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Guillermo Marzulo se reivindica como un artista “inquieto, atrevido, desprolijo, caprichoso”.
RECONOCIDO ARTISTA LOCAL

Guillermo Marzullo: Del aburrimiento al arte como capricho

Con una vasta trayectoria como artista visual, también fue jefe en el MUMA, del MACA y de la galería de arte. Es docente y dirige “Forestal/espacio libre”, su propio espacio de arte. En su oficio descree del talento y reivindica el trabajo y el esfuerzo.

Guillermo Marzullo afirma que, durante su infancia en General Madariaga, muchas veces se aburría y por eso se la pasaba inventando cosas. Maderas, latas, cualquier cosa servía. “Tenía la necesidad del hacer”, afirma hoy. Y un buen lugar para canalizar esa necesidad fue la Escuela Municipal de Arte Divisadero, de su ciudad, adonde comenzó a ir a sus siete años.
Allí inició un camino que lo trajo a Junín, donde dirigió el MACA y el MUMA y se erigió en uno de los artistas más importantes de la escena local.

“El talento parece algo dado, pero uno se esfuerza mucho”.

Su camino a Junín
Ya de adolescente Marzullo supo que lo que quería estudiar tenía que ver con la práctica artística. Arrancó la carrera de Artes Visuales en La Plata, pero a los dos años se cambió a la carrera de cine, que reabría luego de haber estado cerrada durante años. Así fue como se recibió de Licenciado en Medios Audiovisuales.
“Estudié cine sabiendo que nunca iba a hacer una película, no era eso lo que me atraía, me interesaba este vínculo con la expresión que tiene lo audiovisual”, explica.
Mientras todo esto sucedía, Guillermo seguía haciendo su producción visual artística. “Para no aburrirme”, dice sonriente.
Llegó a Junín ya en el 2000: “Por una circunstancia familiar, de mi compañera de vida, nos vinimos para acá.
En plena crisis de 2001 hizo lo que pudo, trabajó de canillita, y al mismo tiempo, se relacionó con artistas locales, fue al taller de arte de Héctor Petraglia y se acercó a la Escuela Xul Solar. “Así empecé a querer a la ciudad, nacieron mis hijos y se armó la familia acá”, resume.

“Como artista soy inquieto, atrevido, desprolijo, caprichoso”.

Desarrollo de su oficio
Marzullo vio una frescura en Junín que lo hizo sentir cómodo. “Enseguida me sentí un artista de la ciudad”, señala.
Así fue como empezó a dar clases de Medios Audiovisuales en la Escuela de Arte Xul Solar, actividad que todavía sigue realizando.
Y en aquellos primeros años hizo intervenciones, muestras, propuestas, participó en programas, hasta que terminó como jefe del Museo de Arte Contemporáneo Argentino (MACA), del MUMA y de la galería de arte.
Cuando dejó los museos, abrió “Forestal/espacio libre”, su propio lugar de arte, de investigación y de encuentro de artistas, donde también da clases particulares.

Como artista
Marzullo hace fotografía, instalación, video, pintura, cerámica. Es que, según su mirada, “los lenguajes están contaminados” y por eso tiene la posibilidad de trabajar en muchos de ellos.
“No soy disciplinado –cuenta–, estoy todo el tiempo haciendo y si no, estoy pensando o imaginando, porque considero que el hacer no es solamente el hecho de concretar o materializar algo, sino que pensar o estar preguntándote sobre determinado tema, también tiene que ver con ese hacer”.
En el desarrollo de su oficio, considera que “antes era un artista más matérico, pensaba el arte desde lo sensible de la materia y lo que eso podía despertar en el espectador, ya sea un color, una textura, una línea”, mientras que ahora es más conceptual: “Me estoy haciendo más preguntas sobre qué es lo que está proponiendo mi obra”.
Tanto es así que en el último tiempo incorporó la caminata como una práctica artística. Y es en esos paseos donde surgieron sus dos últimos proyectos. Uno es “Todo viaje es una forma de lectura”, en donde se va a los pueblos de la zona y, mientras camina, hace microrrelatos fotográficos a partir de lo que le devuelve lo visible. El otro es “El malestar de los cuerpos”, que tiene que ver con la periferia de Junín, donde encuentra ropa tirada que le devuelve “la idea de la muerte”, algo que se transforma luego en piezas pictóricas “Y también me interesa cómo eso está tirado en los bordes de la ciudad, el mismo espacio donde también aparece la soja o el trigo, estoy en esa búsqueda, puntualiza”.

“Hay algunas cosas que son caprichosas en las que me gusta insistir porque encierran algo que todavía no sé qué es, pero que me motiva a la búsqueda”.

Su arte
Más allá de estos dos proyectos, a Guillermo también le gusta participar en el Salón de Artistas Juninenses y tiene planificada una exposición el mes que viene, en Pergamino, junto con otros dos artistas con quienes trabajaron un concepto de obra, en este caso, los elementos.
Sobre su obra, resalta que no es producto de la inspiración, ya que no cree en ella: “Si alguien me dice ‘qué talentoso’, yo me respondo a mí mismo que vengo trabajando desde hace mucho, no es talento, es trabajo. Porque el talento te pone en un lugar como de algo dado, pero uno se esfuerza silenciosamente durante mucho tiempo. Creo que no es una palabra que defina mucho”.
Ese esfuerzo y el oficio lo llevó por un camino que lo sacó del aburrimiento que padecía de chico y lo llevó por un sendero artístico: “Como artista soy inquieto, atrevido, desprolijo, caprichoso. Hay algunas cosas que son caprichosas en las que me gusta insistir porque encierran algo que todavía no sé qué es, pero que me motiva a la búsqueda. Cuando algo es caprichoso, lo sigo. El capricho me lleva a algún lugar, y si tuviera la respuesta dejaría de hacerlo porque me aburriría. Pero es en el capricho donde tengo más potencia en lo que hago”.

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