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NATURALEZA

Denuncian que están en peligro los ecosistemas de la cuenca del Salado

Desde el Museo del Legado del Salado advirtieron que se está dañando al bioma de Junín y la zona. “A los chicos les enseñan a ‘cuidar el planeta’, pero el planeta se cuida solo, ya que es el ambiente humano el que peligra”, afirmó Marcela Torreblanca a Democracia.

Tras el reflote del proyecto de la Reserva Natural en la cuenca del Salado de Junín, desde el Museo del Legado del Salado advirtieron que se está dañando seriamente el ecosistema a la vera del Río por el accionar de personas que contaminan y arrojan residuos en el agua y la costa. Desde el Museo, Marcela Torreblanca dijo: “Una tarde de enero, un padre con su hijo pescando a la vera del río Salado toman de una botella y al rato la arrojan al río; comen galletitas, al rato tiran el envoltorio al río; el nene se aburre y empieza a juntar latas y botellas de alrededor y también, las lanza al río”. Y continuó: “Al rato pasan unos grandulones en moto tirando con la onda a los biguás y en la otra orilla, se ven 
camionetas y autos a gran velocidad por el camino por el cual no deberían circular, ya que tenía una tranquera que derribaron. En ese sector había dos coipos aplastados y una víbora muerta, y entre los juncos mucha basura, cabezas de peces que hacen olor, restos de asados, maderas chamuscadas, restos de tetrabrik, etc.”. “Hay decretos y reglamentos y un proyecto para declarar reserva, pero eso no alcanza. No sirve poner carteles indicando que no tiren basura, que protejan a las aves, ya que no sirve si no hay respeto y compromiso. No sirve si los ciudadanos no se comprometen. No sirve si cada uno no es un ejemplo”, declaró. “En las escuelas a los chicos les enseñan a ‘cuidar el planeta’, o aún peor a ‘cuidar la ecología’. El planeta, se cuida solo, es el ambiente humano el que peligra. Y la ecología es una ciencia, no hay que cuidarla hay que 
estudiarla, pero todavía falta mucha educación". “Se trata de inculcar a los chicos la preocupación por las energías alternativas  (problemática de los países industrializados) o por la extinción del oso panda y luego salen de la escuela y patean sapos, usan la honda o destruyen nidos de horneros. Y la gente se obsesiona con tener el césped prolijo usando agrotóxicos, matando a las víboras, sapos, lagartos y cuanto ser vivo aparezca cercano a su casa, como si todo lo natural fuera enemigo”, advirtió. “Se compran productos antibacterianos, germicidas, insecticidas, cloro, fluidos, todo un arsenal químico para alejar la naturaleza del hogar. Nada de eso destruye al planeta, sólo afecta al ambiente humano que necesita de la interacción con los otros organismos con los cuales convive, principalmente las bacterias,  así como también insectos, arañas, sapos y demás (que en el imaginario colectivo, irracionalmente se les teme) que contribuyen al equilibrio”, exclamó.

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