RECONOCIDA DOCENTE DE NUESTRO MEDIO

Mariel Leonardelli: La literatura como un espacio de encuentro

Además de haber dado clases en secundarios, es la creadora del grupo de narración Las Cuenteras de la Esquina. También coordina un taller de lectura y escritura para adultos mayores. “Buscamos llevar los libros adonde no hay voz”, afirma.

Cuando era muy chica, Mariel Leonardelli solía pasar tiempo con su abuela, a quien le gustaba oficiar como narradora y solía contarle cuentos –principalmente de la colección El Tesoro de la Juventud– en tardes de merienda y aventuras.
Así nació su inclinación por la literatura. Y así fue como cada peso que recibía o ahorraba lo utilizaba para comprarse libros.
Con el tiempo, ese camino la llevó a convertirse en una destacada profesora de literatura y a crear, años más tarde, Las Cuenteras de la Esquina, el grupo juninense de narración social que ya lleva diecisiete años de permanencia.

“Las Cuenteras es una necesidad y una vuelta a la palabra”.

Profesora

Hija de una docente y de un expolicía, Leonardelli nació en Junín, se crió en el barrio El Molino e hizo la primaria y la secundaria en la Escuela Normal. Posteriormente, cursó el Profesorado de Literatura en el Instituto Superior del Profesorado N°20.
Una vez recibida, enseguida empezó a trabajar como docente, en un derrotero que incluyó numerosas instituciones de Junín: Nacional, Normal, Comercial, Padre Respuela, Media N°1 y más. Además, estuvo en la Escuela de Educación Estética desde su creación, con un taller de Iniciación Literaria.
“En la docencia tuve dos grandes amores –explica–, la Escuela de Educación Estética, donde estuve desde el inicio, y también la Escuela Secundaria Media N°4, a la noche, en la que fui profesora y durante mucho tiempo directora”.
Centenares de alumnos pasaron por sus cursos, hasta que se jubiló. No obstante, continúa vinculada a la Escuela de Estética y desde hace diez años coordina un taller de lectura y escritura con adultos mayores, que pertenece a la ONG Sumarte.

Cuentera
Fue en la Escuela de Estética donde surgió la inquietud de crear un club de narradores y Mariel, junto con Estela Centeno, lo armaron. Para esto, ya habían empezado a tomar cursos con la reconocida actriz y narradora María Heguiz.
“Vimos que faltaba una propuesta como esta, no había en Junín un espacio así”, comenta Leonardelli, para luego profundizar: “La narración social es llevar la palabra y los libros, es una forma de promover y de animar a la lectura. La idea es que, en vez de leerlos, los contamos, los narramos. Y eso requiere de una formación, por eso todos los años vamos al Encuentro Anual de Narración Oral, en Buenos Aires, para capacitarnos. Además, hacemos cursos con narradores profesionales. Esto es una búsqueda permanente”.
Diecisiete años hace que nació esta iniciativa que hoy cuenta con quince participantes, más allá de las dos coordinadoras. Mariel sostiene que el que hacen “es un trabajo comprometido, personal, que requiere más de las dos horas de las reuniones, cada narrador tiene que buscar sus textos, prepararlos, disponer de tiempo para salir a narrar y llevarlos adonde los piden”.
Según dice, para esto hay dos grandes cuestiones a tener en cuenta: “Una es la lectura, entonces uno busca y lee hasta que un cuento lo conmueve tanto como para poder contarlo; y la otra gran vertiente del narrador es la formación técnica, es decir, cómo contar”.

“La idea es difundir, por eso somos narradoras sociales”.

Jardines de infantes, escuelas primarias y secundarias, terciarios, bibliotecas, la Feria del Libro, y hasta la cárcel son los lugares tan disímiles en los que se han presentado. “La idea es difundir, por eso somos narradoras sociales, porque buscamos llevar los libros adonde no hay una voz que los cuente –afirma–, se trata de un lugar de encuentro, donde no hay nada más que la palabra, la mirada y ese círculo mágico en el que estamos todos iguales, sentados, alrededor de un fuego imaginario. Lo lindo de esto es que se puede hacer con niños, adolescentes o adultos, es maravilloso”.
Con el tiempo, este hecho artístico se ganó un espacio en la comunidad. “Fruto de un trabajo constante de muchos años”, aclara Mariel, y agrega: “De todas formas, este conocimiento de la narración en esta zona se dio más en los últimos años, antes hemos hecho giras, llevamos obras alrededor, pero el auge fue en el último tiempo”.

“Las Cuenteras es un lugar de encuentro, donde no hay nada más que la palabra, la mirada y ese círculo mágico donde estamos todos iguales”.

Balance
Para Leonardelli, las propuestas que encabeza buscan “vivir ese momento de intercambio” con intensidad: “El taller es un espacio para que el adulto mayor tenga visibilidad y, además, que se sienta feliz con lo que hace. Que no se quede sin hacer nada, que no se sienta solo, sino que se encuentre con personas de su edad. Pero no solo de la misma edad, hemos hecho dos años seguidos el encuentro intergeneracional, por ejemplo, en la muestra de las guarderías vamos nosotros, como adultos mayores, nos mostramos, nos juntamos con esos chicos de dos o tres años con sus familias y hacemos nuestro aporte. Y lo de Las Cuenteras es una necesidad y una vuelta a la palabra”.
Y al momento de hacer un balance, concluye: “Cuando uno trabaja en lo que le gusta se va enriqueciendo de cada experiencia. Pero nunca las cosas las hace una persona sola, eso es lo más importante, tratar de encontrarse con quien tenga los mismos intereses y crecer juntos”.

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