PROLIFERAN LOS MOSQUITOS

La Rufinita: Preocupados por el dengue, piden fumigación

Abundan los insectos en cunetas y alcantarillas y hay intranquilidad porque hubo un caso en un barrio vecino. Aislamiento: advierten que son engorrosos los controles en la Caminera y los comerciantes remarcan que bajaron mucho las ventas. La restricción horaria resulta perjudicial para los que tienen negocios en la ruta.

En varias oportunidades, el barrio La Rufinita tuvo problemas de inundaciones. Tanto que en los años 1993 y 2001 sus habitantes tuvieron que evacuarse, y en 2017 la situación estuvo cerca de repetirse.
Las obras que se hicieron alcanzaron para terminar con esos problemas. No obstante, al ser esta una zona semiurbana, suele acumularse agua después de las lluvias. Por supuesto que no alcanza niveles de otrora, pero son comunes los anegamientos en zonas bajas. Y eso hace que proliferen los mosquitos.
En ese marco, los lugareños están intranquilos por el dengue.

Yo tengo 63 años, viví todas las crisis y jamás pensé que iba a pasar algo así. Es una película de ciencia ficción. Alberto Bedoya Comerciante.

“Nos tiene un poco preocupados ese tema”, señala Juan Ostolaza, vecino y expresidente de la sociedad de fomento de La Rufinita. Y agrega: “Hay un caso de un contagiado en el barrio Nuestra Señora de la Merced, que está del otro lado del Camino al Balneario, y acá no hemos tenido fumigación desde hace meses. A los mosquitos se los ve en distintos lugares, en las alcantarillas, las cunetas, los charcos, hay muchos y nos genera mucha inquietud el dengue. Veo que estamos corriendo riesgos”.
En el mismo sentido, Alberto Bedoya, que tiene su comercio sobre la Ruta 65, señala: “En Junín tenemos algún caso, así que es preocupante”.
Respecto de la aplicación de productos contra los mosquitos, el tema fue planteado a las autoridades municipales. “Nos dijeron que por ahora están fumigando los espacios públicos –comenta Ostolaza–, lo cual es raro porque, por otro lado, no se pueden usar los espacios públicos. Así que no sabemos cuál es el enfoque que le están dando”.

Cuarentena
Aunque el aislamiento social, preventivo y obligatorio modificó la fisonomía de la mayoría de los barrios de la ciudad, en La Rufinita los cambios son menos considerables. Es que aquí ya en situaciones normales el movimiento es escaso, y así continúa.
“Estamos atravesando la cuarentena como todos, encerrados, y muchas actividades quedaron relegadas hasta que vuelva la actividad normal”, explica Ostolaza.
La decisión de cerrar algunos accesos, como el que comunica con el Puente Macucho, sí obligó a los lugareños a cambiar algunas rutinas. De hecho, la única salida es la Ruta 65 y, luego, la Ruta 7, donde deben pasar por el control policial que estuvo apostado de manera permanente hasta esta semana, y que ahora funciona intermitentemente.
“Es complicado porque uno debe dar todos los datos y presentar todos los papeles cada vez que pasa, ya sea que vaya a la farmacia o a hacer un trámite, y es muy engorroso”, sostiene Bedoya.
Ostolaza también remarca que cada vez que pasan deben dejar sus datos: “Los controles a veces complican los tiempos y la comunicación familiar, por ejemplo, yo tengo a mis padres en el centro y por ahí tengo que hacer alguna diligencia o llevarles algo, y es un tema que requiere una logística. Pero mientras sea para cuidarnos, bienvenido sea. Yo insisto en que está muy bien que nos cuiden del coronavirus, pero no hacen lo mismo con el dengue, y es una enfermedad peligrosa también”.

Cambios
Quienes sí advierten cambios notorios son los comerciantes del vecindario. Es cierto que aquí no hay muchos negocios, pero los que están observan variaciones.
“Desde que empezó la cuarentena bajaron las ventas un 50%”, cuenta Carlos Garay, propietario de una despensa ubicada a una cuadra del jardín de infantes de La Rufinita, para luego ampliar: “Ahora me manejo solamente con los vecinos, porque esta es una zona con muchas obras en construcción, principalmente en Costa Verde, donde estaban a full, y ahora que se pararon, ya no tengo albañiles que vengan a comprar”.
Respetando el horario de atención de 8 a 17, Garay advierte que “la gente se está cuidando porque tiene que llegar a fin de mes y pagar las facturas”.
A propósito del horario restringido, Bedoya advierte que, a él, que tiene su proveeduría sobre la ruta, le generó un gran perjuicio: “Tenemos que cerrar muy temprano. Acá vienen muchos camiones que pasan por la ruta, estaría bien que pudiésemos tener hasta las 19 por lo menos, porque el camionero es el que más necesita esto”.
Y concluye: “Yo tengo 63 años, viví todas las crisis y jamás pensé que iba a pasar algo así. Es una película de ciencia ficción”.

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