GABRIELA FIORITTI, UNA MUJER SOLIDARIA

“Es importante ponerse en el lugar del otro"

Acaba de ser distinguida por el Concejo Deliberante por su tarea. Su recorrida por comedores y merenderos de la ciudad para llevar donaciones es su camino obligado.

Para algunos, el nombre de Gabriela Fioritti suena familiar desde que fuera distinguida por el Concejo Deliberante, días atrás. Pero para muchos vecinos, especialmente en los barrios más carentes de la ciudad, Gabriela existe desde hace años. Y por suerte.
A sus 48 años, está casada con Pablo, es mamá de Jeremías y Valentina y empleada en AFIP.  Y ese dato no es menor ya que fue el momento en que comenzó a recorrer su camino solidario.
“En el año 92 cuando entré en Afip, como agradecimiento a ese trabajo que logré, empecé a ayudar a distintas  familias en distintos lugares y barrios”.
Así comenzó una tarea que lleva años y que nunca abandonó, de hecho intensificó en los últimos 14 años.
Una de las razones que la llevaron a hacerlo tiene que ver con la falta de oportunidades: “Se trata de pensar qué puedo hacer por el otro. No todos tienen las mismas oportunidades y es importante ponerse en el lugar del otro, pensar lo que me gustaría que hagan por mí. Es amor por el otro”, define de la manera más simple. 

Recorrido diario
En su camino se cruzó Marcos Rosa, otro “voluntario de la ciudad” que hace unos años fundó “Donar Tapitas es Donar Esperanza” y también recorre los barrios llevando ayuda y donaciones, de hecho por esa razón se cruzaron.
“Marcos vino a mi casa porque mi esposo tenía una donación grande que hacer y el conocía lugares donde llevarlos. Así que le pregunté dónde quedaba el comedor los Totoreros, dónde él ayudaba”.
Gabriela fue, se presentó y fue recibida por Silvina Arán y sus hijos. 
“La segunda vez que fui pregunté si tenían roperito y como no tenían empecé a llevar ropa y calzado. Así fui sumando cantidad de donaciones y de a poco sumando merenderos”, cuenta. Actualmente, de hecho, visita 23 comedores y merenderos.

Una realidad que duele
Un reciente relevamiento de la Defensoría de la provincia hizo hincapié en el aumento de comedores y merenderos y ciudadanos que requieren asistencia social, especialmente en la cuestión alimenticia con un gran problema para los chicos.
Gabriela aseguró que la situación es difícil y “ver a esas mujeres, madres y niños es conmovedor. Los chicos que necesitan cosas y mamás que no se lo pueden comprar”.
Cosas que no son un par de zapatillas nuevas o una computadora sino la ropa para vestirlos o el plato del almuerzo.
“Me conmueve también el griterío y la alegría que se arma cuando llego a los merenderos. Y empiezo a escuchar las vocecitas ‘te quiero Gaby’, ‘¿me puedo ir con vos?’”, cuenta.
“Están todos encima mío agarrándome abrazándome y un nene me dice ‘vos sos de los Totoreros nada más’ y esa frase me mata de amor”, asegura emocionada. 
“Amo a los chicos de los merenderos, conozco a la mayoría de ellos y a sus familias y el cariño es mutuo. Me agradecen mucho lo que hago”.
Gabriela sabe que su dedicación es también un gran compromiso y responsabilidad a pesar del cansancio de la tarea: “Lo hago con gusto y pido a dios que no falten donaciones”.

Ayuda para todos
Ella personalmente cuenta con el apoyo incondicional de su esposo y sus hijos. 
Pero también de su padre, quien arregla todos los electrodomésticos que donan: televisor, procesadoras, secador de pelo, planchitas para el pelo, batidoras.
“Mi papá incluso suelda las sillas para que todo llegue en buen estado”. Además, “Marcos Rosa suma todas las donaciones que consigue y se decide el destino”.
También se suman sus cuñados, su primos, su suegra, los vecinos, los amigos de las redes sociales, su grupos de trabajo, el grupos de comerciantes, grupos de amigos, “todos ayudan con donaciones”.

Igualdad de oportunidades
Al chocarse a diario con una realidad que duele, Gabriela destaca “lo importante que es la inclusión, la igualdad, la educación, y sobre todo el trabajo para esos papás”. 
“Si bien me gustaría que las familias coman todas juntas en sus casas eso no ocurre en la realidad así que tenemos que tener el compromiso entre todos de cambiar esas realidades”.
La decisión de “hacer”, es día a día, asegura Gabriela que recibe mensajes, también a diario, de quienes le piden ayuda.
Y ahí, sin chistar, arremangándose para llevar o traer donaciones, está firme cada día.
“Lo único que quiero es poder ayudarlos sin bandería política. Eso no me interesa, hay muchos que se acerca con esa finalidad, pero para eso no me cuenten”, concluye firme, sin moverse de su objetivo, que es el otro.

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