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El doctor Carlos Mario Boccio es el presidente de la Sociedad Panamericana de ORL y Cirugía de Cabeza y Cuello.
RECONOCIDO MÉDICO JUNINENSE

Carlos Mario Boccio: “Disfruto venir a Junín para ver a mis pacientes”

Se formó en el Hospital Italiano de Buenos Aires, donde es el jefe del servicio de Otorrinolaringología. También atiende en Junín. Es docente, investigador y presidente de la Sociedad Panamericana de ORL y Cirugía de Cabeza y Cuello.

El padre de Carlos Mario Boccio ejercía la medicina con pasión. No solo fue presidente del Círculo y del Colegio de Médicos en Junín, y del Sanatorio Junín, sino que fue el primer otorrinolaringólogo especialista en nuestra ciudad.
Tal vez por haberse criado en ese ámbito, Boccio supo casi desde siempre que quería ser médico. Y así fue como, al terminar el secundario en el Colegio Nacional, se fue a Buenos Aires a seguir la carrera.
Desde entonces, reside en la capital del país, donde forjó una trayectoria profesional notable, que lo llevó a convertirse en el jefe del servicio de Otorrinolaringología del Hospital Italiano desde el año 2000, y ser, además, el presidente de la Sociedad Panamericana de ORL y Cirugía de Cabeza y Cuello.

“Eso de sentarse a hablar con el paciente para mí es impagable”.

Médico
Así como siempre tuvo claro que iba a ser médico, la otorrinolaringología todavía no aparecía de manera tan definida. “Recién en la última etapa de mi carrera empecé a dejar de resistirme de hacer una especialidad diferente a la de mi papá”, comenta.
Cuando se recibió de médico, estuvo como pasante en algunos servicios importantes de Italia, España y Estados Unidos, y cuando volvió intentó aplicar para hacer la residencia en los hospitales municipales y en el Italiano, que fue donde ingresó. Después fue jefe e instructor de residentes.
“Me enamoré, un poco, del Italiano”, reconoce el doctor Boccio. No obstante, durante muchos años alternó los pacientes de ese hospital y de su consultorio en Barrio Norte con la atención en Junín. “Tuve el placer de poder compartir consultorio y quirófano con mi padre –explica– y esos tal vez hayan sido los momentos más plenos en mi profesión”.
Durante años atendí de lunes a jueves en Buenos Aires y los viernes en Junín. Además, se involucró en el Sanatorio Junín, llegando a ser presidente del directorio. Pero, con el tiempo, los compromisos lo obligaron a concentrarse en Buenos Aires. “No obstante, nunca dejé de atender acá, aunque sea una vez al mes”, aclara.
Mientras tanto, como parte del staff médico del Hospital Italiano, donde hizo su carrera, en el año 2000 concursó y accedió a la jefatura del Servicio de Otorrinolaringología, en donde dirige, desde entonces, a un grupo de más de cien profesionales y auxiliares.

Su especialidad
Siendo otorrino, la subespecialidad de Boccio es la otología. Y una de las cosas que más hace son las cirugías de la sordera, por decirlo genéricamente. “Hace más de veinte años que se está haciendo el implante coclear –cuenta–, una intervención que generó un gran impacto y que es una genialidad de la bioingeniería, porque son prótesis que permiten la rehabilitación de los sordos profundos completos”.
Según dice, esta técnica “tiene un enorme impacto social” porque antes los pacientes que tenían sordera completa, que son los que se manejan con el lenguaje de señas, no podían recuperarse ni desarrollar el habla.
Hoy es muy común revertir esos casos. “Cuando yo llegué al hospital hice tres implantes, y ahora hacemos 70 por año”, recuerda, para luego añadir: “De acá a veinte años podría no haber más personas que tengan problemas para adquirir el lenguaje. Esto parece algo menor, pero es un cambio social enorme”.

“Nada me gratifica más que escuchar a un paciente decir que le resolvimos algo”.

Un apasionado
Boccio habla de su profesión de manera apasionada. La vocación de servicio se trasluce en cada una de sus oraciones, sobre todo al referirse al implante coclear.
“Durante mis primeros quince años de ejercicio de la profesión –recuerda– cuando tenía un paciente que no escuchaba, si los audífonos no le funcionaban, no le dejaba otra opción más que aprender lenguaje de señas. Para los otorrinos esa era una gran frustración. Ahora podemos ofrecerle otra alternativa, que es el implante”.
Y son técnicas que van avanzando y mejorando. Años atrás, como las cirugías se prolongaban se debía tener en cuenta a qué persona podía hacérsele, por el tema anestesiológico. Inclusive, se están operando a chicos de menos de un año “y eso les cambia la vida porque lo incorporan de manera natural, lo que les permite ingresar al preescolar en igualdad de condiciones que sus compañeros”.
Y más allá de poner énfasis en lo quirúrgico, son otros los aspectos de su profesión que le llenan el alma: “A mí me apasiona operar, en el quirófano se me pasan las horas con mucha facilidad, pero nada me gratifica más que escuchar un paciente que me dice que lo que le dimos le resolvió aunque sea algo menor, y no hablo de lo más complejo ni de lo más novedoso, sino del agradecimiento por un pequeño gesto médico, que alguien me diga ‘escucho mejor’, ‘se me fue el zumbido’, ‘no tengo pérdida de equilibrio’. Eso de sentarse a hablar con el paciente para mí es impagable. Por eso disfruto venir a Junín para ver a mis pacientes, sentarme y hablar con ellos en la tranquilidad del consultorio, cuando se construye la relación médico-paciente”.

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