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EL EX INTENDENTE EN EL BANQUILLO

Juicio a Miguel: cada vez más en juego

A menos de dos audiencias de los alegatos, la instancia oral llega a etapas definitorias. Los testimonios más comprometedores y cómo lo vive quien fuera Jefe Comunal durante 20 años.

Por Agustin
Fernandez Cronenbold

Si algo quedó probado en lo que va del juicio contra el ex intendente Abel Miguel es que será difícil llegar a una sentencia evidente. Las seis audiencias realizadas hasta ahora, muchas de ellas largas y cargadas de testigos, son la prueba más elocuente de ello.
Pero, cuando falta cada vez menos para los alegatos –no habrá más de dos audiencias hasta ese momento–, los testimonios comienzan a ser cada vez más relevantes.
En ese marco se inscribe la jornada del lunes pasado. Es que a los dos ejes por donde había corrido el juicio hasta ahora –la adquisición de campos por parte de Miguel y el supuesto pago de multas del Tribunal de Cuentas con viáticos municipales– se sumó uno más que, desde lo que se pudo observar hasta ahora, es el que más puede complicar al ex intendente.

Números

Concretamente, dos peritos oficiales –designados por la Justicia y por lo tanto presuntamente imparciales– dijeron que, entre 1994 y 1998, Miguel tuvo un movimiento “no justificado” de por lo menos 200 mil pesos.
Héctor Bentorino mostró técnicamente que, en esos cinco años, el ex intendente había gastado 363 mil pesos sin poder descifrar de dónde –de qué ingresos– habían salido.
Pablo Bolognesi, en tanto, expresó que, en su investigación sobre el mismo período, detectó 245 mil pesos a los que no pudo encontrarles un origen claro.
Para hacer más complicadas las cosas, el perito de la defensa prometió que explicará cómo Bentorino y Bolognesi hicieron mal las cuentas. La cuestión está, como muchas cosas en este juicio, lejos de saldarse, pero, al momento, la defensa de Miguel tendrá que decirle a los jueces de dónde salió ese dinero.
En ese proceso seguramente sacarán a la luz la diferencia de más de 100 mil pesos entre uno y otro estudio. Una discrepancia que se hace más notoria si se analiza año por año.
En 1997, por ejemplo, Bolognesi sostuvo que entre lo ingresado y lo gastado había un saldo a favor de 25 mil pesos, mientras que Bentorino encontró un “agujero contable” de 138 mil pesos. La diferencia entre uno y otro balance del ejercicio supera los 150 mil pesos.         
Otra cuestión numérica que puede dejar un poco más tranquila a la defensa tiene que ver con la acusación. La fiscalía habló, en la primera audiencia, de un incremento injustificado de 2.500.000 pesos, una cifra que, hasta ahora y según los peritos oficiales, se reduce a su décima parte.
En caliente

Más allá de los fríos datos contables y algunas polémicas en las distintas jornadas, los protagonistas del juicio viven intensamente cada audiencia.
Desde la parte acusadora, el particular damnificado, Carlos Benítez, parece un abogado más. Tiene copias de todas las fojas y sigue al pie de la letra las cuestiones procesales.
Su asesor letrado, Manuel Martín Gutiérrez, utiliza su amplia experiencia jurídica para hacer preguntas que, en la mayoría de las ocasiones, exigen luego una aclaración.
El fiscal Angel Quidiello, por su parte, muestra un ímpetu que a veces le genera cruces con el Tribunal. Darío De Ciervo, abogado del ex intendente, en cambio, hace de la tranquilidad una estrategia.       
A su lado, Miguel muestra pocos gestos. Su cara imperturbable a veces parece desinteresada, pero, en realidad, sigue muy de cerca todo y reacciona asintiendo o negando con la cabeza algunos momentos claves de cada jornada.          
Si se busca entender qué pasa por la mente de Miguel, de ninguna manera puede obviarse que es un hombre del poder. Acostumbrado a lidiar, enfrentar y solucionar por su cuenta situaciones durante una extensa y exitosa trayectoria como político, ahora el ex intendente es sometido a un proceso largo e impiadoso en el que tiene, a esta altura, poco que aportar.

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