El estremecedor abuso que sufrió una joven de 16 años el fin de semana pasado a la salida de un boliche conmovió a la ciudad y generó reclamos sobre la nocturnidad y especialmente sobre los controles y la seguridad de los jóvenes.
Como si el hecho acaecido a la joven juninense no fuera suficiente tragedia, días atrás se conoció un caso de abuso ocurrido en Lincoln, dentro de una escuela, cuya víctima tiene apenas 8 años y su agresor 13.
La realidad es que los distintos tipos de violencia requieren cada vez más atención, especialmente desde todo aquello que pueda hacerse en el ámbito de la prevención.
En marzo de este año, el Indec publicó un informe con cifras de casos de violencia registrados contra las mujeres desde los 14 años, en nuestro país y que abarcan desde 2013 hasta 2017. Los datos son impactantes y reflejan que se cuadruplicaron en ese período: en 2013 había 22.577, y en 2018, 86.700.
Democracia dialogó con referentes de distintos sectores de salud y equipos de acompañamiento que interactúan junto a otras dependencias locales para abordar los casos de violencia y brindar contención a las víctimas.
Sistema en alerta y atención temprana
La psicóloga Yamila Avagnina Iun Ferrero es referente del programa de violencia de la provincia en el Higa, que interviene sobre los distintos hechos de violencia o abuso que puedan llegar al sistema de salud.
Cuando ingresa un caso de este tipo, “lo que normalmente se hace es ponernos en contacto enseguida para conocer la situación del ingreso puntual. El sistema de salud entra en alerta”, explicó la profesional que acompaña al equipo de salud y que se compone de médicos, asistentes sociales y el área de salud mental.
A su vez destacó que el Ministerio posee una serie de protocolos en donde en función de la situación que se presente se ponen en marcha distintos mecanismos, ya sea por casos de abuso de adultos, de niños o distintas situaciones de violencia de género o de otra índole.
Cuando una mujer refiere que fue abusada o sufrió algún tipo de violencia sexual “se pone el alerta dentro del sistema de salud para seguir el protocolo que incluye eventualmente una serie de pasos que en muchos casos incluye herramientas como medicación para protegerla de cualquier enfermedad infectocontagiosa, embarazo no deseado y acompañamiento psicológico así como la articulación de inmediato con las otras instituciones intervinientes”, entre ella Fiscalía, Comisaría de la mujer, Equipo de territorio del Municipio.
Para el caso que involucre a un menor, se toma contacto con el Servicio local de Promoción y Protección de los Derechos del Niño.
Iun Ferrero hace hincapié en la celeridad en la atención ante casos de violencia sexual.
“Es muy importante que haya una atención temprana de la situación. Se evalúa caso por caso y lo primero a evaluar es la situación de la víctima. En principio nos ponemos a disposición y que la persona esté dispuesta a hablar. A veces prefiere esperar. En estos casos hay que ser muy cuidadosos y prudentes de que son situaciones extremadamente traumáticas y hay que respetar los tiempos de la víctima para que pueda hablar, contar lo que pasó”.
La referente del Higa destacó que “todos los profesionales del sistema de salud están preparados para detectar situaciones de maltrato o violencia y abuso. La comunicación y la articulación con otras instituciones es fundamental para detección temprana, prevención e intervención”.
Trabajo articulado
La Comisaría de la Mujer, a cargo del comisario Sebastián Diaz es un eslabón clave en la línea de atención de las denuncias de casos de violación.
En diálogo con Democracia, Díaz explicó: “Somos informados de cualquier dependencia policial o de cualquier institución escuela o el mismo hospital e inmediatamente interviene el equipo interdisciplinario que da la primera asistencia y contención y luego se recepciona la denuncia y se da intervención a la Fiscalía”.
Una vez que la denuncia pasa a la Fiscalía, salvo que desde allí se pida alguna diligencia urgente -como declaraciones de testigos o inspección del lugar del hecho-, la tarea de la dependencia llegaría hasta allí.
Desde el municipio interviene la Dirección de Asistencia Ciudadana que funciona dentro de la Secretaría de Seguridad y está a cargo de Jonatan Guitart.
