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La licenciada Raquel Petraglia se desempeña en el ámbito psicoanalítico en Junín desde hace más de 25 años.
PROFESIONAL DE MÁS DE CUATRO DÉCADAS DE TRAYECTORIA

Raquel Petraglia: “El psicoanálisis es una herramienta curativa”

Se recibió de psicóloga y luego estuvo exiliada en España, donde se desarrolló y se formó profesionalmente. Hace más de 25 años abrió su consultorio en Junín, que todavía mantiene. Es miembro del Centro Psicoanalítico y de APA.

En los últimos años de la secundaria, Raquel Petraglia supo que iba a seguir una carrera relacionada con lo social. La escuela tenía una orientación docente y egresaban como maestras, y en esa etapa final, de especialización, el dictado de materias como didáctica, pedagogía, psicología y filosofía le hizo descubrir “un mundo distinto”.
Con más de cuarenta años de psicóloga, luego de varios años de formación y trabajo en España, hoy es una de las referentes de esta profesión en nuestra ciudad.

“Creo que no sufrí el exilio como sí lo sufrió otra gente”.

De Junín a España
Una vez terminada su escolaridad, Petraglia se fue a estudiar a la UBA. “A pesar de que yo nunca había visto un psicólogo, me incliné por esa rama”, afirma hoy.
Se recibió en marzo de 1975 y al principio trabajó en otros rubros que no se relacionaban con la psicología. Su esposo de entonces, el reconocido cantautor Roque Narvaja, había editado algunos discos con canciones de protesta y a los pocos meses del golpe de estado de 1976, Raquel, su marido y su pequeño hijo, de tan solo unos meses, se fueron abruptamente a España porque advirtieron que corrían peligro.
Una vez allí, revalidó su título con la Universidad Complutense de Madrid.

Vida en España
Para su desarrollo profesional, en España se relacionó con diferentes colegas con los que, además, se formó psicoanalíticamente. Uno de ellos, Bibí Herrero, la invitó a participar en sus grupos de estudios y le ofreció un cargo en un colegio. Simultáneamente, se desempeñó en un centro multidisciplinario y tuvo su consultorio. En toda esa época se formó, principalmente, en niños.
Todo esto, en el marco del exilio. “Cada uno lo vive a su manera –relata Petraglia– todo tiene que ver con su historia previa. Yo soy bastante positiva y creo que no sufrí como sí sufrió otra gente. Hay gente, incluso joven, que se enfermó y se murió porque no pudo soportar el desgarro que significó, no solamente un exilio, sino la caída de un ideal que lo había sostenido hasta ese momento. Fue muy duro”.

“Acá restablecí otro mundo afectivo: el vínculo cotidiano con la familia”.

De regreso
Luego de catorce años en España, regresó a su país y se instaló en Junín, la ciudad que había dejado a los 17 años y volvía a redescubrir.
Aquí se conectó con el Centro Psicoanalítico Junín, “un grupo que ya venía trabajando” y al que se incorporó, porque tenían la misma orientación. “Así que enseguida me hallé en este lugar y comencé a trabajar”, agrega.
Desde su creación, el grupo hizo aportes a la comunidad con charlas, seminarios, formación de profesionales, jornadas abiertas, cine debates, presentaciones en congresos.
Paralelamente, Raquel abrió su consultorio, que mantiene desde entonces hasta hoy.
“Acá recuperé el vínculo cotidiano con la familia, pude disfrutar de mis padres, volví a relacionarme con mis sobrinos, con mi hermano, con mis amigas y amigos, es decir que recuperé otro mundo afectivo, en el que estaba el cariño de siempre, pero ahora era de todos los días”, comenta.
Durante muchos años, el Centro Psicoanalítico trabajó como institución de referencia de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), hasta que fue nombrado como filial de APA en Junín. En ese entonces, Raquel hizo la formación de posgrado en APA, para lo que viajaba a Buenos Aires todas las semanas.

“No pertenezco al arte pero, de alguna manera tengo que ser creativa en mi trabajo porque cada paciente es un mundo y eso me exige creatividad para abordarlo”.

Desarrollo profesional
Cuando llegó a Argentina, Petraglia empezó a trabajar con adultos y jóvenes, y hoy en día son más los adolescentes los que le consultan.
Al hacer un análisis sobre las patologías más recurrentes en la actualidad, explica que “el psíquico es un aparato abierto, entonces, el contexto social de las crisis económicas, las características de la época y hasta el avance de la tecnología van incidiendo en la subjetividad y en la aparición de determinadas patologías en detrimento de otras” y, en ese contexto, profundiza: “Hoy la mayor cantidad de consultas en adolescentes son por patologías de acto, que se producen cuando no hay un aparato psíquico que pueda contener o derivar lo impulsivo y, entonces, se descarga en el cuerpo a través de enfermedades psicosomáticas o actuaciones como alcoholismo, drogadicción, trastornos alimenticios, agresividad, entre otras”.
Y en un balance de su trayectoria, señala que aquel mundo que se le abrió en el secundario fue encauzado por el psicoanálisis: “Aunque no pertenezco al espacio del arte, de alguna manera yo tengo que ser creativa en mi trabajo porque cada paciente es un mundo y eso me exige a mí tener creatividad para abordarlo. El psicoanálisis me exige creatividad. Y es una herramienta curativa, antes estaba mal visto decir que el psicoanálisis curaba a la gente, por los planteos que incluyen qué es una persona sana o no sana, y a mí me parece que la persona que acude a un psicoanalista es porque está angustiada, porque está sufriendo y hay algo que quiere modificar, entonces este es un instrumento teórico que, a través de la técnica, permite que una persona tenga elementos como para no seguir repitiendo cosas que le hacen mal”.

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