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La educación sexual integral se da en las escuelas de Junín de manera transversal en todas las asignaturas, enfatizando la aceptación de la diversidad.
EL CONGRESO DISCUTE UN PROYECTO DE REFORMA DE LA LEY DE ESI

Debate: cómo se dicta la educación sexual integral en colegios de Junín

En las diferentes escuelas se da de manera transversal en todas las asignaturas, poniendo el énfasis en la aceptación de la diversidad. Las privadas piden respeto al ideario institucional y las convicciones morales, y critican la “imposición” de la ideología de género. Aún se ven casos de rechazos a los nuevos diseños de familia y elecciones sexuales. Los docentes hacen cursos y talleres para capacitarse en este tema.

Cuando parecía que se había acallado el debate entre “verdes” y “celestes”, luego del rechazo del Senado al proyecto de legalización del aborto, una iniciativa por reformar la Ley 26.150, de Educación Sexual Integral (ESI), revivió la disputa.
Fue en un plenario de las Comisiones de Educación y de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia de la Cámara baja, donde irrumpieron llamados militantes provida con la consigna “a mis hijos los educo yo”, lo que volvió a poner en el centro de la escena las discusiones por la educación sexual.
En Junín, ese debate no está ausente. Si bien no es algo público ni mediático, no menos cierto es que las escuelas confesionales piden que se tenga respeto al ideario institucional y a las convicciones morales y religiosas, al tiempo que rechazan la “imposición” de la ideología de género.
Con todo, hay que decir que referentes educativos de diferentes niveles señalaron ante Democracia que la educación sexual integral se dicta en todas las escuelas, haciéndolo –tal como se indica desde el Ministerio de Educación y Deportes de la Nación– de manera transversal en todas las asignaturas, apuntando a enfatizar la aceptación de la diversidad. 

“Hay un avance importante”
La inspectora de nivel inicial Graciela Bauer explica que en todas las instituciones se trata la educación sexual con abordajes continuos, sistemáticos e interdisciplinarios, enmarcados en un proyecto institucional pensado para que las alumnas y alumnos “tengan mejores saberes y habilidades”, y que durante la niñez, adolescencia y en todo momento “puedan ser críticos, tomar sus decisiones y sean capaces de tener una buena relación con su sexualidad”.
Para esto no hay una asignatura específica ni se aborda en una sola materia, sino que se hace de manera integral. “La ESI tiene marcadas tres puertas de entrada”, señala Bauer, para luego profundizar: “Una es el conocimiento de su propio cuerpo, de sus partes y de su cuidado; otra tiene que ver con lo institucional, que está relacionada con lo que sucede y con situaciones que irrumpen, entonces, si pasa algo con un alumno determinado, por ejemplo, un caso de abuso o de discriminación, ahí se trabaja esto que aparece de repente, y también con la organización de la vida institucional y los acuerdos necesarios como para que cualquiera de los alumnos y alumnas puedan decidir; y la tercera puerta es el trabajo con la familia y la comunidad”.
Sobre todos estos temas hay lineamientos que vienen del Ministerio, que apuntan a “favorecer el conocimiento de sí mismo, el cuidado del propio cuerpo, la aceptación de la diversidad y del género que uno decide tener, lo mismo que el respeto por las diferentes constelaciones de familia que hoy existen, porque antes uno entendía el núcleo familiar como padre, madre, hijos y abuelos, mientras que ahora hay otras constituciones, que pueden ser de dos mamás, o dos papás, alguien trans, y estas diferencias deben ser respetadas como parte de la sociedad”.
Bauer remarca que todos los docentes fueron capacitados en ESI en todos los niveles y modalidades.
Asimismo, la inspectora reconoce que es un tema complejo que, en ocasiones, no es de fácil aceptación. “No se puede negar que hay una resistencia –reconoce–, los docentes tenemos un camino realizado y, de a poco, se está cambiando”. De acuerdo a su mirada, la comunicación es “el enlace fundamental” para poder llevar adelante la ESI: “Cuando miramos al otro, lo respetamos en la diferencia y cuando podemos comunicarnos y escucharnos, siempre es más fácil. Entiendo que con las familias suele ser más complejo, por eso es fundamental comunicar, escuchar y respetar al otro”.
Ante esta dificultad en la aceptación y las diferencias en cada una de las familias a la hora de abordar esta temática, hay que decir que las escuelas tienen un lineamiento para trabajarlo. “Esto no es algo que no se piensa”, sostiene Bauer. Y dentro de esos principios se trabaja “sobre el cuidado del cuerpo y de la salud, las perspectivas de los derechos de cada uno, el respeto la diversidad, y el reconocimiento a las diferentes perspectivas de género que existen”.
Los contenidos son amplios y para todos, y cada institución los aplica de acuerdo al lugar donde se desarrolla y a la problemática específica que pueda tener. Por ejemplo, si en un establecimiento hay casos de discriminación o se producen embarazos no deseados, eso se trabaja específicamente y se pueden contextualizar los contenidos a eso.
En referencia a la aplicación de la ESI en Junín, Bauer puntualiza: “Hay un avance importante, sobre todo por la no discriminación y la aceptación de las diferencias, por las decisiones que toma cada uno, por los distintos formatos de familias, por ejemplo, hay varios jardines que tienen chicos con dos papás, o dos mamás, o un papá trans, o una mamá trans, y esto no está generando ningún tipo de inconveniente en las relaciones, así que creo que el adelanto es importante Obviamente, todavía hay algunas cuestiones dentro de la sociedad, pero me parece que el avance se da cada vez más”.

