FUE UN RECONOCIDO JUGADOR Y ENTRENADOR

Cristian Márquez: “El básquet a mí me dio todo”

Se destacó en Ciclista en su época de deportista. Entrenó varios equipos y con Argentino, en particular, logró una seguidilla de ascensos única para la historia del club. También fue profesor de educación física y hoy es martillero.

Cristian Márquez se siente un hombre afortunado. “Yo tuve mucha suerte en mi vida porque hice todo lo que me gustaba”, asegura. Y enseguida enumera: “Jugué al básquet, que me encantaba; después fui entrenador, algo que también disfruté mucho, lo mismo que mis 30 años como profesor de educación física; y hoy soy martillero, que es una profesión que me satisface plenamente”.
Así fue pasando por diferentes etapas, pero siempre siguiendo un norte: la satisfacción personal, en un camino en el que obtuvo grandes éxitos deportivos, profesionales y personales.

“El básquet te da contención, buenos hábitos, y te da relaciones”.

El básquet
Márquez se crió en Pueblo Nuevo. Una tarde estaba jugando en el bulevar de la avenida San Martín y por allí pasó Eduardo Biaggio, quien lo invitó a él y sus amigos a jugar al básquet en Ciclista. Cristian fue, y en su primer entrenamiento el técnico lo tuvo una hora dando pases de pecho. “Increíblemente, al otro día volví, y ahí me gustó”, comenta sonriente.
Hizo las inferiores en el Verdirrojo. Según su propia definición, “era un pivot aguerrido, intenso”.
Con Pocho Abdala aprendió los fundamentos más importantes del deporte y fue el que lo influyó para que, años más tarde, siguiera como entrenador y como profesor de educación física.
Hizo la carrera en el Instituto de Profesorado de Lincoln. En ese momento competía con Ciclista, hasta que los hermanos Tito y Quique Biurrum lo convocaron para jugar en Sirio Libanés de Pergamino, donde salió campeón y disputo la Liga de Campeones de la Provincia. “Eso me vino muy bien porque con eso me pude pagar mis estudios”, relata.
Más adelante regresó a Ciclista, donde llegó a pelear un lugar en la Liga B, hasta que se retiró a los 26 años. Según dice, había perdido el interés por jugar.

“Tuve mucha suerte en mi vida porque hice lo que me gustaba”.

Profesor
Su primer trabajo como profesor de educación física fue en una escuela rural de Viamonte. “Durante tres años viajé tres veces por semana para dar en una escuela rural, en el medio de la nada –recuerda–, fue la mejor experiencia de mi vida como docente”.
La mayor parte de su carrera docente fue en la Escuela N°22, donde estuvo más de 20 años. Aunque también dio clases en otras instituciones, como las escuelas N°5 y N°4, y el Instituto de Educación Física de Lincoln, en el área de Básquet.

Entrenador
Durante varios años entrenó divisiones inferiores, desde mini hasta juveniles, tanto en Ciclista como en selecciones de Junín.
Luego siguió la Primera del equipo del Bulevar. Pasó por Sarmiento, El Linqueño, el CEF N°20 de Chacabuco, hasta que llegó a Argentino. Ahí logró una seguidilla de ascensos muy particular: ganó el Regional, luego el Provincial de Clubes, la Liga C, la B y llegó al TNA. En este último torneo alcanzó los playoffs con el mejor registro, pero perdió la semifinal, por lo que quedó a un paso de haber ascendido desde el regional a la Liga Nacional de Básquet sin repetir dos años el mismo torneo.
Permaneció tres años con Argentino en el TNA, hasta que decidió darle un nuevo giro a su vida y empezar una nueva etapa, ahora, como martillero. Quien había sido hasta entonces su asistente, Adrián Capelli, quedó al frente del equipo del Turco que ascendió, al año siguiente, a la Liga Nacional.
Dos años más tarde, Argentino se quedó sin técnico y lo volvieron a llamar: “Nunca había dirigido la A y me tenía confianza para hacerlo, estuve once partidos, gané cinco y perdimos seis”.
Este paso, ya en la máxima categoría, fue su último como entrenador.

“Si no fuera por el básquet no habría sido entrenador, ni profesor de educación física, tal vez ni siquiera martillero, porque el camino me llevó hasta acá”.

Martillero
En su segundo año como entrenador en el TNA, Márquez empezó a pensar en un cambio para su vida e hizo el curso de martillero. Cuando dejó de dirigir, arrancó con su nueva profesión. “Empecé con el apoyo de Fernando Carneli, que me puso a disposición su carpeta de clientes para que yo pudiera vender, porque no tenía nada. Que alguien te ofreciera eso era extraordinario”, comenta con gratitud hacia su colega.
Según dice, el rubro le resultó atractivo desde el principio: “A mí siempre me gustó esto, las casas, la venta, es algo muy interesante”.

Balance
Su vida fue por diferentes rumbos. “Cuando dejo algo es porque siento que ya di todo y una vez que no me queda nada más, encaro un nuevo proyecto”, resume.
Después de haber pasado unos 40 años vinculado al básquet, Márquez asegura que no extraña esa actividad: “A mí me pasa que lo que hice, ya está, lo dejé y listo”.
No obstante, reconoce que fue y es un pilar para su vida: “El básquet a mí me dio todo. Si no fuera por este deporte no habría sido entrenador, ni profesor de educación física, tal vez ni siquiera martillero, porque el camino me llevó hasta acá”.
De acuerdo a su análisis, “es un deporte muy importante para un chico, porque le da contención, buenos hábitos de respeto, y te da relaciones”. Y ejemplifica: “Mi primer amigo, cuando entré a Ciclista, fue el Corcho Abdala, que lo fue hasta que falleció hace un par de años. Otro amigo, Carlos Vidal, lo conocí a los 14 años en el club. Eso es el básquet”.

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