Mi Bohemia

En el bar de la vida yo soy el peregrino
que duerme su tristeza con un vaso de vino,
esta tristeza mía, de modales huraños,
que es compañera mía de hace ya muchos años.
Ser un poco poeta, y otro poco bohemio,
es mi única gloria y mi único premio,
mientras cuido mis rosas con pueril misticismo,
en los viejos jardines de mi romanticismo.
No pedirle a la vida nada más que lo justo
y evitar la cicuta del amargo disgusto,
y tener para todos los hermanos menores
siempre llenas las manos de caricias y flores.
Es así mi bohemia, por lo triste y lo mansa,
como un sueño lejano que forjó la esperanza,
que florece a lo largo de mis noches y días,
para bien y consuelo de mis horas sombrías.