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Si funcionaran los programas como Precios Locales, podrían ayudar a emparejar la dispersión de precios.
RECORRIDA POR LAS BOCAS DE EXPENDIO DE JUNÍN

En las góndolas locales ya se advierte una marcada dispersión en los precios

Un relevamiento realizado por este medio en supermercados revela que hay diferencias de hasta 60% en algunos artículos. Azúcar, polenta, yerba, arroz y bizcochitos son algunos de los que muestran mayor variación. Esto genera un escenario de gran volatilidad y confusión, donde los consumidores terminan perdiendo los valores de referencia. El Municipio fiscaliza la aplicación de la quita del IVA.

“Camine, señora, camine” recomendaba insistentemente frente a las cámaras de televisión Lita de Lázzari, la recordada referente de los consumidores y presidenta de la Liga de Amas de Casa que en la década del 90 ya sabía que muchas veces era necesario buscar, comparar y trasladarse de un comercio a otro para encontrar los mejores precios.
Por estos días, esa máxima se vuelve más importante y necesaria que en aquel entonces y no solo porque la inflación con la que convivimos desde hace ya algunos años hace que los valores de los productos suban mes a mes, sino que los cimbronazos que, cada tanto, sacuden aún más a una economía frágil como la actual tienen un segundo efecto: la dispersión de precios.
Es así como la volatilidad y la falta de referencia hace que un mismo producto pueda tener una diferencia de hasta más del 35% dependiendo si se compra en un supermercado u otro, e inclusive bastante más, superando el 60%, si la compra se efectuara en otros comercios.
Efectivamente, un relevamiento hecho por este medio determinó que artículos idénticos, de igual marca, tamaño y presentación, tienen diferentes precios dependiendo en donde se compre, lo que permite deducir que hay una volatilidad muy marcada en los valores del mercado.
“Ya no sabés cuánto valen las cosas, tenés que estar mirando, buscando y comparando todo el tiempo, es agotador”, comentaba una mujer al cronista de Democracia esta semana frente a una góndola de alimentos. Es que, a la suba permanente se le suma la dispersión, lo que conforma un escenario extremadamente dificultoso para los consumidores a la hora de hacer las compras.

