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Lucía Curti.
MADE IN ARGENTINA

Graduada de la Unnoba integra equipo que creó un método para detectar el coronavirus

La posibilidad de desarrollar un kit para diagnosticar coronavirus a precio accesible y de un modo práctico despertó el interés de la comunidad científica internacional.

La noticia se replicó en numerosos portales informativos nacionales e internacionales: un grupo de científicos argentinos creó el prototipo del kit portátil de diagnóstico de coronavirus. Se trata de una tira reactiva que permite conocer el resultado en apenas 60 minutos, un desarrollo que generó un gran interés en el mundo.
El equipo de investigadores está dirigido por Federico Pereyra Bonnet, quien trabaja en conjunto con Franco Goytía, Carla Giménez y la joven pampeana Lucía Curti, egresada de la Licenciatura en Genética de la Unnoba.
En diálogo con Unnoba Radio, Curti explicó que lo que se conoció es el final del trabajo que realizaron durante más de un año en el proyecto Caspr Biotech: “Venimos trabajando con la herramienta CRISPR, que es muy conocida en el ámbito de la ciencia, y el año pasado nos adentramos en lo que se denomina diagnóstico molecular”.
La becaria del Conicet destacó que la técnica tiene diversos puntos fuertes. Los principales son el tiempo, “porque entre una y dos horas está el resultado”, y el costo mucho menor que los que existen actualmente. Otro aspecto central es la portabilidad, ya que se hace el diagnóstico a través de una tira reactiva, algo similar a un test de embarazo, “sin necesidad de que haya un ojo humano entrenado ni de un equipamiento costoso”.
Respecto de los tiempos, Curti subrayó que, en el caso del coronavirus, las muestras hoy “deben llevarse a un laboratorio centralizado y eso lentifica el proceso, ya que se acumulan muestras para testear y el resultado lo entregan en una semana”. En tanto que el método descubierto por Caspr facilitaría el procedimiento “porque se podría llevar la tira reactiva a campo y hacer ahí mismo el testeo”.
 
Antecedentes
Los primeros estudios de esta técnica se hicieron sobre dengue, zika y hantavirus, en donde se obtuvieron resultados “muy exitosos”. Se trata de un método que también puede utilizarse para el diagnóstico del coronavirus y hasta en bacterias.
“Poniendo un caso como el dengue, que es más próximo –ejemplificó la becaria egresada de la Unnoba– si nosotros podemos llegar a la huella genética del virus, podríamos ir directamente al mosquito y verificar en el insecto si está infectado con dengue, lo que te permitiría hacer un control sobre la zona. Entonces, más allá de que se le puede cambiar la vida a un paciente haciéndole un diagnóstico más rápido, también se podría hacer un control de la enfermedad”.
Con todo, Curti remarcó que este descubrimiento es un prototipo que está en desarrollo. “Se necesita un tiempo de validación por parte de la Anmat a lo que habría que sumarle la escala productiva, por lo que se podría hablar de un producto terminado en un tiempo de seis meses a dos años. Eso es algo que no depende de nosotros”, concluyó.


 
De la Unnoba
Lucía Curti es oriunda de Caleufú, La Pampa, reside en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde está haciendo su doctorado a través de una beca del Conicet. Se desempeña en el Laboratorio de Tecnología Animal de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires.
En tanto, continúa vinculada a la Unnoba: “Siempre que puedo trato de aportar lo mío en algún seminario, ahora voy a presentar un trabajo en el Congreso Multidisciplinario y siempre es un honor representar a la Unnoba, aunque sea desde un lugar chiquito, pero poder decir con orgullo que soy egresada de esa Universidad”.

Destacada
Cabe mencionar que Lucía Curti, en el 2018, siendo graduada en Genética de la Unnoba y becaria doctoral del CONICET en el Instituto de Medicina Traslacional e Ingeniería Biomédica del Hospital Italiano de Buenos Aires, ganó el premio Innovar en la categoría «investigadores», con el proyecto selectARNs (ARNS sintéticos).
«La insulina, por años y hasta la actualidad, sigue siendo el mejor tratamiento para la diabetes. Sin embargo, con el paso del tiempo, trae aparejados varios efectos secundarios. Es así que desde la ciencia básica intentamos suplir la insulina mediante el desarrollo de terapias celulares. Estas terapias se realizan trasplantando células productoras de insulina que repongan esas células que se pierden por la enfermedad. Cabe destacar que todas estas estrategias están en etapa de experimentación en los laboratorios y se necesitaran muchas investigaciones para poder llevarlas a la clínica», dijo la genetista en aquella oportunidad.
Aquella vez el equipo de investigación utilizó una herramienta desarrollada por un grupo de investigación japonés que permite, mediante biología sintética, seleccionar y purificar poblaciones celulares. «Nosotros adaptamos esta herramienta (ARNS sintéticos) para que purifique células productoras de insulina y pasamos todas las etapas de validación in vitro. Gracias a la investigación logramos un 86% de eficiencia en la purificación. Esta misma técnica en manos de japoneses alcanzó un 99,7% de eficiencia, con lo cual concluimos que la podemos seguir mejorando aún más», considera Curti.

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