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CARRERAS

Alimentos y genética, dos opciones en la UNNOBA

Aunque no son las más elegidas por los jóvenes, muestran un importante crecimiento. El porqué.

El “cuando sea grande quiero ser” ya no es lo que era. La frase –que culminaba en 10, a lo sumo 20 opciones– puede ahora derivar en una variedad de respuestas que sorprendería a más de uno.
Licenciado en genética o ingeniero en alimentos, por ejemplo, son dos alternativas que convocan a cada vez más jóvenes de nuestra ciudad y la región. Los números son terminantes: la UNNOBA aloja, en este momento, cerca de 600 chicos que sorprenden cada vez que responden por su futuro profesional.
Pero lo suyo no es un salto a una pileta vacía ni mucho menos. La genética y los alimentos –las opciones son ingeniero o licenciado– responden a una necesidad concreta de una región con una fuerte impronta agropecuaria.
“Todas las empresas del rubro tienen hoy un genetista o un ingeniero especialista en genética. Es una necesidad concreta”, explica Luciana Elustondo, secretaria académica de la Escuela de Ciencias Agrarias.  

Tres tipos

“La licenciatura en genética abarca los tres tipos: la vegetal, la humana y la animal. Por el perfil de la región, hay un hincapié natural hacia la vegetal”, resume antes de precisar que hoy hay más de 200 chicos inscriptos en la carrera.
En alimentos, en tanto, la cantidad se duplica. Allí, los jóvenes deben elegir entre licenciatura e ingeniería. Los primeros están más en el desarrollo de los productos, en la calidad y en el producto final, mientras que los otros tienen conocimiento sobre los procesos, el equi-pamiento y las maquinarias que se utilizan en la producción de alimentos.  
Con el crecimiento de ambas áreas, en la Escuela de Ciencias Agrarias hacen un balance positivo. “Hace poco nos hicieron una evaluación desde la CONEAU y quedaron conformes. Destacaron el plan de estudios y la identificación que sienten los chicos con la UNNOBA”, cuenta Elus-tondo.
A la hora de establecer los diferenciales positivos, la secretaria académica no duda en mencionar el vínculo con las empresas que tiene la universidad. “Los trabajos de campo no son una rareza o una excursión sino una realidad periódica en centros especializados o compañías”, destaca.
Para el futuro, en la Escuela de Ciencias Agrarias celebran el comienzo de la construcción de un edificio propio en un predio de cinco hectáreas del INTA.
También de la incorporación de una Planta Piloto de Alimentos que albergará, en escala, todos los pasos industriales.

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