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Los ciruelos en calle Gandini.
LA COMIDA NO SE ENCUENTRA SOLO EN EL SUPERMERCADO

Aunque no se note, las calles de Junín cuentan con una fuente de árboles frutales

Naranjos, limoneros, paltos, pomelos, moras, palmera datilera, nísperos, y ciruelos le ponen color, sabor y perfume a las veredas juninenses. La variedad que se puede recolectar por la vía pública calles es tan amplia, como desconocida. Democracia realizó un recorrido por la Ciudad.

La mayoría de la gente absorbida por sus temas del día a día y en su mundo, circula sin mirar con detenimiento a su alrededor. En Junín existen árboles medicinales y frutales que suelen pasar desapercibidos.
Los vecinos de la ciudad valoran sus cuadras arboladas con los plátanos, especialmente en verano, cuando su sombra protege de los rayos del sol. Pero lo que muy pocos saben es que, además, pueden beneficiarse con las frutas que algunos de ellos proveen.
Limones, moras, paltas, naranjas, nísperos, pomelos, quinotos, dátiles, nueces y ciruelas son algunos de los frutos que se pueden recolectar de las plantas que pueblan las calles de Junín, rompiendo con la creencia de que la comida se encuentra solo en el supermercado. Hay muchos que se echan a perder, ya que no se aprovechan (no se recolectan).
Por estos días, por ejemplo, los cítricos comenzaron a poblarse con limones, pomelos y naranjas verdes, pero en pocos casos podrán ser comestibles cuando maduren.
Los clásicos naranjos (Citrus aurantium) de Plaza 9 de Julio son uno de los ejemplos más visibles. De atractivo e intenso perfume, quien pruebe alguno de los que asoman con exuberancia percibirá una marcada acritud; no en vano el nombre vulgar de la especie es “naranjo amargo”, por contraste con el “dulce” o Citrus sinensis.

“Los naranjos no fueron plantados con una finalidad alimentaria o de consumo sino ornamental, para disfrutar de las flores y el perfume”, explicó en ese sentido el ingeniero forestal Patricio Dowbley y agregó: “Como son plantas de origen subtropical, se benefician con un buen régimen de lluvias y reaccionan favorablemente al ascenso de la temperatura”.
Todo lo contrario ocurre con los pomelos y limoneros que abundan en los canteros externos de las viviendas, que perfuman y dan sabor a los distintos barrios, como en Pueblo Nuevo, Belgrano, 9 de Julio, Nuestra Señora de Fátima, El Molino, Las Morochas y El Picaflor, ya que son aptos para el consumo.
Los expertos aseguran que aunque se tenga la certeza de que son comestibles, el entorno urbano condiciona la posibilidad de establecer si maduraron de la manera correcta y si fueron expuestos a agentes que desnaturalizaron sus cualidades.
En otra variedad, los frutos de los árboles de mora que pueden hallarse a la vera del Camino a la Laguna, en el Parque Natural, en la zona de quintas, Cerrito Colorado y en el predio ferroviario; sí pueden comerse, siempre y cuando no se recojan del piso.

Sobre calle Gandini, entre Derqui y Escribano, dos ciruelos yacen uno al lado del otro y un tercero, más pequeño, en la vereda de enfrente “que se lo plantó el vecino que tiene los otros dos  en la puerta de su casa. Como el cantero estaba vacío, le dijo si quería una que él había germinado en su propio patio”, explicó Cecilia que salió de su casa para dialogar con Democracia.
En calle Sarmiento, entre Gandini y Arias, sobresale un gran níspero, que tiene múltiples beneficios para la salud, tanto los frutos como sus hojas, con las que se preparan infusiones. Es originario del sudeste de China, y fue introducido en Japón, donde se naturalizó y lleva cultivándose más de mil años.
En lo que respecta a las paltas, en las zonas de calles Italia y Siria; Winter, frente al Colegio Normal; Juan B. Justo y Rivadavia se pueden observar tres ejemplares de muchos años, respectivamente. “Además de las calles, por ejemplo en Casa Ordiales hay una gigantesca, al igual que en la Casa del Pueblo, donde hay tres enormes”, explicó un conocedor en el tema.

Los tilos
Noviembre es el turno del tilo, cuya flor invade de perfume a las calles de la ciudad y los vecinos viven distintas emociones, en avenida San Martín, Plaza 25 de Mayo y gran parte del barrio Villa Belgrano.
Quizás se podría definir como un aroma nostálgico que recuerda a la casa de los abuelos, infancia, el barrio, al club y además anuncia la llegada de fin de año con las fiestas del 24 y 31 de diciembre.
En su uso medicinal, el efecto relajante de la planta de tilo se siente de forma particular en el sistema cardiovascular, en especial cuando se presenta hipertensión, ya que posee acción hipotensiva, es decir, que baja la presión de la sangre. Además, se ha observado la capacidad de restaurar las paredes de los vasos sanguíneos.
Tiene efecto sedante sobre el sistema nervioso. Ayuda a quienes padecen nerviosismo, estrés e insomnio, ya que alivia sus síntomas. En caso de padecer mucha ansiedad, se recomienda beber al día 2 o 3 tazas de té en infusión, unos 15 minutos después de las comidas. En caso de insomnio, una taza antes de acostarse.

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