TRIBUNA DEL LECTOR

El ejemplo de España y los paros generales

Todos los días vemos, leemos y escuchamos las marchas, piquetes, y actos protestando, manifestando o criticando al gobierno, sea por el veto a la ley que pretendía retrotraer las tarifas a noviembre del año pasado, sea para cuestionar el pedido de préstamos al fondo monetario internacional, la inflación y el aumento de precios, o lo que fuera. 
Mientras estos reclamos se lleven adelante pacíficamente, sin impedir el tránsito y sin encapuchados ni palos, estarían dentro de las reglas de la democracia y del derecho a expresarse. 
Ahora bien, se supone que ello persigue comunicar el descontento anoticiando al gobierno de dicha circunstancia. Entonces: ¿para qué se está preanunciando un paro nacional? ¿Para qué son los paros? 
Aparte de ocasionar un costo  gravísimo, sólo sirve para agravar más la situación. No suman nada. Nunca los paros generales fueron útiles para mejorar algo. Sí, en cambio, podemos recordar lo útiles que fueron para desestabilizar gobiernos como el de Raúl Alfonsín. 
El descontento y disconformidad con el gobierno de turno debe expresarse en las urnas. Podemos criticar o no compartir sus decisiones, de hecho puedo discrepar con muchas de ellas, pero debemos entender que quien gobierna debe poder hacerlo y asumir el costo de sus desaciertos como el beneficio de sus aciertos. 
Así funciona una República. ¡Qué envidia y algo de vergüenza debería darnos lo acontecido en España! Al pacto de la Moncloa  le sumaron la  expulsión del  presidente Rajoy por los actos de corrupción en que incurriera su partido. 
En el mismo acto parlamentario en que ello sucedía, el presidente saliente habló, agradeció y saludó a su sucesor, como la cosa más natural, sin ningún otro aditamento ni consecuencia. 
Y no es que en España sean todas rosas para quien deba gobernar. Hay varios personajes muy importantes que ya están condenados a severísimas penas de prisión. Aquí en cambio, no condenamos a nadie, la presidente que se va luego de 12 años ni siquiera asiste a la asunción de su sucesor y hacemos paros. No se nos cae otra idea de convivencia. Y el gobierno tampoco ha estado a la altura de las expectativas. Salvo algún ministro, como Frigerio,  no se advierte una predisposición a la convocatoria amplia de los partidos con representación y los sectores de la producción y el trabajo. 
Se ha quedado en el enunciado pero no se advierte que estén convencidos de que ese es el camino. Al menos no lo trasmiten o no lo saben trasmitir: el presidente debería liderar el esfuerzo y la posibilidad de un acuerdo básico. Es una oportunidad que solo él puede gestionar si es inteligente. La emergencia necesita de todos para beneficio de todos, incluso para quienes tienen la legítima expectativa de acceder al gobierno desde la oposición.

Oscar Rodolfo Peretti
DNI 4.973.732

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