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Lulo corta el pelo desde los 14 años.
ESQUINAS TRADICIONALES DE LA CIUDAD

Las peluquerías históricas de Junín que llevan más de 80 años cortando el pelo

Armados con peine y tijeras, estos peluqueros se dispusieron a innovar el estilismo de sus respectivas épocas. “Es una peluquería tradicional, pero siempre nos vamos acomodando con los cortes de última moda”, dijo Joaquín Gaude, de Samperi.

En casi todos los ámbitos empresariales, la forma en que se llevan a cabo los negocios cambia con el tiempo debido a varios factores como los cambios sociales, las innovaciones tecnológicas y las tendencias populares. 
Sin embargo, hay algunos tipos de negocios que parecen nunca cambiar la forma básica en la que su sistema se basa. Uno de estos tipos son las peluquerías a las que el paso del tiempo pareciera no afectarles.
Armados con peine y tijeras, y otros implementos ideados por ellos mismos, estos hombres se dispusieron a innovar el estilismo de sus respectivas peluquerías. Ubicadas hace más de 60 años en dos esquinas tradicionales de Junín, se destacan Samperi y El Trébol.
Rodolfo Álvarez Ríos nació hace 93 años en Estación Arenales, un pequeño paraje que rodea a la terminal ferroviaria de la vecina localidad. Luego de terminar su formación en la Escuela N° 2 General San Martín, tuvo que salir a trabajar para colaborar con algún ingreso extra en su casa. 
“Cuando tenía 14 años entré como aprendiz a la peluquería El Trébol que quedaba en la esquina de mi casa. Allí empecé barriendo el piso, pasando el cepillo a los clientes para sacarles la pelusa cuando terminaba su trabajo el peluquero y, mientras tanto, iba aprendiendo el oficio”, recordó “Lulo” a Democracia desde su local ubicado en Lebensohn y Ramón Falcón. 
Por aquellos años era común que a esa edad se trabajara, y el camino más corto era como practicante en algún oficio. “Sucedía con los sastres, los zapateros, los herreros, los mecánicos”, recordó.
La diferencia, en su caso, fue que en 1941, a la edad de 16 años y con apenas dos de experiencia como aprendiz, se hizo cargo del local, como él mismo lo explicó: “Mi patrón se fue a trabajar a otra ciudad y yo quedé al frente de la peluquería. Para mí fue una suerte muy grande porque siendo tan chico ya tenía mi propio lugar, con clientela y todo, y además me conocían porque ya estaba allí desde hacía dos años”.

En ese entonces las peluquerías se dedicaban a cortar el pelo y, sobre todo, a afeitar a sus clientes. “Eran las clásicas peluquerías de pelo y barba”, resumió Rodolfo.
Los sábados eran días en los que el local se abarrotaba de parroquianos para rasurar su barba, desde la mañana a la noche: “Venían los paisanos del campo con la barba de una semana para que se las afeitáramos con la navaja, y a la tarde venían los más jóvenes que se arreglaban para ir a los bailes o a las fiestas de la época”.
Puso su peluquería “El Trébol” enfrente de la plaza principal y desde un principio le fue muy bien. “Un poco porque yo era joven y por ahí traía ideas novedosas y otro poco porque el local estaba muy bien ubicado”, señala Rodolfo.
Durante seis años se mantuvo en ese lugar, hasta que en 1958, ya casado y con un hijo, decidió mudarse a Junín, donde su esposa tenía familiares y se vislumbraba un mejor escenario para su desarrollo económico. Hoy su local sigue en la misma esquina, frente a la Escuela Industrial.

“Trabajamos 3 generaciones juntas”
La barbería ha tenido una larga tradición en países de todo el mundo durante siglos. La imagen de la peluquería de caballeros ha sido la misma durante décadas ,y se remonta inicialmente a las raíces italianas.
 “La peluquería la inició mi abuelo Rosario Samperi, por parte de mi mamá, luego se sumó mi papá José Luis hace 40 años y después yo”, explicó a este diario Joaquín Gaude. Y agregó: “un particular detalle es que pudimos trabajar las tres generaciones juntas al mismo tiempo durante cuatro años”.
“Es un trabajo muy familiar y además tenemos tres compañeros más de trabajo. La mayoría de los empleados dejaron de trabajar por jubilarse y no por otras cuestiones. Se han sentido cómodos y se han quedado”, expresó.
“En la esquina de San Martín y Roque Sáenz Peña, el local está hace casi 60 años diría. Pero el comienzo fue en Hipólito Yrigoyen y Bernardo de Irigoyen donde estuvo por más de 20 años.  Haciendo un poco de memoria ya son cerca de 80 años de trayectoria”, subrayó.
“Hoy un corte cuesta 150 pesos tanto para grandes o chicos. Es una peluquería tradicional, pero siempre nos vamos acomodando con los cortes de última moda como los de jugadores de fútbol con las rayitas a los costados que los chicos siempre te piden”, indicó.
“No estamos tan metidos en lo que es la barbería específica, pero hacemos retoques y acomodamos la barba. Desde un comienzo fue barbería: los fines de semana se hacía la barba y en la semana el corte pelo a navaja, como era antes”, concluyó.

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