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Moisés Lebensohn fundó el Diario Democracia en octubre de 1931.
A 65 AÑOS DE SU MUERTE

Moisés Lebensohn ejemplo de doctrina y de acción

En Moisés Lebensohn se conjugaban el político y el periodista eximio. Fundó este medio el 17 de octubre de 1931 para erigirlo en una tribuna por la causa de la libertad y la justicia. Falleció el 13 de junio de 1953.

Nació en Bahía Blanca el 12 de agosto de 1907 y a la edad de veinte años se recibió de abogado mientras trabajaba como periodista. 
El 17 de octubre de 1931 fundó Diario Democracia. Comenzaba ese año, una de las décadas más difíciles en la historia del país, la ciudadanía estaba agobiada por una profunda crisis política, económica y social. Lebensohn comprendió las dificultades y con una clara visión de las necesidades futuras de la Argentina, dedicó su vida al quehacer político para configurar la “Patria soñada”. Predicó en todos los frentes. Trajo savia nueva y vientos vigorosos para reverdecer el follaje radical. Desde su Radicalismo renovado y renovante arrojó, sin descanso, flechas anhelantes al futuro, con fe y tenacidad. Su puño se alzó contra las injusticias, su voz y su corazón libre se volcaron para proclamar la rebeldía de su país sojuzgado, sabía, sin embargo, que el tiempo de sus realizaciones estaría más adelante, ya que tenía un pie asentado en la arena de las luchas presentes, y otro esperando los horizontes que anunciaba su fe prometeica.
Lebensohn deambuló por todos los senderos del pensamiento con vocación goethiana por lo universal y permanente. En las noches de bohemia intelectual, en charlas y reuniones con amigos, en el recreo de sus cárceles, en el descanso de las asambleas, deslumbró, a pesar de humildad, por la brillantez y variedad de su cultura. Heredó de su padre, médico inmigrante, su formación clásica y humanista. Desde la solidez de su cultura hondamente asimilada y vivida, su apetencia insaciada y su curiosidad sin límites abarcaron todas las etapas y disciplinas de la creación espiritual.
A la información política abrumadora en la contemporaneidad de su existencia, o al recuerdo literario, nutridísimo y selecto, podía añadir su opinión polémica sobre las distintas escuelas económicas o las encontradas corrientes del arte moderno con la profundidad y la amplitud de un especialista. Y aún más. Por su cultura universal y universalista. 

Libros, escritos…
Moisés Lebensohn tenía un lenguaje moderno y preciso, si se quiere austero por decisión, que transmitía racionalidad y emoción en perfecto equilibrio.
Su vocación por la tierra prometida le insumía todo el día. Ello dificultó que él encontrase momentos oportunos para escribir libros. Son de su autoría el prólogo al libro sobre Yrigoyen “Pueblo y Gobierno” que editó la editorial Raigal y “Acción Municipal” que es una compilación de las informaciones periodísticas con motivo de su actuación en el Concejo Deliberante de Junín, desde 1936 a 1940. En él se transcriben los proyectos presentados y sus fundamentos, con el ánimo de entregar a la reflexión y al juicio de los militantes del radicalismo y de la ciudadanía toda, un conjunto de proposiciones que pudiesen contribuir a la formulación de un programa de gobierno municipal acorde con las inquietudes y aspiraciones de quienes no ven en la democracia un mero régimen electoral, sino un ideal de vida.
Asi mismo el libro “Los problemas del radicalismo” que transcribe su magnífico discurso en Congreso de la Juventud Radical realizado en Chivilcoy de 1942. 

Sobre Lebensohn no se ha escrito demasiado
En el libro “Lebensohn. Pensamiento y Acción” con prólogo de Julio Oyhanarte, se recopilan algunos de sus discursos más conocidos, entre los que se destacan sus medulosas intervenciones en la Convención Constituyente de 1949.
El ex vicepresidente Alejandro Gómez fue contemporáneo de Moisés y publicó el libro “La significación de Lebensohn en el radicalismo”.
Osvaldo Álvarez Guerrero escribió para la misma colección Biblioteca Política Argentina, del Centro Editor de América Latina, dos volúmenes titulados “Las máscaras del poder (Lebensohn-Cooke)” en los cuales ahondó en los aspectos filosóficos de Moisés.
Hace algunos años, José Bielicki escribió el libro “Moisés Lebensohn, el hombre que pudo cambiar la historia”, con prólogo de Félix Luna y que fuera publicado por la Editorial Lumiere. Félix Luna señala en el preámbulo del mismo que “otro aspecto que lo distinguía de sus colegas era su formidable formación cultural”. Lebensohn sabía todo y manejaba con solvencia los temas más diversos, allí resalta también su oratoria expresando que pocas veces se ha dado una conjunción tan armoniosa entre el fondo y la forma, el pensamiento y la palabra. “Tenía una voz agradable y una dicción perfecta, no apelaba a recursos histriónicos ni a mañas retóricas. Sus exposiciones eran serenas, a veces con un toque de poesía”, señala. Más adelante, resalta que lo que importa de Moisés Lebensohn es “su acendrado patriotismo, su respeto por la dignidad humana y la convicción de estar en vísperas de un mundo mejor. Son valores que forman la trama profunda de sus discursos y que le dan una tensión que no se ha desvanecido con los años, que sigue teniendo vigencia”.

