None
Como afirma Galdeano, querían extender el túnel hacia Lebensohn y en cruz.
HABRÍA SIDO CONSTRUIDO A FINES DEL SIGLO XIX

El túnel de calle Arias 63, un enigma de más de 100 años que empieza a revelarse

Los pasadizos existen en Junín desde hace cientos de años, pero se mantuvieron ocultos por razones de seguridad. La entrada a uno de los pasajes fue hallada en el sótano de una casa que había cambiado de dueño, cuando realizaban reformas. Las distintas hipótesis.

Los túneles en Junín existen desde hace cientos de años, pero se mantuvieron en secreto por razones de seguridad
El ingreso al único de los pasadizos hasta ahora descubierto, fue hallado en el sótano de una casa de nuestra ciudad, y tendría varias ramificaciones subterráneas, tantas como las múltiples hipótesis que hilvanan los investigadores e historiadores. 
En 1984, la vivienda de Arias 63 cambió de dueño, y entre trabajos de reformas, los albañiles “descubrieron” algo que hasta ese año habían sido solo creencias: un túnel nacía desde el corazón de la propiedad y se bifurcaba hacia la puerta de entrada y calle Lebensohn.
“Para nosotros no fue ningún descubrimiento, era lo más natural, el sótano de mi casa que fue la licorería de David Panizza”, contó Yuki Panizza a Democracia quien vivió desde muy chica en la vivienda de Arias, propiedad que adquirió su padre Halley en 1940 donde en la década de 1890 funcionaba la taberna de su tío abuelo.
Las fotos, tomadas por Osvaldo Danunzio, salieron a la luz y la comunidad de Junín empezaba a desarrollar distintos tipos de suposiciones. Después de décadas de mitos y creencias, finalmente eran una realidad.
“Sabíamos que estaban, pero mis padres no le daban importancia y era lo más natural, pero no me dejaban bajar, porque tenían miedo de que se rompiera la escalera de madera que medía un metro”, remarcó Yuki. Y agregó: “Cuando vendí la casa, hicieron reformas, lo vieron los obreros y salieron las fotos”. 
Treinta y cinco años más tarde, las hipótesis del único pasaje subterráneo encontrado hasta estos días siguen siendo variadas, y el acceso a los pasadizos revestidos con ladrillos es imposible, ya que, según explicaron, la entrada fue sellada con una losa. 
“Recuerdo ver allí alguna botella y porta envases de madera. Para mí los túneles son más viejos y David los utilizó para almacenar el alcohol. En un extremo, se pasaba a una habitación que quedaría debajo del local. En Arias 61 estaba el local y en el 63, la casa de familia”, afirmó Panizza.
 “En definitiva, se supone que fueron hechos en la época del Fortín que estaba en Plaza 25 de Mayo, donde dicen que, por ubicación geográfica,  también yacían los túneles de la caballeriza”, opinó Panizza.
“Cuando fallecieron mi madre y abuela (80 y 82) mis hijos hicieron de la casa su guarida y anduvieron explorando los túneles”, recordó. 

“Necesitaba un lugar fresco”
El misterio sigue latente, pero suena fuerte la teoría de que el conducto fue construido con el fin de almacenar las bebidas alcohólicas, donde además, se destilaban licores, fraccionaban vinos y producían cervezas. Un lugar ideal para mantener una temperatura óptima.
En ese sentido, uno de sus hijos, Abelo Galdeano indicó: “Esa era la casa de mi abuelo, y toda la vida supimos que esos túneles estaban ahí, desde el momento que la compraron. Había una tapa cuadrada de más de un metro, debajo de una cama, en una habitación”.
“Cuando mi abuelo compró la propiedad, él sabía que esos túneles estaban, pero no les dio ningún uso. Construyó una casa nueva y se tomó el trabajo de dejar una tapa de entrada”, aclaró.
“En mis últimos años de la secundaria, cuando mueren mi abuela  y bisabuela que vivían ahí, quedó la casa desierta y mi mamá me la dio para armar una sala de ensayo y guardar mis equipos de DJ y un piano. Ahí fue cuando me introduje en las profundidades por más de un año y medio”, confirmó.
“Esa propiedad antiguamente fue del licorero David Panizza, tío abuelo de mi abuelo que la compró entre 1939 y 1940 en estado de abandono, cuando regresó de estudiar óptica en Buenos Aires”, agregó. 
“Esos túneles David los usaba de depósito para el vino, ya que él tenía una licorería en un local ahí arriba a fines de 1800 donde además vendía cervezas, entre varias bebidas alcohólicas. Está documentado que vendía vino, licores y cerveza que él mismo hacía”, remarcó.
“Era su cava y estaba armado para que así sea. Era de uso utilitario. Incluso, cuando yo bajé por primera vez, encontré un alambique por lo que supongo que también hacía los destilados. Tenía caños de estaño, válvulas y grifos de bronce, que por la época sería inglés o francés”, recordó.
“Estoy seguro de que ese lugar era usado como bodega, porque en esa época la cerveza no se pasteurizaba y no había heladera. Como tenían que mantenerla a baja temperatura, la guardaban ahí, porque además necesitaban un lugar oscuro, a un metro bajo tierra, donde la temperatura no se mueve de 19 grados en todo el año en esta zona”, subrayó.

