Ramón Arias lleva más de cincuenta años ejerciendo la enfermería y es uno de los referentes de la profesión en Junín.
Ramón Arias lleva más de cincuenta años ejerciendo la enfermería y es uno de los referentes de la profesión en Junín.
RECONOCIDO PROFESIONAL DE NUESTRO MEDIO

Ramón Arias: “La enfermería es un apostolado”

Lleva más de cincuenta años dedicado a esta actividad. Fue pionero en la atención domiciliaria. Estuvo desde la apertura de la delegación local del Pami, de donde se jubiló como auditor. Y fue un referente sindical en la entidad.

Ramón Arias cree que, de alguna manera, el destino quiso que fuese enfermero. Nació en un ranchito de chapa en la pequeña localidad puntana Nahuel Mapá, en donde su madre era asistida por algunas vecinas, pero el parto tuvo algunas complicaciones y la mujer estuvo muy cerca de la muerte. Quien la salvó fue, justamente, un enfermero, al que tuvieron que ir a buscar en una zorra del ferrocarril a 40 kilómetros.
“Creo que venía predestinado, no tuve que elegir nada, la enfermería me eligió a mí y ya no me aparté más de ella”, dice hoy, con 50 años de ejercicio de la profesión y orgulloso de haber tomado este camino.

“Soy un enamorado de mi profesión y la ejercí de la mejor forma”.

Primeros años
Hijo de un ferroviario, cuando tenía dos años, Ramón se mudó con su familia a Laplacette, luego a Iriarte y finalmente a Fortín Tiburcio.
Hizo la primaria en la Escuela N°19 de Junín y el secundario en el Comercial, aunque lo terminó de adulto porque debió salir a trabajar siendo un adolescente: fue panadero, almacenero, acopiador de aves, cuidador de chanchos, hizo limpieza de abrojos y varias otras actividades vinculadas al campo.
Como en Tiburcio no había enfermeros, el médico de la localidad, el doctor Navone, lo invitó a formarse en la Asistencia Pública (hoy Hospital Abraham Piñeyro) para desarrollar esa actividad. “Tenía 17 años. En ese entonces la capacitación era empírica”, recuerda.

“Creo que dejé un legado y me siento plenamente realizado”.

Enfermero
Aquí lo formó el doctor Cogorno. Al tiempo ingresó en la sala de primeros auxilios de Tiburcio y desarrolló su profesión allí y en el hospital.
Ya metido de lleno en la profesión, cursó la carrera de auxiliar de enfermería y, más adelante, fue enfermero profesional e hizo la licenciatura.
Cuando llegó la delegación del Pami a Junín le propusieron ser el enfermero de la entidad. Allí hizo gran parte de su desarrollo profesional, y permaneció en la entidad 42 años, seis meses y dos días, de donde se jubiló como auditor. En el medio, debió dejar el hospital.
Al mismo tiempo, fue pionero en la atención domiciliaria al instalar un centro de enfermería, con otros cinco colegas, que fue muy exitoso.
“Le dediqué mucho a la profesión porque me gusta ayudar a la gente –explica– y siempre tuve pasta para estar al lado del enfermo. Con el tiempo me especialicé en gerontología y me dediqué, más que nada, a los adultos mayores. Amo esta profesión”.

Sindicalismo
Cuando se estaba formando el sindicato de los trabajadores del Pami, sus compañeros le pidieron que se ponga al frente y eligieron a Arias como su representante. “No sé si por aventura o qué, pero empecé a hacer ese trabajo, hasta que logramos formar la UTI” dice, en referencia a la Unión de Trabajadores del Instituto Nacional de Servicios Sociales de Jubilados y Pensionados.
Fue secretario general de la delegación Junín y miembro de la comisión nacional por tres períodos.
“La tarea sindical en el Pami fue bastante ardua, hubo que pelear mucho por las conquistas para los trabajadores” afirma. Según dice, allí “siempre se cometieron injusticias porque todos lo manejaron políticamente”.
Con todo, se muestra satisfecho de haber podido ser fiel a sus convicciones: “Mi orgullo es nunca haberme doblegado ante el poder. Mi más destacada actuación sindical fue cuando, junto a los trabajadores, lideré el desplazamiento de un gerente que manejaba el Pami como un patrón de estancia. Fue una lucha despiadada. Pero sentí el apoyo de mis compañeros y de la población y gracias a eso se pudo hacer”.

“Mucha gente me dice ‘con todo lo que sabés, ¿por qué no estudiaste medicina?’ pero nunca confundí la profesión, yo no quiero ser médico”.

Su profesión
Abrazó la enfermería con pasión, aun cuando es una actividad difícil en la que se trabaja con el dolor: “Nos enseñan a no involucrarnos, pero es imposible no hacerlo. Es obvio que se sufren las pérdidas, pero también hacemos el duelo como lo hace cualquier persona que pierde un ser querido”.
Arias siente que con el paso del tiempo hay un mayor reconocimiento a la enfermería, aunque todavía hay una mirada social que ve a esta como una actividad menor dentro del sistema de salud. “Mucha gente me dice ‘con todo lo que sabés, ¿por qué no estudiaste medicina?’ pero yo nunca confundí la profesión, yo no quiero ser médico. Son dos profesiones que van paralelas. La enfermería ha crecido mucho, se ha profesionalizado, hay especializaciones, eso es muy importante, mi legado es el de haber convencido a mucha gente de que sigan estudiando y que no dejen los espacios vacíos”.
Y al momento de hacer un balance, concluye: “La enfermería es un apostolado porque uno está disponible las 24 horas del día, los 365 días del año. Considero que nací para esto. Soy un enamorado de esta profesión y creo que desde el primer momento la ejercí de la mejor manera. Y me siento orgulloso de eso, porque tres de mis hijos siguieron el mismo camino, mi hermana fue una enfermera muy buena, un hermano mío con más de 40 años está estudiando lo mismo, y mucha gente hizo esta carrera guiados por mí, tengo muchos discípulos. Creo que he dejado un legado y me siento plenamente realizado”.

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