“No” a la ideología de género
Carlos Olguín, sacerdote, abogado y representante legal del Colegio Padre Respuela, afirma que la ESI se da tanto en las escuelas de gestión estatal como las de gestión privada.
Como miembro de un establecimiento confesional, Olguín subraya que la Ley 26.150 “garantiza a las familias el derecho a educar a sus hijos de acuerdo a sus convicciones morales y religiosas, y, por otro lado, se garantiza a los establecimientos educativos que puedan respetar su ideario y el contenido de la ESI vaya de acuerdo a su proyecto institucional”.
Según su análisis, esto está en riesgo a partir del proyecto que propone modificar esta norma: “Han logrado que se presente una iniciativa en donde se incorpora como contenido de la educación sexual integral a esta ideología de género, que es un conjunto de ideas que tienen algunas características específicas: una de ellas es que es anticientífica, ya que deja de lado todo lo que la ciencia ha ido aportando y, por ejemplo, dice que la sexualidad humana es un producto de la cultura y no tiene que ver con la naturaleza humana, y esto no tiene nada que ver con lo que dice la ciencia. Dejan de lado la anatomía, la fisiología, la biología, las neurociencias, la genética, porque dicen que eso no determina la sexualidad ni el género de la persona, sino que es la cultura la que hace que uno sea hombre o mujer. Lo cultural diría que si yo me autopercibo mujer, inmediatamente lo soy. El conflicto aparece cuando se quiere imponer en el diseño curricular algo que es anticientífico”.
Otro de los cuestionamientos a esta propuesta, por parte de Olguín, se basa en que esta norma adquiriría un carácter de orden público, lo que implica que estos contenidos deban enseñarse “incluso, más allá del ideario de las instituciones y de las convicciones de los miembros que las componen”.
El sacerdote hace hincapié en que “la ideología de género necesita del Estado” para que la imponga: “Esta ideología no dialoga, no es algo que se propone sino que se impone, y lo vemos en el proyecto de reforma de ley, porque sería el Estado el que me obliga a mí a aceptar esa fantasía de que si yo me autopercibo mujer, ya lo soy. Y hay un paso más: me obliga a financiar esa fantasía. Un ejemplo muy concreto de eso es que se están repartiendo hormonas femeninas gratuitamente para quienes se autoperciben mujeres siendo biológicamente varones, entonces, esas hormonas no las paga el que la recibe, alguien las paga por él, y en el trasfondo de esto están los laboratorios. Entonces, sí o sí la ideología de genero necesita que el Estado la imponga”.
Respecto al abordaje que se hace en la actualidad de la ESI, Olguín indica que un comunicado reciente del Consejo Superior de Educación Católica Argentina (Consudec) reafirma que los colegios confesionales “son inclusivos” y aceptan a todos: “Si alguno, llegada una determinada edad, decide una orientación sexual contraria a lo que biológicamente es, lo respeta. Pero no se va a imponer para todos porque se sostiene que no es científico. Insisto: se acepta a la persona y su derecho a optar por su sexualidad, pero no lo va a enseñar como algo obligatorio ni científico. De hecho, se da que, en nuestras escuelas, hay docentes o alumnos que han optado por una sexualidad homosexual. También tenemos hijos de parejas homoparentales. Pero siempre se va a enseñar que, conforme a la naturaleza humana, la sexualidad implica que uno es varón o mujer. Dentro de la ESI, lo que no queremos es que se quite el derecho de los padres a educar según sus convicciones y a las instituciones de acuerdo a su ideario”.
Por último, Olguín observa que si bien “algo común en las escuelas es que en todas se enseña educación sexual integral”, su discrepancia se enfoca en que “en algunos lugares, se presenta a la ideología de género como un contenido más”. Y concluye: “Creo que tiene que haber un gran debate en esto, algo que falta, porque no es fácil dialogar con los grupos que impulsan esta ideología de género, agrupaciones feministas radicales u organizaciones LGBT, con las que se hace difícil dialogar. Por eso creo que faltaría un debate en donde la ciencia tuviera una palabra de peso”.

