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Gabriela y Gastón.
EXPERIENCIA DE GABRIELA Y GASTÓN

La infancia invisible que está disponible para la adopción

Somos Gabriela y Gaston. Adoptamos a A. teniendo 39 y 35 años respectivamente. El nene tenía 10 años en ese momento, hoy tiene 12. Esto fue en la Ciudad de Buenos Aires.
Tras varios intentos para tener un hijo biológico,  en el 2013 comenzaron a pensar en adoptar.
En diálogo con Democracia, Gabriela y Gastón manifestaron: “Salimos de ese ‘mantra’ que se repite habitualmente que dice que ‘es imposible, demora como diez años, el papelerío es inmenso’ y vimos que detrás, había una realidad a la que muy pocos se asoman. La gran parte de los niños en adopción andan transitando su segunda infancia, algunos son grupos de hermanos y pueden tener problemas de salud de leves a complejos y son invisibles para el ojo de quienes buscan adoptar. No porque se los oculte, sino porque ese ojo hay que abrirlo con mucho trabajo interno, con saber dónde está puesto el deseo, cómo y para qué buscamos ser padres. Ese es el trabajo inmenso de la adopción, no el papelerío y la burocracia".
“Al transitar el camino entendimos que nuestro deseo era ser una familia, no un embarazo o un bebé únicamente y entramos a transitar ya pensando en niños de hasta seis o siete años. Durante el trabajo y las entrevistas, extendimos esa edad hasta nueve años y bajamos de tres a dos niños (es esencial evaluar lo que realmente podemos y lo que no, este fue un claro ejemplo). Mirábamos niños y nos dábamos cuenta de qué pequeños eran a esas edades y nos imaginábamos siendo papás de miles de formas distintas”, recordaron.
“En junio de 2015 nos llamaron de un juzgado. Fuimos y volvimos a charlar de nosotros y nuestras posibilidades. Cuando el juez concluyó las entrevista nos preguntó si estábamos dispuestos a adoptar a un niño de 9 años (que en realidad tenía 10). Nos miramos apenas y a dúo dijimos que sí. ‘Entonces les voy a contar la historia de A.’... Y así empezamos a ser padres”, dijeron.
“Llevamos dos años de conocernos, ahijar, ‘familiar’ no es sencillo. Pero es posible y tiene muchos costados difíciles y otros maravillosos, inexplicables. Como muchas personas dicen, los niños más grandes traen ‘mochila’, pero tenemos que recordar que nosotros traemos ‘mochilón’", aseguraron.

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