DESTACADA ARTISTA LOCAL

Rosana Guardia: “Hay mucho de lúdico en el arte”

Trabaja en técnicas diversas, como pintura, grabado y murales. Como docente, se desempeñó en establecimientos de Junín y la zona, así como en la Escuela de Estética y la de Arte. En esta última fue directora durante 16 años.

Rosana Guardia está rodeada de arte, de las obras con las que ella misma viste su casa y su vida. Ya en la vereda se observa un poste de luz decorado con cerámica. También hay una escultura en la entrada y al levantar la vista, se advierte que en la chimenea vuelan brujas y las cargas están ornamentadas con teselas. Atrás, en el patio, un dragón se erige en la pared, una tortuga multicolor se asoma de la fuente y en la escalera hay una obra doble: la que se ve desde abajo y otra distinta si se mira desde la terraza.
En todas las paredes de los ambientes interiores hay cuadros y más cuadros. Y sobre su mesa de trabajo, la espera el dibujo sobre el que está trabajando ahora.
En definitiva, el arte sobrevuela cada rincón del mundo que rodea a Rosana Guardia y le permite seguir jugando de la misma manera que lo hacía en su infancia, cuando empezó a dar sus primeros pasos en el dibujo y la pintura.

“Yo no sé si mi obra es buena o mala, hay cosas que me gustan más y otras no tanto, pero lo que sí sé es que hago, hago, hago y no dejo ningún día de hacer”.

Sus inicios
Guardia es la segunda de tres hermanos. Su padre era ferroviario y su madre fabricaba ropa de bebés. En el barrio Belgrano fue donde se crió y donde empezó a garabatear sus primeros dibujos.
Hizo la primaria en la Escuela N°16 y cuando abrió la Escuela de Arte –a sus once años– se inscribió en los cursos de difusión niño.
Aunque en algún momento pensó que iba a ser profesora de matemática o partera, su camino fue otro. Hizo el secundario en el Colegio Normal, de donde egresó como bachiller con orientación docente.
El plan de entonces le permitía ingresar en la Escuela de Arte con el tercer año del secundario aprobado, es decir que sus últimos dos años de escolaridad coincidieron con sus dos primeros en el Profesorado de Artes Visuales.
“Entré a la escuela de arte porque me gustaba dibujar y allí descubrí que era una carrera docente, y me encantó”, cuenta hoy.
Tanto le gustó que hizo los profesorados en Artes Visuales, en Pintura, en Grabado y en Escultura.

“El arte tiene que ser algo placentero, entretenido y atrapante”.

La docencia
Como docente trabajó en el Colegio Nacional, en la Escuela N°1, en la Media 5 y la Media 1 de Junín, y en la Media 2 de Morse. También dio clases en Rojas y Rafael Obligado.
“A mí la docencia me llenó muchísimo”, afirma, para luego ampliar: “No fui a la escuela a hacer de policía o a hacer que los chicos se porten bien, siempre pude dar todo el programa y hacer lo que se me ocurriera”.
También dio clases en la Escuela de Estética, donde “era otra cosa porque los alumnos van allí exclusivamente a hacer arte”, y, por supuesto, en la Escuela de Arte, donde se desempeñó como docente y, además, fue dos años secretaria, hasta que asumió como directora, puesto en el que estuvo durante dieciséis años.
“La gestión es muy atractiva –explica– pero también allí hay muchas cosas por hacer, es muy desgastante, porque uno se tiene que ocupar desde una gotera hasta todo lo pedagógico y la organización”.

Artista
Sobre su trayectoria como artista, Guardia señala: “Empecé pintando, básicamente. Esa fue mi primera especialidad. Pero me enamoré del grabado cuando lo descubrí. Sobre todo, de ciertas técnicas, como la xilografía y el linóleo”.
Atraída por la geometría, la simetría y la meticulosidad, continuó combinando técnicas, con collages, algunas esculturas, hasta que empezó a imprimir los grabados en arcilla, con lo que pudo generar una obra distinta. “Ahí se me abrió un mundo nuevo”, asevera.
Siguió experimentando con la cerámica y teselas, por lo que se inclinó a trabajar en murales.
De esta manera, su obra es vasta y diversa. Allí se puede encontrar desde un enorme dragón en una pared, hasta un cuadro simétrico o un autorretrato hecho íntegramente con su firma repetida en diferentes tamaños y grosores.
Sus temáticas también son variadas, y así como “algunas cosas son orgánicas y otras más bien geométricas”, lo figurativo pasa por sus autorretratos mientras que, en otros casos, son más abstractos.
“Cuando empiezo una obra tengo una idea de lo que quiero hacer, pero después no sé cuál va a ser su destino, conozco su estructura pero no como va a terminar”, comenta.

“Hay mucho de lúdico en el arte y nos tenemos que permitir jugar”.

El arte como juego
En la actualidad, Rosana trabaja completando la serie de murales que está en su casa, participa de un taller de vitrofusión con Susana Botta, y sigue dando clases en la Escuela de Arte.
“Yo no sé si mi obra es buena o mala –señala–, hay cosas que me gustan más y otras no tanto, pero lo que sí sé es que hago, hago, hago y no dejo ningún día de hacer”.
Y mientras prepara la exposición que hará el 30 de junio en la Galería de Arte de Chacabuco, Guardia rescata lo lúdico dentro del arte: “Quiero tiempo, pero tiempo no apurado, tiempo de jugar que es el mejor, decía María Elena Walsh en la ‘Marcha de Osías’, y eso es lo que quiero. El arte tiene que ser algo placentero, más allá de la racionalidad y el tiempo que se le dedique, debe ser entretenido y atrapante, y hay mucho de lúdico en esto. Me parece que jugar es algo que los adultos nos tenemos que permitir”.

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