Viernes y sábado por la noche son dos momentos clave donde el trabajo en la sala de emergencias del hospital se pone a prueba minuto a minuto. Incluso perdura hasta el domingo por la mañana, con los resabios del exceso y las dramáticas consecuencias.
En la mayoría de los accidentes que se producen en nuestra ciudad durante los fines de semana suele haber alcohol involucrado. Y en la generalidad de los casos, las víctimas son menores de veinte.
“Que un hijo joven tenga un accidente y quede inválido, es un costo para la familia tanto emocional como económico”.
Y cuando afortunadamente no hay accidente de por medio, aún así el consumo de marihuana, cocaína y paco se suma a la de alcohol para terminar de pintar un panorama bastante sombrío que también se hace presente en el ingreso a la guardia.
En diálogo con Democracia, la doctora Alicia Ramallo, directora ejecutiva del Hospital Interzonal Abraham Piñeyro, la Dra. Patricia Barisich y la licenciada en trabajo social Cecilia Benedetti, ambas directoras asociadas, brindaron detalles de cómo hacen frente a una situación social preocupante.
Accidentes, una constante
“Tenemos muchos ingresos por accidentología y la mayoría son de moto. Y te diría que en el 90% de los casos, las personas no usaban casco. Lo vemos todos los días. La mayoría de las veces son lesiones leves pero cada determinado tiempo, cuatro o cinco casos al mes, son graves”, explica la doctora Patricia Barisich que además hace hincapié en el riesgo constante que corre la vida y la salud de las personas y las secuelas que muchos sufren, ya sean físicas, motoras o incluso mentales.
“Con un traumatismo de cráneo, si bien el paciente se recupera, camina, come, se mueve, se viste solo, queda mentalmente disminuido, deficiente. Eso es una situación muy grave que nosotros atribuimos especialmente a una cuestión de educación y responsabilidad del ciudadano”, destaca.
La directora, doctora Alicia Ramallo, destaca que “el municipio hace intervenciones, con controles y ves que les hablan a los chicos, pero va más allá. Es un tema de fondo que hay que tratar”.
Las profesionales coinciden en que es una problemática social que tiene que ver con el valor que cada uno le da a la vida y la falta total de respeto a la norma.
“La mayoría de las veces son lesiones leves pero cada determinado tiempo, cuatro o cinco casos al mes, son graves”.
“Esta pérdida de respeto hace también que el hospital pierda su funcionamiento normal, entonces un hospital que debería ser un lugar donde la gente circule lo mínimo posible por cuidar a los pacientes de las infecciones y mantener los ambientes limpios, se ve con una sala de terapia llena de personas a las que no podés convencer de que no pueden quedarse, pero acampan, contaminan. La situación en si es una tragedia”, asegura Barisich.
Y sin dudas esta tragedia no termina al salvarle la vida a una víctima de accidente sino que se extiende hasta esa nueva vida que comienza.
“Es una tragedia también para las familias”, explica la licenciada Cecilia Benedetti. “Que un hijo joven tenga un accidente y quede inválido de un modo u otro, es un costo para la familia tanto emocional como económico. Porque luego tenés de regreso a casa un hijo con una discapacidad. Y tenés que cambiar toda una dinámica familiar porque es alguien a quien tenés que empezar a atender, y costear esa invalidez. Aparte de los que fallecen, que es trágico”.
Para Barisich, “la velocidad y el casco son dos factores elementales en esta tragedia cotidiana. Y un transporte público ayudaría porque la problemática de las motos la arrastramos desde hace 15 años”.
Drogas y escalada de violencia
La doctora Ramallo asegura que “el alcohol lleva la cabecera en cuanto a adicciones, pero luego se suma la marihuana, la cocaína y el paco”.
Pero tal vez lo más alarmante de la situación es que según la directora del Hospital, los casos involucran cada vez más a menores de quince años. “La edad del alcoholismo es cada vez más baja. Ves en el ingreso a la guardia chicos de doce, trece, catorce años, en un estado lamentable por el alcohol. Y lo tiene que atender un pediatra”, indica la directora del nosocomio.
Sin dudas el consumo impacta en la emergencia, en los accidentes, en las peleas callejeras, donde muchas veces hay consumo de alcohol o drogas de por medio.
“El problema del consumo de alcohol y drogas es un problema de origen social, fuerte, que tiene un arraigo de muchos años, de un gran problema que tiene que ver con lo educacional, lo cultural. Poder resistirse al consumo de cualquier sustancia es algo que tiene que ver con la fortaleza que haya podido desarrollar la persona y una persona se hace fuerte de acuerdo a las raíces que tiene, donde primero está la familia, después la escuela”, explica Barisich.
Para hacer frente a la cuestión, al menos en la última etapa, que es la que recibe el hospital en la guardia, la licenciada Benedetti destaca la coordinación con el Centro de Salud Mental.
“La edad del alcoholismo es cada vez más baja. Ves en el ingreso a la guardia chicos de doce, trece, catorce años”.
“Estamos muy coordinados con el CPA Junín. Obviamente uno atiende a la persona en la emergencia, en la guardia, pero automáticamente se hace la derivación al centro de Prevención de Adicciones que ahora es el Centro de Salud Mental. Y ahí es donde hace la continuidad del tratamiento quien está comprometido con el consumo”.
La violencia en general es otra constante de la problemática pero esta vez las profesionales destacan la particular situación que se da entre chicas muy jóvenes.
“La perspectiva de género a nivel violencia es que recibimos en la guardia muchas chicas golpeadas por riñas callejeras entre ellas. Algo que antes no se veía. Chicas jóvenes. Las trae la ambulancia el fin de semana porque las encuentran tiradas, desmayadas de alcohol en la calle, solas”, remarca Barisich. “Tenemos que pensar en el nivel de peligrosidad y vulnerabilidad de la acción. ¿Dónde está el grupo que salió con esa chica de la casa? No se cuidan entre ellos”, cuestiona.
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