“Trabajamos en forma articulada con la policía ya sea Comisaria de la Mujer o cualquier otra fuerza policial o el Hospital si es quien recibe el caso”, explicó el director.
La tarea del área “en todos los casos, no solo de abuso, es el acompañamiento constante pero no invasivo. A veces el grupo familiar de la persona nos pide que no hagamos intervenciones porque ellos tienen una estructura donde se sienten cuidados y en esos casos nos ponemos a disposición y la intervención termina ahí. Nosotros trabajamos a demanda de la persona que lo requiere ya que no buscamos generarle una molestia más”.
En muchos casos el acompañamiento se realiza desde el momento posterior al hecho y hasta el momento del juicio, toda la investigación penal preparatoria, juicio e incluso con posterioridad, como es el caso de Camila Borda, según destaca Guitart.
La Dirección de prevención y asistencia en violencia familiar es otra de las áreas que traspasan diferentes hechos ya sea por demanda espontánea o derivaciones.
Yanina Picchelli, referente del servicio destacó que actualmente se está realizando “en coordinación con Fiscalía y Comisaría de la Mujer un abordaje del tema de noviazgos violentos, detección de casos desde el noviazgo. Son una serie de charlas en todas las escuelas.
Las chicas que detectan alguna situación son acompañadas desde lo psicológico y lo social.
Generalmente son derivaciones de Fiscalía, Comisaría de la Mujer, Juzgado de Familia, de diferentes instituciones”.
En la niñez
En muchos casos de abuso se dan situaciones en las que la víctima convive no solo con lo traumático del hecho sino con las secuelas.
La psicóloga Raquel Petraglia se refirió a esa cuestión, e hizo hincapié en la situación cuando es atravesada por niños.
“Es un hecho que siempre deja secuelas. Dependerá de cada persona y en muchos casos de la circunstancia. Los casos más dramáticos son de mucha violencia o situaciones de abusos por parte de familiar cercano”, destacó.
“Cuando se producen en la niñez suelen dejar más secuelas. Todo depende del abuso y de la historia previa de la persona abusada también. El abuso en niños es tremendo porque no solo es un acto de violencia sino que además es disruptivo en cuanto a la sexualidad del menor que todavía no tiene elementos como para darse cuenta de qué es lo que está pasando en esa circunstancia. Lo va a entender una vez que llegue a la adolescencia y se da una resignificación de esa situación traumática y entienden cómo fue abierta una cuestión de la sexualidad prematuramente. Y se vuelve más traumática. Es una especie de trauma en dos tiempos”, explicó.
Petraglia aseguró que: “Siempre el abuso tiene un efecto traumático y puede dejar secuelas, creo que si es un menor son mayores los miedos, las marcas y la angustia. En la persona mayor también pero ese adulto tiene otras herramientas como para tramitarlo”.
Despegar del sentimiento de “responsabilidad” o “culpa”
En muchos casos, según la profesional, se debe trabajar la cuestión de la “sensación de complicidad”.
“Estos niños, muchas veces a instancias del abusador no cuentan lo que pasó y cuando son adultos y logran contarlo sienten como que durante esos años fueron cómplices de una situación y eso es lo que hay que desmontar”, se trata de aclarar: “Acá fuiste la víctima de una situación que no elegiste. Se trata de un adulto con su sexualidad enferma que irrumpe en la vida del niño que todavía no tiene la misma sexualidad del adulto”.
Incluso en casos de abusos de jóvenes o adultos también se genera esa sensación de “culpa y responsabilidad”.
Se da incluso socialmente, cuando se dice “ella iba vestida de tal manera o estaba alcoholizada o se subió al auto de un desconocido”.
Según Petraglia: “Por supuesto que uno puede tomar medidas para prevenir situaciones de este tipo pero es importante dejar en claro: nunca sos la provocadora del abuso”, enfatizó.
“No todo el mundo es abusador. Hay que tener una personalidad muy psicopática o perversa para abusar de alguien que no consensúa un vínculo sexual. Podemos decirle a un adolescente que evite situaciones donde pueda pasar por un acto de violencia o no darle la oportunidad a un enfermo de que cometa el abuso, pero aclararle: no provocaste el abuso”.
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