
Los entrevistados por Democracia y TeleJunín apuestan a que haya más flexibilización de actividades e, incluso, sumando las recreativas, para que se genere mayor movimiento que traiga aparejado más consumo.
“Si la gente puede venir a la plaza habrá más movimiento y eso nos va a ayudar en las ventas”, asevera Lamas.
Menos optimista, Gamazo observa que se necesita que se revierta urgente la situación: “Ojalá que esto cambie porque si no, nos fundimos todos. Nunca me imaginé ver el barrio así. En el año 2002 se inundó, no podíamos ir hasta Villa del Parque, y ni siquiera en esa época estaba como ahora”.