Es difícil de imaginar una manada de elefantes vadeando las cañadas pampeanas e irrumpiendo en los pajonales, pero lo cierto es que hace menos de diez mil años éste era un acontecimiento muy común que se hubiese podido apreciar en la Región, por los habitantes.
Durante mediados del corriente mes, sobre las orillas del Río Salado de Junín apareció un gran colmillo de un Notiomastodon, dentro del barro, casi cubierto por las aguas limosas. Se trata de una pieza fósil en extremo importante, un fragmento de defensa de un animal ya extinto, muy parecido al elefante actual.
Es un género de proboscídeos extinto, de América del sur que vivió durante el Pleistoceno tardío entre 1800 a 780 mil años. Su género está clasificado dentro de la familia gonfotéridos con una medida de más de 2 metros y 4 toneladas.
Su dieta estaba conformada por hierba según sus fijaciones de carbono C3 y C4 y debió compartir su territorio con una gran variedad de fauna como su pariente Haplomastodon y otros como los megaterios y gliptodontes.
Cabe destacar que durante el último día de 2017, en vísperas de año nuevo, sobre las orillas del Río aparecieron unos restos bastante destruidos y molares dentro del fango del mismo animal “bebé”.
Si bien en un principio el elefante de las pampas estaba clasificado entre Stegomastodon y Notiomastodon, ahora se conoce con el último nombre mencionado anteriormente.
Elefantes de las pampas
Si bien no eran idénticos a los elefantes que hoy habitan Asia y África, fueron parientes cercanos y su rol ecológico era equivalente. Como ellos, también pertenecían a la familia de los gonfotéridos.
El Notiomastodon fue el mastodonte característico del Pleistoceno argentino. Tenía el aspecto y el tamaño semejante a los elefantes actuales, pero sus molares eran distintos, ya que tenían dos series longitudinales de remates cónicos.
Los incisivos superiores eran de crecimiento continuo y formaban sus características defensas. Al igual que en el elefante, eran rectos o levemente arqueados. Estos mastodontes sólo tenían defensas en la mandíbula superior, pero existieron otros que las poseían en las dos mandíbulas.
Desde antes de la conquista española, se tenía noticias de hallazgos de huesos fósiles de mastodontes que eran atribuidos a gigantes. Por ejemplo, los habitantes cercanos a un rico yacimiento de Tarija, Bolivia, creían que antiguamente había existido allí una tribu de gigantes guerreros y destructores.
Los proboscídeos se originaron durante el Eoceno en el norte de África desde donde se dispersaron por Eurasia, y luego pasaron hacia América del Norte, entrando en América del Sur durante el Gran Intercambio Faunístico Americano. Se dispersaron ampliamente desde el Plioceno Tardío hasta el límite Pleistoceno, Holoceno.
En Junín se han hallado una mandíbula con un molar, colmillos y restos de molares.
Patrimonio paleontológico de Junín
Los restos que están apareciendo están esparcidos y se deben rescatar a tiempo, por lo que es muy importante tomar los datos de la estratigrafía y del contexto en el que se hallan para los próximos estudios científicos.
El yacimiento de las riberas del Salado está protegido por la ley de patrimonio y es responsabilidad de todos los ciudadanos protegerlo y cuidarlo para que las próximas generaciones puedan conocer cómo era la vida del pasado, y también realizar investigaciones paleoclimáticas y ecológicas.
Los restos en sí no tienen ningún valor económico ni decorativo, pero si poseen un valor científico si son objetos de investigación, por eso hay que preservarlos y deben ser rescatados por expertos.
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