“Un pasillo y tres cámaras”
Consultado sobre cómo estaba conformada la estructura, Galdeano explicó: “Era un pasillo que nacía desde el corazón de la propiedad hacia calle Arias. A los costados tenía tres cámaras redondas, cada una de 3 por 4 metros, armadas como los hornos de barro. 
“Por lo que yo pude ver durante más de un año, había indicios de que habían estado construyendo una ramificación perpendicular en la mitad, ya que estaban las marcas de pala en la pared”, profundizó.
“Se ve que en el momento que David Panizza lo abandonó, estaban en pleno plan de expansión. Era una sola rama y claramente había intenciones de expandirla hacia calle Lebensohn y en cruz, ya que en el medio del pasillo había una intersección que salía para Narbondo y Saavedra”, destacó.
“A principio de 1980, no había cámaras de foto como las de ahora y las analógicas no tenían flash. Desde arriba tirábamos alargues con foco de 25: éramos pibes, 16 y 17 años. Intentamos pero sabíamos que iban a salir”, concluyó. 

“El primero en descubrirse”
Siempre fueron parte de mitos urbanos entre los habitantes. Se ha dicho que existe un gran pasadizo que iría por debajo de la Iglesia San Ignacio conectando los edificios públicos, desde la Municipalidad hasta las escuelas y la zona del Colegio Industrial, donde Narbondo tenía su quinta. 
Desde el Archivo Histórico del Municipio de Junín, Alfonsina Iacullo expresó: “El de Arias es el primero que apreció y que nunca se pudo investigar bien porque está debajo de casas privadas. Entonces las personas te tienen que dar el permiso.
“Dicen que Frente al Automóvil Club, hace más de 15 años, cuando cavaron la calle Lebensohn para poner un transformador, encontraron un túnel, lo cortaron y taparon con cemento, que sería de otra rama distinta”, afirmó. 
“También que en la Escuela de Comercio y en la Sociedad Española se podía entrar a uno. Otros dicen que debajo de la Municipalidad y de la Iglesia también existen otros. Si están, están cerrados”, remarcó.
“Hay una versión que dice que fue de la época del fuerte que estuvo desde 1827 a 1950. Por lo que se ve en la foto es una construcción muy buena para esa época y para mí es posterior, más hacia final del siglo XIX que era un pueblo medio de frontera, que podrían haberse usado para refugiarse o comunicarse”, aclaró.
La época mencionada por la experta, también coincide con los años en que funcionaba la licorería, iniciada allá por 1895. 
“La segunda emigración de europeos a América, se dio en los años de la Primera Guerra Mundial. Ellos usan mucho la construcción debajo de tierra y eso se puede ver en casas del viejo continente. Acá hacían un sótano que después los podían comunicar”, aclaró.

“No es de la época del fuerte”

Para Iacullo, el túnel de Arias 63 no es de la época del fuerte que “tenía la pared, el foso de 3,40 metros de profundidad y 3,40 de ancho para que los caballos no puedan superarlo cando había ataque de malón”. Y agregó: “Si habían túneles, tendrían que haber tenido más de 5 metros de fondo”.

“Por eso yo creo que los túneles son después de mitad de siglo XIX cuando se rellenó el foso. Además, el túnel de Arias geográficamente está a fuera del fuerte”, concluyó.

En Buenos Aires y La Plata

El tema de los túneles no es exclusivo de nuestra ciudad. Existen pasadizos en la Ciudad de Buenos Aires y en La Plata, que fueron reabiertos y hoy funcionan como sitios históricos, tanto en la Casa Rosada, en la Manzana de las Luces y en la plaza Islas Malvinas de la ciudad de las diagonales. 

COMENTARIOS