Las redes sociales y los teléfonos móviles, en el centro del debate.
UN ESTUDIO DE UNICEF EN BASE A MÁS DE MIL ENTREVISTAS

Redes sociales: cuáles son los hábitos de los chicos a la hora de estar conectados

El celular es el dispositivo más usado para navegar, frente a la computadora de escritorio y la laptop. La edad promedio de ingreso son los 11 años, pero cada vez más chicos recurren a las redes ya a los 7.

Las redes sociales son la plaza, el patio y el salón de encuentro de los chicos de hoy. Ya nadie lo duda y a nadie le sorprende. Tampoco que las edades de quienes recorren esos lugares virtuales sean cada vez más bajas. Para entender un poco mejor el fenómeno y saber qué motoriza a un niño a criarse al calor de las redes, un trabajo de Unicef difundido recientemente vino a traer algunas respuestas sobre el uso que los chicos actuales hacen de las plataformas digitales ¿Cómo y para qué las usan? ¿Miden el peligro de entrar en contacto con desconocidos? ¿A qué edad empiezan a navegar de manera independiente?
“La tecnología atraviesa la existencia de los chicos y chicas -dice María José Ravalli, especialista en comunicación de Unicef-; impacta en sus modos de conocer, aprender, expresarse, divertirse y comunicarse. Y en este contexto, los medios digitales son un modo habitual de comunicación y de interacción con el mundo. Chatear, jugar en línea, buscar y compartir información y contenidos son acciones cotidianas en sus vidas y en definitiva, del ejercicio de su ciudadanía digital”.

El 38% de los participantes del estudio reconoció que se encontró en los últimos 12 meses cara a cara con alguien que conoció primero por Internet.


De acuerdo al trabajo, que se realizó en base a más de mil entrevistas domiciliarias a chicos de 13 a 18 años y grupos focales en los que también participaron sus padres, el 80% de los niños, niñas y adolescentes de Argentina usa Internet para hacer tareas escolares, 6 de cada 10 se comunican usando celular y el 86% conoce reglas de seguridad para utilizar la red.
El promedio del primer ingreso a la web, además, es a los 11 años, una edad que está en descenso y varía según el nivel socioeconómico de las familias, donde los de más ingresos lo hacen a los 7. Otro dato que aportó la pesquisa es que el celular es el dispositivo más utilizado para navegar por la web, frente a la computadora de escritorio y la notebook, que los adolescentes usan cada vez menos y para objetivos puntuales como resolver una tarea escolar.
“Los chicos con menos recursos económicos son los que más usan los cibercafés, una conexión más cara que la domiciliaria”, destacó la investigación, cuyos hacedores precisaron que el 51% de adolescentes se informa en Facebook y Twitter.
“Facebook es la red social más extendida, ya que el 95% de los encuestados abrió al menos un perfil y, aunque dice usarla poco, no piensa abandonarla”, sentencia el informe.
El crecimiento intergeneracional de esta red es un problema para los jóvenes que prefieren canales de contacto con sus pares que excluyan a familiares mayores. En segundo y tercer lugar, chicas y chicos mencionaron Twitter e Instagram, y como principal vía de comunicación, WhatsApp.

Mala experiencia
El trabajo de Unicef indagó también sobre experiencias negativas en Internet. En total, 8 de cada 10 entrevistados vivió al menos una situación perturbadora, relacionada con imágenes obscenas y pornográficas, violencia, bullying o maltrato y discriminación.
En tanto, 1 de cada 3 de los consultados recibió mensajes desagradables e hirientes por Internet en los últimos 12 meses. Ante esta situación, sólo el 10% quiso vengarse, la mayoría bloqueó a quienes los perturban y el 56% decidió hablarlo con sus amigos.
“Estamos en un mundo visual, poblado de pantallas. Antes, en los años 80 y 90, la preocupación pasaba por cuántas horas pasaban los chicos frente al televisor. Hoy la cuestión se trasladó a la computadora y aunque el 50 por ciento de los chicos se siente capaz de manejar el ciberespacio, la otra mitad admite haber sufrido agresiones”, dice por su parte Roxana Morduchowicz, especialista en cultura juvenil y autora de “Los chicos y las pantallas”.
Para la especialista, además, se debe tener en cuenta que “los adolescentes se trasladan del mundo real al espacio virtual con total naturalidad; abren y cierran las ventanas de la pantalla como si abrieran y cerraran las ventanas de su propia casa. Son dos mundos continuos, no antagónicos ni separados”.
Casi el 70% de los chicos y las chicas -siempre según el estudio de Unicef- cree que sus padres saben entre más o menos y nada acerca de sus actividades en Internet y subestiman así la necesidad de diálogo. Sin embrago, ante situaciones de gravedad acuden a la familia.

Las nuevas generaciones están convencidas de que la intimidad se ha desplazado a la web. Tener muchos amigos es un valor esencial para los adolescentes.


“Estos datos ponen de relieve las posibilidades de participación de la familia, tanto los adultos de referencia como los hermanos u otros miembros, en acciones de información y prevención de riesgos, como en favorecer usos enriquecedores de Internet”, analizó Ravalli.
El 38% de los participantes del estudio reconoció que se encontró en los últimos 12 meses cara a cara con alguien que conoció primero por Internet. En esos casos hay cierto consenso entre los jóvenes en que se deben tomar recaudos como pautar el encuentro en lugares públicos, en horarios diurnos, acompañados por un amigo o incluso por los padres.
Finalmente, los hacedores del trabajo desarrollaron una serie de recomendaciones entre las que se destacan la promoción de una política de ciudadanía digital integral e intersectorial, que impulse un uso responsable, seguro y efectivo de los medios y las tecnologías de la información y la comunicación.
Para Morduchowicz, otro aspecto que debe ser considerado es que las redes sociales también han revolucionado la noción de intimidad. “Las nuevas generaciones están convencidas de que la intimidad se ha desplazado a la web -dice-. Tener muchos amigos es un valor esencial para los adolescentes. La popularidad es pertenencia. Si para tener más amigos es necesario contar más de sí, lo hacen. La privacidad cede ante el deseo de ser popular”.
En ese sentido, la especialista sostiene que los chicos están convencidos de que solo quienes los conocen leen sus páginas web. “Lo privado no existe como planteo, porque para ellos, las audiencias son exclusivamente sus pares. No imaginan por qué un extraño a quien no conocen y no los conoce, estaría interesado en leer su perfil en una red social”, explica.
Por ese motivo, la especialista en cultura juvenil y nuevas tecnologías sugiere que “además de consensuar el tiempo de uso de Internet, es conveniente poder dialogar con los chicos en cuanto a algunas reglas como por ejemplo: “Nadie en esta familia está autorizado a visitar sitios racistas y pornográficos”, o “Nadie en esta familia puede hacer compras sin conversarlo con los adultos o dar datos personales o encontrarse con personas conocidas en la web”.
A la hora de precisar cuáles son los datos que los menores jamás deberían difundir a través de las redes sociales, la experta detalla que siempre es mejor evitar publicar nombre y apellido reales (algo que casi nadie suele hacer, dado que en el país ocho de cada diez chicos incluyen su nombre real en las redes sociales que usan, principalmente Facebook). Tampoco es conveniente publicar fotos personales, datos muy puntuales sobre sus actividades y fechas de vacaciones.