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Sergio Lippi fue jugador, preparador físico, ayudante y entrenador. Dirigió desde fútbol local hasta Primera División.
RECONOCIDO ENTRENADOR DE FÚTBOL

Sergio Lippi: “La pasión es lo que me moviliza”

El artífice del ascenso a Primera de Sarmiento en 2014 repasa su trayectoria y habla sobre sus características como conductor. Sostiene que el DT debe “navegar en mares tormentosos” y destaca que un equipo “es más que una suma de voluntades”.

Una característica saliente de Sergio Lippi como director técnico es la templanza, la serenidad. Sentado en el banco de suplentes, dando instrucciones en un entrenamiento o respondiendo en una conferencia de prensa, en la victoria o la derrota, la mesura es su sello distintivo.
Aun cuando esto pueda ser visto como un rasgo de frialdad, la realidad está muy lejos de eso. Tal vez la procesión vaya por dentro. Pero si hay algo que define a Lippi es la pasión. Y él es, ante todo, un apasionado del fútbol.
Está ligado al deporte desde siempre. Fue jugador, preparador físico, ayudante técnico y entrenador. Dirigió desde la liga local hasta la Primera División. Y siempre, tanto en las mejores y las peores circunstancias, con un compromiso irrenunciable. Un compromiso guiado, ante todo, por la pasión.

“No hay que mentirle al jugador, hay que ser honesto”.

Fútbol amateur
Criado en el barrio Villa Talleres, de chico Lippi se pasaba horas jugando al fútbol en el Campito Sánchez. Hasta que pudo canalizar esa afición en el Club Jorge Newbery. Hizo todas las inferiores como mediocampista, hasta que en la Primera el Chacho Villafañe lo puso de marcador central. Y ahí se quedó hasta su temprano retiro, con solo 25 años. Una serie de lesiones en la rodilla, que lo obligaron a hacerse tres cirugías en menos de dos años, apuró su salida de las canchas.
Para ese entonces ya se había recibido de profesor de educación física y había trabajado como preparador físico de todas las divisiones inferiores de Newbery. Después del retiro, dirigió las inferiores y luego preparó físicamente y entrenó la Primera del Aviador, Moreno, River y varios equipos de la zona.

“Si hay algo que me gusta, que me motiva, ahí voy a estar”.

Fútbol profesional
Casi sin proponérselo, le llegó la oportunidad de desempeñarse en el fútbol profesional. Un amigo en común lo contactó con Héctor “Chulo” Rivoira, que estaba armando su cuerpo técnico y empezó con él como ayudante de campo en Instituto de Córdoba. “Le voy a estar eternamente agradecido porque fue el que me abrió las puertas en el fútbol profesional”, afirma.
Acompañó a Rovoira en Instituto, Chacarita, Ferrocarril Oeste, hasta que en el año 2008 se independizó y tomó el primer equipo de Sarmiento. Luego siguió por Douglas Haig de Pergamino, otra vez Sarmiento, Patronato, una tercera etapa en el Verde, un nuevo ciclo en el equipo pergaminense, Crucero del Norte y Olimpo.
Sus logros incluyen tres ascensos: Douglas Haig al Argentino A en 2010, Sarmiento a la B Nacional en 2012 y a Primera División en 2014.
Respecto de la llegada de Sarmiento a la máxima categoría, señala: “Fue una experiencia hermosa. Antes ya habíamos tenido la posibilidad de ascender de la B Metro y no se da seguido que, en dos años, el mismo entrenador suba de categoría dos veces en un club, y yo tuve la fortuna de estar ahí. Y eso genera un reconocimiento de la gente”.

Lippi como técnico
Los años le dieron a Sergio Lippi la capacidad de reflexionar sobre un trabajo tan estresante como el suyo. “La vida del entrenador es partido a partido –explica–, uno firma un contrato y la credibilidad le dura hasta que empieza a rodar la pelota, a partir de ahí depende cada vez más de los resultados. Cada vez hay más tensión y son más las presiones y la necesidad de ganar, con eso hay que convivir, hay que estar acostumbrado a navegar en mares tormentosos”.
¿Dónde está, entonces, el atractivo de esta actividad? “Eso tiene que ver con la pasión”, resume Lippi, para luego ampliar: “Yo soy muy vocacional, me gusta el entrenamiento, la paso bien ahí, ya en el partido depende más de los jugadores, pero todo lo previo lo disfruto mucho, y creo que en un punto eso se toca con la docencia. Uno a veces ve una gran falta de respeto, se queda muy solo cuando las cosas no vienen bien, y al mismo tiempo, cuando uno está afuera espera que suene el teléfono para ver si hay alguna posibilidad de trabajar. Ahí es donde se ve que la pasión es superior y es lo que me moviliza”.
Y respecto de su visión sobre la profesión, sostiene que “como entrenador, uno debe luchar todos los días para que en el grupo haya un equipo y no solamente una suma de voluntades”. Es por ello que cree que “lo más importante” es la conducción del grupo: “No hay que mentirle al jugador, hay que ser honesto, decirle lo que uno piensa, y a veces no le va a gustar, pero a la larga valora esa sinceridad”.

“Cada vez son más las presiones y la necesidad de ganar, con eso hay que convivir, hay que estar acostumbrado a navegar en mares tormentosos”.

Presente y futuro
Después de su último trabajo, en Olimpo, donde tuvo que cortar su vínculo por un problema de salud, Lippi está listo para volver. “Me siento bien y fuerte”, dice.
Y concluye: “Con más de cuarenta años en el fútbol, para asumir otro desafío, algo me tiene que motivar. De algo sí estoy seguro: que no sea muy lejos de Junín, quiero estar cerca de mi primer nieto, y no quiero andar dando vueltas. Yo sé que hay clubes a los que no puedo acceder, que son los de primerísimo nivel, entonces necesito una motivación. Yo soy muy vocacional, he trabajado en todas las categorías del fútbol argentino, así que no tengo exigencias sobre eso, si hay algo que me gusta, que me motiva, ahí voy a estar”.

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