Relevamiento
Ante este escenario de volatilidad, Democracia realizó un exhaustivo relevamiento en la ciudad, en los locales de La Anónima, Changomás, Vea y Diarco (en este último tomando los precios minoristas) y dos supermercados de origen oriental de diferentes barrios. Allí se hizo una comparación de los valores de una lista de productos alimenticios básicos, de marcas conocidas, de manera que fuese más factible que estén presentes, en general, en las góndolas de todas las tiendas registradas.
Fue el martes pasado cuando se relevaron los precios de aceite, arroz, fideos, polenta, puré de tomates, yerba, azúcar, galletitas, bizcochitos, leche, manteca y yogurt. Y en esas observaciones se constató la dispersión de precios que hay en las diferentes bocas de expendio.
El azúcar Ledesma de un kilo, por ejemplo, se encuentra a $32,22 en un supermercado y a $41,25 en otro, lo que da una variación de un 28,3%. Y en un superchino puede llegar hasta los $52, es decir, una diferencia de un 61,39%. La marca Chango, en tanto, puede adquirirse a $36,90 en el más económico, a $41,25 en el que la tiene más cara (una distancia 11,79%), y hasta $45 en un oriental: casi un 22% más.
El aceite fue otro artículo medido, en este caso, en las presentaciones de 900 ml. y 1,5 litro de las marcas Natura y Cocinero de girasol. Aquí las diferencias van desde un 2,95% a un 9,37% en las comparaciones entre supermercados, y pueden llegar hasta un 23,36 si se coteja con los autoservicios orientales. En cuanto a la polenta, se observa que la marca Presto Pronta de 500 grs. pasa de $39 a $52,60 de una cadena a otra (34,87% de diferencia) y el súper chino lo ofrece a $55, lo que eleva la brecha al 41%.
La yerba es otro producto que muestra una importante dispersión en su precio. En los supermercados, la Nobleza Gaucha de kilo puede variar de $114,85 a $152 (más del 32% de distancia) y la de 500 grs. sale $64,60 en uno y $80,70 en otro (casi 25% más). Otro ejemplo es la marca Taragüi, que en su presentación de kilo cuesta $145,04 o $182,60 en distintas tiendas (casi 26% más), y el paquete de medio kilo se vende a $84,70 en uno y $97,30 en otro (15%). Estas diferencias son aún mayores si se las compara con los precios de los mismos productos en los súper orientales, donde pueden llegar hasta el 35%. Inclusive, la misma comparación hecha sobre la marca Playadito, que tiene poca variación en los supermercados, en los chinos sí puede ser de hasta un 38%.
El paquete verde del arroz Molino Ala de un kilo que en un supermercado se consigue a $37,60 puede verse en otro a $47,19 (un 25,5% más) mientras que en el de 500 grs. la diferencia es de un 8%. Pero la dispersión se incrementa notablemente en la comparación con los super chinos, se paga hasta $60 el más grande, lo que hace que la variación trepe al 60%. En tanto, la bolsa amarilla de la marca Dos Hermanos de un kilo cuesta $57 en uno y $65,10 en otro (14,21%), y la de medio está a $30 en uno y a $35,20 en otro (17,33% de distancia).
El de las galletitas de agua es otro rubro que muestra una marcada volatilidad. Para eso se tomaron como referencias las presentaciones familiares, de cinco paquetes de la marca Traviata y de tres de la marca Criollitas. En el primer caso se advierte que hay supermercados que lo venden a $93,60 y otros a $110,40 (18% de diferencia), y en los orientales puede llegar hasta $122 (más del 30%). En cuanto al pack de Criollitas x 3, una cadena la ofrece a $50,34 y otra a $64,40 (casi un 28% de distancia entre una y otra) y entre los autoservicios chinos relevados se mantiene dentro del mismo rango.
Un ejemplo claro de la volatilidad de precios es el de los clásicos bizcochitos Don Satur. Así como en un supermercado se consigue a $30,38, en otro está a $39,90, o sea, un 36,18% más. Esa brecha se amplía en la comparación con los chinos, pero en este caso es porque allí están más baratos: $26 en uno y $27 en otro, lo que marca una distancia del más bajo al más alto de más del 47%.
Los otros productos alimenticios observados fueron los fideos secos tipo tirabuzón y el puré de tomates en envase tetra brick. En el primer caso, las variaciones en las marcas Lucchetti y Matarazzo no llegan al 5%, aunque si se toman los precios en los autoservicios orientales esas distancias se extienden hasta 22% y 25%, respectivamente. El puré de tomate marca La Campagnola tiene una dispersión de menos del 14%, mientras que el de la marca Arcor se encuentra dentro de la lista de Precios Cuidados, por lo que mantiene el mismo precio –$27,95– en todas las cadenas, aunque en los orientales relevados se los vio a otro valor: $33 en uno y $35 en otro.
Finalmente, el relevamiento también incluyó algunos productos lácteos. La leche La Martona se encuentra dentro del programa Precios Cuidados y en todos los supermercados está al mismo costo: $37,05. Donde sí hay variaciones es en la marca La Serenísima. La diferencia entre las cadenas es menor al 5%, ya que va de $46,67 a 48,79. Sin embargo, la distancia es grande respecto de los orientales, ya que allí se encuentra a $61 y hasta $67, lo que significa una diferencia de más del 43%.
En cuanto a la manteca, La Serenísima es una marca que se encuentra en todas las bocas de expendio y allí se puede advertir la dispersión: la de 100 grs. pasa de $59,90 a $73,50 de una cadena a otra, y baja hasta $57 en un chino (una brecha total de 27,55%); la de 200 grs. tiene una dispersión similar, ya que va de $101,50 a $121,50 entre los supermercados, y llega hasta $129 en algún autoservicio oriental.
Por último, el yogurt La Serenísima firme de 190 grs. tiene una diferencia de menos del 8% entre los supermercados, ya que su precio va de $45 a $48,39, aunque la brecha se estira en los orientales, donde llega hasta $58, lo que implica una dispersión de casi el 29%. 

Dispersión
De acuerdo a su definición clásica, se habla de dispersión de precios “cuando en un mismo mercado las empresas venden simultáneamente un mismo producto a distinto precio”.
Es cierto que un mismo artículo ofrecido en bocas de expendio distintas se transforma, de alguna manera, en un producto diferenciado puesto que en el contexto de su comercialización incorpora características del establecimiento que lo ofrece: localización, servicios, publicidad y demás. Sin embargo, no se puede hablar de un lugar que sea caro de por sí u otro que sea más económico. Una revisión sobre los productos analizados en este relevamiento muestra que hay una tienda que tiene el aceite más barato y la yerba más cara, otra presenta los fideos con el valor más bajo y el azúcar con el costo más alto.
“Ya no sabemos lo que cuestan las cosas, se pierde la referencia”, comentaba una jubilada a este medio en uno de los grandes supermercados y en esa frase resumía cabalmente la dificultad que acarrea este escenario de volatilidad y dispersión de precios.
Si un paquete de polenta puede costar $39 o $46,90 o $52,60, ¿cuál es el precio real del producto? ¿Qué hace que en un autoservicio oriental un aceite Natura cueste $135 y en otro $150? ¿Por qué un súper chino tiene los bizcochitos Don Satur a $26 y una gran cadena a $39,90?
Hay distintas respuestas posibles ante esta confusión generalizada en las góndolas. Los cambios constantes en las listas de precios que entregan los proveedores, la demanda de los productos, la volatilidad del mercado en general, en algunos casos, la decisión de absorber parte de los aumentos para que la carga no sea completamente hacia el cliente, resignando alguna ganancia en favor de un mayor movimiento.
Programas como Precios Cuidados, Productos Esenciales, Precios Locales o medidas como la baja del IVA a algunos artículos de primera necesidad apuntan, en primera instancia, a evitar que siga escalando el proceso inflacionario, pero, además, si funcionaran, podrían tener una segunda consecuencia que sería la de emparejar esta dispersión que desconcierta y preocupa a los consumidores.

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