RECONOCIDO TÉCNICO EN REFRIGERACIÓN DE NUESTRO MEDIO

Juan Domingo Perón: “Al trabajo hay que ponerle amor, sobre todo”

Hace más de 55 años que se dedica a su oficio y llegó a ser service oficial de unas 80 marcas diferentes. Con la honestidad como bandera, logró hacerse de un nombre propio dentro de la actividad que desarrolla.

El significado del nombre Juan Domingo Perón puede ser bien distinto en nuestra ciudad que en cualquier otra parte.
Es que aquí es uno más. En Junín, Juan Domingo Perón es el vecino que arregla heladeras y aires acondicionados. Es un reconocidísimo técnico en refrigeración que arrancó a trabajar en esto hace 55 años y que hoy sigue siendo un referente del rubro.
Y más allá de los cambios que hubo en su oficio en todo este tiempo, asegura que, en definitiva, todo se resume a hacer las cosas bien y con pasión. “Yo siempre le tuve amor a este trabajo”, afirma mientras repasa su trayectoria, con Democracia.

“Me pude haber equivocado, pero siempre fui muy honesto”.

Primeros años
Perón nació en Junín, apenas tres meses después de que sus padres llegaran de Vicenza, Italia, y se instalaran en nuestra ciudad. Pasó su infancia en los barrios Villa Talleres y Evita, hizo parte de la primaria en la Escuela N°18 y el resto en la N°30. El secundario lo inició en el Industrial, pero lo completó en la Escuela Fábrica “Yapeyú”, de donde egresó como tornero.
Era muy jovencito cuando comenzó a trabajar. Arrancó como mecánico en la agencia de autos Castellazzi. “Siempre me gustaron los fierros”, afirma. Después pasó por otros lugares hasta que, a los 16 años se inició en el oficio de la refrigeración. Sobre esto, explica que la actividad “incluye todo lo que funciona con frío, es decir, heladeras y aires acondicionados, y también se le adosó el lavarropas”.

“Nos hicimos a los ponchazos, pero había cursos que ya no hay”.

Desarrollo de su oficio
A sus 18 años ingresó en Lucanera Hnos. y Conchiglia, que era agente de la marca Siam, y a partir de un curso que hizo, pasó a ser el service autorizado de la marca. “Era como jugar en la selección de titular –grafica– Siam era el sumun, y encima a esa edad, para mí fue extraordinario. Siempre me gustó mucho la refrigeración”.
Permaneció cuatro años en Lucanera, pero después Larrosa & Cia. tomó la representación de Siam. Entonces Perón siguió haciendo el mismo trabajo, pero por afuera. “Me largué solo”, dice. Y agrega: “Primero hice un galpón atrás de mi casa pero, más tarde tuve una sociedad, durante 30 años, con Mascetti, así que estuve con él un tiempo en la calle España, y después me vine adonde estoy ahora, en la calle Ituzaingó”.
En el medio, estudió mucho e hizo numerosos cursos y capacitaciones. Tanto que llegó a ser el responsable del service oficial de unas de 80 marcas.

Cambios en la actividad
El paso del tiempo va cambiando la forma de ejercer su tarea. “Nosotros estábamos acostumbrados a lo mecánico y la tecnología vino a pasarnos por arriba –explica–, los principios de la refrigeración son los mismos, pero se incorporó la electrónica y para eso hay que tener conocimientos específicos”.
No es que todo tiempo pasado haya sido mejor, pero hay cosas que eran distintas. “El otro día me trajeron una heladera vieja y con eso yo soy feliz”, cuenta Perón sonriente, y enseguida amplía: “Los muchachos que están acá se ríen cuando me ven así, pero siempre me gustó mucho. La calidad era mejor, eran fuertes, no tenían el sistema de caños embutidos, y duraban más. Hay algo que sucede hoy en todo el mundo y es que se hacen productos para un cierto tiempo, para que se vayan renovando. Antes era distinto: acá a la vuelta hay uno que tiene una heladera de 80 años, y enfría muy bien. Es un fierro”.
Los años y la experiencia le fueron enseñando que debe adaptarse a los cambios. Desde los sistemas y la tecnología, hasta el tipo de gases que se utilizan para que funcionen tanto heladeras como aire acondicionados.

“El mundo funciona, en buena parte, gracias a la refrigeración, porque sin cadena de frío no hay alimentos, no hay medicamentos y tantas otras cosas”.

Balance
Perón se muestra orgulloso de hacer lo que hace, un trabajo que requiere conocimientos de mecánica, física, electricidad, química. “La refrigeración incluye muchos rubros por eso me atrapó mucho –comenta–, hay que conocer muchas cosas y eso hace que sea entretenido. Además, uno tiene que pensar que el mundo funciona, en buena parte, gracias a la refrigeración, porque sin una buena cadena de frío no hay alimentos, no hay medicamentos y tantas otras cosas. Pero al trabajo hay que ponerle amor, sobre todo, si no es imposible”.
Más allá del placer que le provoca su oficio, le preocupa que no haya escuelas específicas para la refrigeración. “La mayoría nos hicimos a los ponchazos, pero antes había otro tipo de cursos y capacitaciones que ya no hay tantos”, afirma.
Con todo, al momento de hacer un balance Juan Domingo Perón sabe que se ganó un nombre propio dentro de la actividad: “Porque son muchos años. Me pude haber equivocado muchas veces, pero siempre fui muy honesto en lo laboral. Mis viejos me hicieron así. Es un oficio que puede dar lugar al ‘perreo’, pero uno no es así. A lo mejor puse más empeño en el trabajo que en lo económico, pero yo prefiero acostarme tranquilo porque hice andar una heladera y le pude solucionar un problema a alguien, que pensar en una cuenta en un banco. Eso es tenerle amor al trabajo y yo siempre lo hice. Si tratás con cariño a los fierros, vas a ver que funcionan”.

COMENTARIOS