El concepto de Nación
En la concepción de Lebensohn la nación no nace porque sí, no es un acto natural, espontáneo, es la consecuencia de los fundadores de la nacionalidad que trazaron un por qué y un para qué. Es una creación humana que tiene objetivos inalterables y cuya modificación implicaría un quiebre de ese acto fundamental.
Las palabras de Lebensohn eran: " Un argentino no puede ser buen argentino en oposición a las inspiraciones que promovieron nuestra formación nacional, porque la patria argentina se constituye precisamente para realizar la concepción de vida informada en esas inspiraciones. El patriotismo argentino no es sólo el sentimiento que nos vincula al rincón del mundo en que vimos la luz primera y nos liga en un haz indestructible a sus tradiciones, recuerdos, perspectivas y emociones. Es todo eso, pero fundamentalmente es lealtad a los principios de justicia y libertad que dieron nacimiento a esta tierra. Antes de estos principios no existía la Argentina, existía la colonia. Suprimidlos, suprimiréis el origen y la razón de ser de nuestra patria. Regresaría el sentido de la vida contra el cual ella insurgió, es decir, la negación de la Argentina". 
De este modo, Lebensohn sintetizaba su concepción de nación argentina a los principios de justicia y libertad. Precisamente, la justicia y la libertad fueron los pilares de su accionar político.

Los políticos y la política
Sostenía que “nuestro político no es ya el escultor del alma nacional y de la estructura de su país. No es un conductor de masas que se lanza hacia adelante y frente a cada necesidad y a cada contingencia señala un camino para que el partido, en su base, el pueblo, lo siga o lo rechace. Su habilidad consiste en ocultar su pensamiento, simular o disimular, flotar sobre las corrientes contradictorias como madero sobre el mar, al que agita el oleaje, pero nada lo separa de la superficie. Son un freno y una traba difícil de vencer. Han arrinconado en un folleto los principios de la democracia social del programa radical”. 
Lebensohn explicaba “queremos una política de ideales, clara y definida, como fue la Argentina de las grandes épocas de nuestra historia. Ansiamos que nuestro partido luche por la democracia como ideal de vida, que no eluda ninguno de los problemas del trabajo, de la cultura y del bienestar y; consagre su preocupación a la información y futuro de la juventud”. 

El primer deber
Lebensohn decía que “el primer deber consistía en definir nítidamente qué tipo de país queremos construir. Cada argentino, por humilde que sea, debe saber con certeza cómo serán los perfiles de la sociedad que edificaremos, la organización de la economía, del trabajo y la cultura. Cómo será la vida de los hombres que tienen el derecho y el deber de conocer su destino”. 
Para Moisés se trataba entonces de “un problema de doctrina y de conducta; sin aquella no se nos comprenderá, sin ésta no se nos creerá” sostenía. 

La gente
Lebensohn tenía resuelto, en lo filosófico, la primera pregunta que tiene que hacerse todo político: ¿la gente o las cosas? Optó por la gente y a partir de allí le resultaba fácil la respuesta a los distintos planteos. La decisión no era solo intelectual, sino también personal.
Lebensohn prefería no tener bienes para no hacerse conservador y tampoco deudas para no perder libertad. 

Comportamiento ejemplar
Alma grande y noble la de Moisés Lebensohn, jamás salió de sus labios un agravio para nadie, ni siquiera después de estar detenido por causas políticas durante varios meses en condiciones infrahumanas, pues su misión no era rebajar sino convencer. Su apostolado estaba hecho de sinsabores, no había una sola nota de ese resentimiento que inferioriza tanto al pensamiento como la conducta.

La juventud
Lebensohn buscó en la juventud los nuevos conductores. Creía en las banderas populares del radicalismo y aspiraba en que los jóvenes las levantaran. Organizaba diálogos con muchachos en congresos juveniles, recorría los pequeños pueblos provincianos buscando la pureza de los jóvenes y el testimonio de su activa responsabilidad. 

El hombre
Había en Moisés Lebensohn una constante preocupación por el hombre. Fue este, siempre, el protagonista de sus ensayos, discursos, como de sus artículos periodísticos. Hay expresiones que él nunca abandonaba, cálidas, entrañables y que poseen una gran fuerza descriptiva y comunicativa: "la criatura humana", "la condición humana", "la causa del género humano". Veía al hombre como partícipe, no como una partícula de la comunidad.
Todo su proyecto se conjugaba en una democracia económica, un régimen que subordinase la economía y las finanzas a los fines y derechos del hombre y movilizara sus recursos “no en el limitado beneficio de los poseedores, sino del desarrollo nacional y el bienestar social”.

Cargos partidarios y públicos
Fue concejal en Junín de 1936 a 1940; presidente del bloque de diputados radicales de la Convención Nacional Constituyente de 1949; presidente del comité de la Provincia de Buenos Aires en 1950 y presidente de la Convención Nacional de la UCR en 1953. Lo sintético de este párrafo sirve para objetivizar que las ideas y el accionar en política muchas veces superan la acumulación de cargos. 

Su muerte
Mientras se desempeñaba como presidente de la Convención Nacional de la UCR, el 25 de abril de 1953, Lebensohn -que impulsaba la "Línea Combatiente"- triunfó con su posición luego de su último discurso.  
Había reaparecido en el radicalismo el disenso entre los más cercanos a lo que había sido la Unión Democrática y los intransigentes. Los primeros pretendían la abstención electoral buscando la caída de Perón y los segundos encabezados por Lebensohn pensaban que sin recuperación del pueblo no existía la posibilidad de realizar los cambios estructurales que el país precisaba.
Pocos meses después de esa Convención, el 13 de junio de 1953, a los 45 años,  Moisés Lebensohn falleció. Murió inquieto, incómodo ante la realidad, intransigente y compresivo, generoso pero con el rigor ideológico con que había iniciado su vida pública. Moi, como le decía su esposa Dora, no pudo más y dijo: “No debo morir ahora que tenemos tanto que hacer en la República, hay que luchar, luchar, luchar…”. Sus labios sellaron, en el lecho postrero, la última lección, diríamos la lección eterna de este maestro y de este apóstol.

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