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Convocante: La biblioteca Paz y Trabajo atiende entre 15 y 20 personas a diario.
EN SU MAYORÍA LAS VISITAN ADULTOS

Contra el paso del tiempo: las bibliotecas populares luchan, resisten y se reinventan

En muchos casos subsisten con las cuotas de los socios que les permiten pagar gastos básicos. Los subsidios se demoran y deben afrontar con otras propuestas y actividades la supervivencia cotidiana para mantenerse abiertas.

Casi como un objeto vintage. Así ven muchos a las bibliotecas. Un lugar que nunca visitaron, un lugar con libros “viejos” que, creen, ya no son necesarios.
No conocen el ritual que se vivía hace apenas 20 años atrás -y que todavía en algunos casos se repite- cuando "la seño" indicaba un trabajo de investigación, la búsqueda de alguna información imposible de rastrear en algún libro de esos que teníamos en casa.
O simplemente que era el lugar de encuentro para el estudio, el grupo de compañeros con quien responder interminables cuestionarios. Haciendo un poco de silencio para no molestar a los demás.
En una biblioteca, aunque cada uno estuviera en lo suyo, todos estaban en lo mismo. Hundidos en un libro buscando respuestas.
Hoy, sin dudas existen nuevas formas de obtener esas respuestas, desde casa, desde una plaza, sentados en un bar. Excepto en el banco, donde no se permite el uso de celular.
La tecnología volvió a muchos objetos, actividades y costumbres, en obsoletas y les dio una vuelta de tuerca que todo el mundo celebra. No obstante para muchos otros, algunos testarudos que no bajan los brazos, hay espacios que deben ser salvados. Tal es el caso de las bibliotecas populares.
Hoy la mayoría sufre el abandono de los socios, que poco a poco se borran, se esfuman. De quienes ya no la visitan, pero también sufren el desinterés de la clase política y que deriva en atrasos en el pago de subsidios, algo que aseguran, sucede desde hace años, como una constante.
Es así que con actividades y propuestas diferentes tratan de mantenerse vivas y vigentes. Claro que no todas pueden hacerlo del mismo modo pero por lo menos buscan recursos que les permiten subsistir.

Llenas de libros, vacías de gente
Luciano Toledo, presidente de la biblioteca Florentino Ameghino, ubicada en Padre Ghío 64, explicó con duras palabras la realidad que vive la institución: “Tenemos el frente más lindo de las bibliotecas populares (intervenido por la Escuela de Arte Xul Solar) pero por dentro estamos en otras condiciones”.
La biblioteca cuenta con alrededor de 200 socios pero asegura que solo pagan su cuota mensual menos de 30 personas.
“Se acercan muy poco los chicos y lo primero que consultan es la clave del wifi”, relató. 
A pesar de ello, “las escuelas del barrio nos visitan, los chicos vienen a conocerla y algunos pocos se acercan a estudiar a veces”.
La institución brinda algunos talleres para poder solventar gastos y pagar algunas obligaciones de impuestos pero según su presidente,  “no tenemos bibliotecario porque no tenemos para pagarle”.
Cursos de fotografía, taller de ayudante terapéutico y taller de escritura creativa son algunas de las actividades con las que ayudan a su pequeña economía “y le pagamos a una persona que hace una tarea de bibliotecario”, explicó.
La realidad de la biblioteca Manuel Belgrano,  en Siria 385,  no es muy diferente, retrotraída a un público de personas mayores de treinta años que acuden a retirar novelas, la mayoría del material que concentra la institución hoy, que cuenta con 140 socios.
“La gente que va a la biblioteca es gente mayor que retira novelas o material de lectura de historia o algo específico, todos mayores de 30 años. Los estudiantes de primario y secundario ya no acuden, eso se perdió”, aseguró Virginia Pedretti, tesorera y a ello adhiere Vanesa, la bibliotecaria que asegura que atiende a 3 personas por día, en el horario vespertino de la biblioteca.
“Los chicos ya no vienen”, aseguró. Incluso ya no cuentan con las visitas escolares que en su momento se hacían.

