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CUIDADOS PARA EL VERANO

Tirarse al sol y... ¿relajarse?

En la temporada de mayor exposición, los especialistas advierten que el protector solar debe convertirse en un aliado imprescindible. Cuáles son los riesgos de exponerse sin protección y los mejores consejos para evitar daños graves y cáncer de piel.

Aunque muchos esperan esta época del año con ansiedad y otros tantos creen que los riesgos de exponerse a los rayos solares son parte de una exageración, todos los especialistas concluyen que resulta imprescindible tomar los recaudos necesarios para evitar quemaduras y daños que, en el peor de los casos, hasta pueden derivar en distintos cánceres de piel.
La mayoría de los estudios sobre el tema coincide en que el actual aumento del cáncer de piel en el planeta puede atribuirse a los cambios de los últimos 200 años en nuestra forma de tomar sol: lo hacemos como un banquete ocasional en lugar de que sea un moderado hábito diario. Con todo, existen algunos indicios de que tomar sol tiene algunos efectos positivos en la salud: una investigación en casi 30 mil mujeres suecas, de hecho, publicada en el Journal of Internal Medicine, muestra que las que se exponían activamente al sol tuvieron menor mortalidad (la mitad) que las que lo evitaban, aunque más riesgo de cáncer de piel.
Entre las conclusiones del trabajo figura que aquellas con mayor exposición al sol tenían menor riesgo de enfermedad cardiovascular comparadas con las que lo evitaban y “como resultado de su mayor expectativa de vida, aumentaba la contribución relativa de muerte por cáncer”. En otras palabras, no tomar nada de sol sería casi tan malo como tomar demasiado.
Al margen de este estudio, los expertos coinciden como se dijo en que siempre se debe utilizar protectores solares de manera diaria, sobre todo en el rostro. En principio, se apunta, es clave que las personas utilicen un protector solar diario con protección mayor al factor 30 durante todas las mañanas, verificando que cada una de ellas cuente con protección contra los rayos UVB y los UVA. La aplicación diaria se recomienda en el rostro, el cuello, el escote, las orejas, el dorso de las manos y las zonas que permanecen al descubierto, reaplicándolo cada 2 o 3 horas -si se está al aire libre- y aún si el día está nublado.
De acuerdo a lo explicado por quienes estudian el tema, no sólo corren riesgos quienes se exponen a los rayos directos del sol sino también los que, en busca de llegar con un tono bronceado a los destinos de veraneo, se someten a rayos ultravioletas en camas solares.
Según la dermatóloga Laura Mijelshon, cada vez más personas “se exponen en forma violenta a los rayos ultravioletas buscando un color marrón exageradamente oscuro, una tendencia que está creando una nueva adicción, conocida como tanorexia, que se manifiesta en un bronceado excesivo de la piel”.
La especialista recomendó que en épocas de verano “la exposición al sol tiene que ser antes de las 11 y después de las 16”, y remarcó que broncearse entre el mediodía y las primeras horas de la tarde puede favorecer la aparición del cáncer de piel.
“Por eso en los centros turísticos es necesario crear conciencia para evitar las exposiciones violentas a las radiaciones ultravioletas que, en exceso, provocan melanoma, un cáncer cutáneo muy agresivo”, subrayó Mijelshon, y agregó: “es clave la utilización de protectores solares con filtro 30 o más y la renovación del mismo a lo sumo cada dos horas y la no exposición a los rayos ultravioletas de menores de un año”.
Una encuesta realizada el año pasado sobre 500 estudiantes universitarios de todo el país a los que le gusta tomar sol, reveló que más del 30% tenía dependencia al bronceado y que el 12% presentaba signos de dependencia problemática a la exposición al sol.
En ese sentido, Mijelshon indicó que “hay un crecimiento de la tanorexia o adicción al bronceado”, y sostuvo que quienes sufren esta patología “sienten una necesidad obsesiva para lograr un tono de piel más oscuro al creer que tienen un color más claro al real. Es posible que algunos síntomas de trastorno obsesivo-compulsivo y de distorsión de la imagen corporal conduzcan a un bronceado excesivo”.
Las personas que sufren esta patología pueden reconocerse por su deseo incontrolable de estar bronceados, tanto por exponerse al sol como por la utilización de camas solares, al punto de dejar de lado otras actividades con tal de cumplir ese fin.
“Hay casos en los que hasta se llega a dejar de lado el trabajo, el contacto con la familia y hasta el esparcimiento con el único fin de lograr un bronceado del color marrón de un habano”, alertó Mijelshon.
Las formas de tratar esta afección son múltiples y varían entre la psicoterapia, los tratamientos en grupo y la medicación antidepresiva y antipánico. “Esto se hace para aclarar que la sensación de calor, que en un principio produce bienestar, es altamente perjudicial para la piel si se prolonga más de 15 minutos por día”, destacó la especialista.
Según la Organización Mundial de la Salud, se diagnostican entre 2 y 3 millones de casos de cáncer de piel por año, de los cuales 230 mil corresponden a melanoma. La detección del cáncer de piel es más fácil que en otros tipos, ya que sus síntomas son visibles.
“La sobreexposición a los rayos ultravioletas provoca lesiones benignas, como manchas, arrugas y sequedad, y también malignas, como el cáncer de piel”, puntualizó Mijelshon, quien advirtió además que “las lesiones que provoca la exposición prolongada a los rayos ultravioletas pueden no manifestarse en el corto plazo, dado que la piel tiene una gran capacidad de memoria y los efectos nocivos pueden aparecer mucho más tarde”.

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