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Ernesto “Toto” Roncati es el decano de los canillitas: lleva más de 70 años en la actividad.
UN REFERENTE DE SU OFICIO

“Toto” Roncati: El decano de los canillitas

Hace 70 años abrió su kiosco, aunque ya había arrancado antes con el reparto de diarios en bicicleta. También fue fundador del sindicato que los agrupa. Hoy, a los 87 años, continúa en actividad, con la misma pasión del primer día.

Ernesto “Toto” Roncati Es el más antiguo de los canillitas de Junín. Desde hace 70 años, todos los días, a la mañana bien temprano, abre su kiosco de revistas y ofrece las distintas publicaciones a clientes y transeúntes.
Su trabajo como canillita había arrancado antes aún: ya con catorce años hacía repartos en bicicleta. Y llegó a entregar hasta 300 ejemplares diarios.
Pasaron siete décadas desde que abrió su negocio y hoy, con sus 87 años, continúa atendiendo personalmente su tradicional escaparate de Primera Junta, casi Padre Ghío.

“El diario se voceaba y yo hice eso durante muchos años”.

Sus inicios
Roncati cuenta que proviene de “una familia muy humilde”. Nació en el barrio Villa Talleres, donde se crió y transcurrió su vida.
Tenía 13 o 14 años cuando, ya terminando la primaria, empezó a pensar en qué podría trabajar, ya que era consciente de que culminado sexto grado debía buscar un empleo. En eso estaba cuando un vendedor de diarios lo llamó porque necesitaban un repartidor. “Arranqué haciendo el reparto en el diario Democracia, con don Moisés Lebensohn”, recuerda. Era el año 1944.
“Yo tenía mi zona, que era desde la calle Arias hacia el barrio Nueve de Julio –explica–, era un sector en el que no conocía nada, porque era un pibe de catorce años y era de otro lugar”.
Según dice, era una época en la que las casas solían tener un tejido y un jardín adelante, donde él debía tirar el diario, cosa que hacía sin bajarse de su bicicleta italiana, donde ataba los periódicos al caño. “A mí me decían ‘ventarrón’ por mi ligereza, porque era muy rápido haciendo el reparto”, afirma.
Más adelante, lo convocaron de otras agencias y repartió La Nación, La Prensa, y otros periódicos capitalinos. Para eso, todos los días se presentaba en la estación de tren, porque los diarios llegaban en los servicios El Cuyano o El Cuyanito; allí el agenciero los distribuía y Roncati iniciaba su recorrido en bicicleta.

Su kiosco
“En ese tiempo, el diario se voceaba y yo hice eso durante muchos años”, evoca Toto.
Fue en 1948, cuando abrió su kiosco en un garaje ubicado en la calle Primera Junta, entre Juan B. Justo y Padre Ghío.
Vendía los diarios y revistas en ese lugar, hasta que una reglamentación obligó a los kioscos a exhibir sus productos en la calle, por lo que debió instalar su escaparate.
Durante veinte años permaneció en el mismo lugar, para luego mudar su kiosco a Primera Junta y Padre Ghío. Mientras tanto, siempre siguió con su reparto de diarios. Hasta sus 75 años continuó haciendo la distribución en bicicleta. “Llegué a repartir más de 300 diarios por día”, asegura.
Según dice, cuando trasladó su kiosco, las ventas subieron, aun cuando el movimiento fue en la misma cuadra, del lado de enfrente. “Esta cuadra es como si fuera Sáenz Peña”, asevera sonriente. Es que desde que se instaló una sucursal del Banco Provincia, el movimiento de personas y vehículos se multiplicó. Además, hay otros grandes comercios que también generan mucha circulación.

“Yo llegué a repartir más de 300 diarios por día”.

Un trabajo sacrificado
La actividad que desarrollan los canillitas es muy sacrificada, ya que arranca muy temprano, al amanecer, y solamente cuentan con cuatro días de franco al año: el Día del Canillita, el 1º de Mayo, Navidad y Año Nuevo.
Inclusive, esto último no siempre fue así. Roncati recuerda que cuando él empezó el único día en que no había diarios era el 1° de mayo. “Yo he trabajado en Navidad y Año Nuevo –recuerda– los otros fueron conquistas que hemos logrado”.
Sin embargo, para Toto su tarea no le resultó tan dura: “El trabajo del canillita es y no es sacrificado, porque si bien hay que trabajar todos los días, la alegría nos la da la gente con la que tratamos, con los que conversamos. A mí nunca me cansó. Y eso que yo arrancaba a las 3 o 4 de la mañana. Pero no me resultó demasiado esforzado, siempre lo hice con entusiasmo”.

“El trabajo del canillita es y no es sacrificado, porque si bien hay que trabajar todos los días, la alegría nos la da la gente con la que tratamos, con los que conversamos”.

Balance
El trabajo del canillita cambió. Roncati remarca que la venta de diarios en papel, en general, cayó. “La gente los lee por Internet”, comenta, para luego ampliar: “Se mantienen los clientes fijos, pero cuesta venderlos sueltos. Democracia es uno de los que más se vende de esta manera. Hay que tener en cuenta que los diarios de Buenos Aires están caros, 40, 50 o hasta 60 pesos”.
Con pesar, Toto remarca que las consecuencias de estos cambios se sienten en el gremio. “Con esto de que no se lee tanto el diario en papel, se han ido muchos colegas”, advierte.
Con todo, Roncati sigue en la misma actividad, 70 años después, con la pasión del primer día: “Me gusta la amistad con la gente y los compañeros, fueron y son todos grandes muchachos, no hay maldad, siempre nos hicimos favores y tuvimos solidaridad entre nosotros. Soy el canillita más antiguo que hay en Junín y voy a estar acá mientras pueda. Porque gracias a esto fui mejorando en todo, me di muchos gustos en vida, siempre sentí que iba para adelante, nunca me vine abajo. Estoy muy satisfecho con el lugar adonde llegué”.

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