“Hay que defender la ESI”
Esta temática se incluye en las escuelas como parte de los proyectos anuales y a veces tienen que ser con actividades bajadas por los inspectores o hechas por ONGs, porque es difícil que los docentes adapten su currícula a la educación sexual integral. Por ejemplo, hay quienes ven dificultades en adaptar la ESI a las Ciencias Exactas, ya que en el imaginario colectivo esto comprende solamente la sexualidad, o la enfermedad o el embarazo, siendo que es mucho más amplio. Allí se podrían trabajar, entonces, las estadísticas, que es algo fundamental y que falta, y en matemáticas harían encuestas sobre el tema, que podrían ser muy útiles para saber con qué escenario se enfrenta el establecimiento, al tiempo que se trabajan los temas específicos de la asignatura.
Así explica Silvia Arce, Secretaria de Igualdad de Géneros y Diversidad de Suteba, la forma en que hoy se aborda esta temática. “La ESI es transversal a todas las materias –agrega– y los alumnos lo demandan como emergente de alguna situación en la clase o como una inquietud social, como fue el debate por el proyecto de legalización del aborto, un tema que generó preguntas y cuestiones de todo tipo”.
Arce remarca que para poder tratar la ESI hay capacitaciones y talleres gratuitos. Muchos de ellos se dieron en el Centro de Investigaciones Educativas (CIE), hay otros virtuales, y también los hay otras que son privados, de universidades, diplomaturas y ONGs.
En cuanto a las resistencias a la ESI, remarca que “es algo que apareció después del debate por el aborto, pero no tiene motivos para sostenerse” puesto que siempre fue una demanda de los padres: “Yo mismo he hecho encuestas en las que los padres pedían que la escuela interviniera sobre estos temas, y yo estoy convencida que esta oposición a la ESI ha sido abonada por algunas instituciones religiosas que pretenden otras cosas y es un retroceso”.
Como contrapartida, lo que Arce ve es que, en general, “los adolescentes y jóvenes tienen más claro lo que tiene que ver con la identidad de género, la sexualidad, la diversidad y los riesgos que hay por carencias en el sistema de salud”. Mientras que “los adultos, muchas veces son más inflexibles”.
Con todo, ante diferentes problemáticas que viven las escuelas, es distinto también el abordaje que se les da. Cada institución atiende una población específica y en algunas “se resisten, por ignorancia o por prejuicios, y se considera a la ESI como parte de una ideología de género, algo que es falso, en vez de fundamentar o escuchar de qué se trata y ver hacia dónde apuntan los objetivos del programa de educación sexual integral”.
Finalmente, haciendo un repaso general de lo que ocurre en Junín, Arce señala: “Veo que está creciendo, muchos docentes están demandando material, bibliografía y cursos, cada vez que se abre una capacitación se completa enseguida el cupo, y eso es positivo. Por eso creo que hay que defender la ESI y darles a los alumnos el derecho de recibir una educación sexual integral”.

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