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Armando Blasi es un histórico referente del justicialismo local. Fue diputado y senador provincial.
HISTÓRICO REFERENTE DEL JUSTICIALISMO LOCAL

Armando Blasi: “Creo en la política como una actitud de servicio”

Fue diputado y senador provincial. También fue presidente del PJ local, candidato a intendente y asesor de la Vicepresidencia. Partidario de la búsqueda de consensos, asegura que “la discrepancia sirve para enriquecer las cosas”.

Hijo del primer intendente justicialista de la historia en Junín, Armando Blasi lleva la política en las venas desde siempre. Es que en su casa se respiró ese aire toda la vida.
Por eso se involucró y militó. Por eso fue presidente del PJ local. Por eso fue legislador provincial y asesor de Vicepresidencia. Por eso fue candidato a intendente. Y por eso, aunque esté retirado de la actividad partidaria activa, sigue respirando ese aire que lo llevó a tomar a la política como una actitud de servicio incondicional.

“Hay que escuchar las opiniones de los que piensan distinto”.

Abogado
Blasi nació en Junín. Hizo su primaria en la Escuela Normal y la N°24. El secundario lo comenzó en el Colegio Nacional y lo terminó en Buenos Aires, ya que su familia se había mudado allí. Luego, siguió Abogacía en la UBA.
Mientras estuvo en Buenos Aires mantuvo un contacto permanente con nuestra ciudad por lo que, cuando se recibió, se volvió a vivir a Junín. Una vez aquí, abrió su estudio. “Tenía familiares que, de una forma u otra, me ayudaron a emprender el camino en esta profesión y, además, tenía contactos políticos”, recuerda.
Como profesional se desempeñó, principalmente, en derecho civil, laboral y, en algún caso, también comercial. Además, fue apoderado de varios gremios, entre ellos, Unión Ferroviaria, UTA, Sanidad, Camioneros y otros.
Con el tiempo, también fue vocal, tesorero y vicepresidente del Colegio de Abogados, mientras que en la Caja de Previsión de Abogados fue director e integró la Comisión Revisora de Cuentas.

Político
Aun cuando siempre le interesó la política, no tuvo mayor participación en la universidad “porque era una época en la que el peronismo prácticamente no existía en la Facultad de Derecho”.
Cuando regresó a Junín, se involucró en el sector que después se referenció en la Unidad Básica Mayor Arrieta.
Durante la intendencia de Abraham Ise asumió en la Asesoría Legal de la municipalidad, aunque terminó desempeñándose, en los hechos, como un secretario de Gobierno.
Luego vino el golpe militar del 76, un momento “atroz”, según la definición de Blasi. Y en 1982 arrancó un proceso de reorganización de los partidos políticos que desembocaría en la vuelta de la democracia al año siguiente. “Fui congresal provincial del partido y, posteriormente, fui electo senador provincial por la Cuarta Sección Electoral”, explica.
La derrota del justicialismo en todos los niveles fue un shock en ese momento: “Antes de los comicios hicimos una reunión con los radicales para evitar confrontaciones en los festejos. Ellos creían que ganaban la elección a presidente pero que iban a perder la local. Pensábamos que ellos estaban locos por creer que Raúl Alfonsín le iba a ganar a Ítalo Luder. Finalmente, festejaron ellos solamente, tanto en el orden nacional como en el local. Para nosotros fue una sorpresa”.
Blasi fue también presidente del Partido Justicialista en Junín, fue candidato a intendente en 1987, fue asesor de Eduardo Duhalde en la Vicepresidencia de la Nación en 1989, fue diputado provincial en 1991 y volvió a ser senador entre 1997 y 1999.

“El debate es interesante porque nadie es dueño de la verdad”.

La política
Blasi siempre consideró el valor de los consensos a la hora de hacer política.
“Creo que ahora está faltando diálogo”, asegura, para luego ampliar: “Recuerdo que en la Legislatura había proyectos en los que yo coincidía con representantes de otros partidos políticos y, si me parecía bien, los acompañaba. Cuando uno debate las cosas que son para la gente, hay que olvidarse de lo partidario. Siempre estuve y estoy en contra de que, porque el presidente, el gobernador o el intendente piensa de una determinada manera, todos deben opinar igual. La discrepancia sirve para enriquecer las cosas, no me gusta la uniformidad porque lo pide el Ejecutivo y nada más. No me gusta la obediencia debida. Hay que escuchar las opiniones de los que piensan distinto porque del conjunto de ideas salen las mejores cosas. El debate siempre es interesante porque nadie es el dueño de la verdad. Me parece que ahora se responde al mandamás de turno, cualquiera sea el partido político”.

“Creo que ahora está faltando diálogo. Cuando uno debate las cosas que son para la gente, hay que olvidarse de lo partidario”.

Balance
Ya hace unos veinte años que dejó la práctica política activa. “En las mesas de café sigo opinando y hablando de política –aclara–, pero es un ciclo cumplido. Es algo cansador, desgastante, yo me iba a La Plata el martes a la mañana y volvía el viernes a las diez de la noche, y pulvericé mi estudio porque no pude atenderlo ni sostenerlo”.
Según dice, hoy “la actividad política está muy defenestrada y es lógico que sea así porque tenemos muchos representantes que la utilizan simplemente como un escalón para estar mejor ellos, y yo creo en la política como una actitud de servicio”.
Y al momento de hacer un balance, concluye: “Estoy conforme con lo que hice. Rescato a la política como un elemento fundamental y necesario para la democracia. Siempre quedan cosas pendientes, pero en algunos casos resultan irrealizables desde el puesto que uno tiene, porque no tuve cargos ejecutivos. Creo que cumplí con mis obligaciones como legislador y atendí, en la medida de lo posible, las necesidades de la gente”.

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