Actividades para reinventarse
La Biblioteca Popular Paz y Trabajo, ubicada en Primera Junta 301 es tal  vez una de las que puede considerarse convocante.
Cecilia, la bibliotecaria, aseguró que cuentan con 250 socios, pero activos, estrictamente al día con sus cuotas, son alrededor de 160.
“Abrimos a la mañana y a la tarde, en días alternados y vienen por día entre 15 y 20 personas, de variada edad, como adultos, jóvenes y adolescentes. Los jóvenes en su mayoría de entre 25 y 40”, estimó. 
Según Cecilia los visitantes retiran libros de lectura aunque a veces buscan un tema particular “y les sirve más lo que encontramos en un libro que lo que pueden conseguir en internet. Pero son los menos”.
A la hora de nutrirse de material, la comisión elige comprar novelas, best sellers y ya no los  libros de texto.
“Los  chicos no buscan todo por internet”, discrepa con la creencia de la mayoría, “es solo que a  veces se les exige un autor y por eso no buscan en otro libro”.
La biblioteca ofrece cursos de italiano los lunes y miércoles a la tarde, por un programa de Extensión Cultural del Municipio.
Por su parte, María del Carmen Piriz, tesorera de la biblioteca 9 de Julio, en Roque Vázquez 71, destacó que en promedio cuentan con 500 socios que en muchos casos van a la biblioteca a consultar o en su defecto a retirar libros para lectura. 
“Con talleres de incentivación a la lectura, a cargo de una profesora, logramos tener chicos chiquitos  que se asociaron, son alrededor de 80”, contó la tesorera.
Los talleres se realizan todos los días y duran una hora.
“Eso logró que se mueva la literatura infantil para el cual tenemos un Rincón Infantil con almohadones, alfombras, bibliotecas pequeñas de madera, especialmente para ellos”, explicó Piriz, que en sintonía con las Cuenteras de la Esquina organizaron recientemente una jornada con narradoras de la Compañía Verde Violeta y a través de la Escuela de Estética.
La bibioteca además recibe visitas de escuelas y jardines, como salida educativa.

Subsidios y subsistencia 
Pedretti explicó que el único subsidio que recibe la biblioteca Manuel Belgrano es el de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares.
“Desde el municipio no hay ningún subsidio ni material bibliográfico que llegue a la biblioteca. La ayuda es solo a través de la cuota de socios y el subsidio de Conabip tanto como bibliografía que mandan ellos”.
Toledo, por su parte aseguró que “la situación es crítica, desde el cambio de gobierno quedó desarticulado y desde el Ministerio de Gestión Cultural de la Provincia que es quien deposita los subsidios se atrasan mucho en los pagos, no dan respuesta. Afip reclama las presentaciones del sindicato de trabajadores civiles y de Sadaic porque tenemos deuda. Tuvimos que dar de baja todo”, explicó y aclaró que “a raíz de distintas falencias en las comisiones que fueron pasando hicieron que se caiga la personería jurídica y por ende se cayó también el subsidio de la Conabip”.
Cecilia, de la biblioteca Paz y Trabajo explicó que si bien reciben el subsidio de Conabip -de la nación- y uno de la Provincia para afrontar sueldos, “este último está atrasadísmo y es el problema de todas las bibiliotecas de la Provincia. La cuota de socios salva las papas pero no alcanza. Los subsidios de provincia llegaron hasta Junio y ahora tienen que ponerse al día. Conabip manda la partida más importante, de 40 mil pesos anualmente para las bibliotecas pero no llegó todavía”, explicó.   

La resistencia 
En los últimos años cerraron 70 de las casi 500 bibliotecas de la provincia de Buenos Aires, según informaron desde la Federación de Bibliotecas Populares. 
La cuestión más difícil de afrontar junto a la merma de socios es la demora en la recepción de los subsidios, que obliga a las bibliotecas a buscar opciones para poder solventarse.
En la mayoría de los casos, cuando otras instituciones educativas se vinculan con las bibliotecas populares, o bien éstas proponen actividades para la comunidad, los resultados pueden ser más satisfactorios. Pero no por ello fáciles, claro.
Se requieren ganas de gestionar y remar contra la corriente. En definitiva la lucha cotidiana de las bibliotecas populares es más que nada contra el tiempo. Contra el olvido.

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