ENTREVISTA CON EL JEFE DE LA DELEGACIÓN DE DROGAS ILÍCITAS Y CRIMEN ORGANIZADO

De Chiara apunta al narcomenudeo y la venta callejera de estupefacientes

El funcionario policial asegura que en Junín predomina la venta a pequeña escala. De acuerdo a su experiencia, las sustancias que se comercializan aquí provienen, principalmente, de la Villa 1-11-14. Destaca el trabajo conjunto y coordinado con la Municipalidad y la Justicia. Frente a los que señalan que hay un proceso de conurbanización, responde que “hay enormes diferencias” con el Gran Buenos Aires.

A finales de marzo, la delegación de Drogas Ilícitas y Crimen Organizado de Junín tuvo una gran visibilidad pública a nivel nacional, a partir del operativo “El señor de los cielos”, comandado desde aquí, que terminó con el secuestro de media tonelada de marihuana y el desbaratamiento de una sofisticada organización dedicada al tráfico de estupefacientes.
Dos meses después, cuando los flashes de las cámaras de los medios nacionales ya no se posan sobre la repartición local de lucha contra el narcotráfico, y mientras el trabajo contra este flagelo sigue adelante, el comisario inspector Rubén Ariel De Chiara, responsable de la dependencia, explica a Democracia cómo se está trabajando en esta problemática, poniendo el acento en la venta callejera, el narcomenudeo y los llamados “kioscos”.

Menudeo
A pesar de tener más de dos décadas en la Policía bonaerense, esta es la primera experiencia de De Chiara en el ámbito de narcotráfico, ya que asumió en diciembre del año pasado.
“Sí investigué y trabajé en esta temática, pero en el ámbito de comisarías, como las de Lanús o Lomas de Zamora”, explica.
Cuando llegó a Junín, a mediados de diciembre de 2016, encontró “una ciudad muy grande y ordenada” que, en materia de tráfico de drogas, tiene sus características: “Acá lo más frecuente es el menudeo de estupefacientes en la vía pública. El principal tema es el pasamano callejero, las motitos que paran en un lugar, hacen una transacción y se van, en donde se mandan un mensaje de WhatsApp, se encuentran y el intercambio se realiza en unos segundos. Entonces es muy difícil verlo si uno no lo está siguiendo en una causa o si no tiene el olfato para hacerlo. Pero pasa muy a menudo y en nuestras propias narices, aunque –repito– si uno no tiene el conocimiento de un investigador, no se da cuenta”.
En su análisis, De Chiara asevera que la principal modalidad de comercialización en nuestra localidad es “el narcomenudeo”, algo que no se ajusta sólo a lo local, ya que “sucede también en otras ciudades lindantes, como Lincoln, por ejemplo, en donde el jueves hicimos un trabajo muy importante” (ver recuadro).
En definitiva, en nuestro medio las autoridades en la materia no observan tráfico a gran escala. La excepción fue el operativo “El señor de los cielos”, en el que se trabajaron dos años para alcanzar ese resultado. “Pero, justamente, tuvo esa repercusión porque fue algo muy poco frecuente”, aclara De Chiara, quien admite que actualmente hay en marcha otras líneas investigaciones grandes, sin dar más detalles.

Otras escalas
En la jerga de la comercialización de drogas se le denomina “kiosco” a los puntos fijos, principalmente viviendas, en donde se venden las sustancias. Estas transacciones se suelen hacer con más frecuencia en horarios de tarde o noche, ya pasadas las 18. “Eso también lo estamos viendo y estamos trabajando en esa materia”, señala De Chiara, para luego ampliar: “Nuestra intención es atacar los kioscos y el narcomenudeo. En Junín no se ve un volumen de ingreso de drogas como otros lugares que son más comprometidos, por supuesto que hay, y nosotros todas las semanas cumplimos con diligencias judiciales, aunque no de magnitudes tan importantes”.
En esos operativos “por ahí se encuentra a alguien con una bolsita de cien gramos” que puede parecer algo menor, pero esa cantidad cortada, rebajada y puesta a la venta al menudeo puede llegar a significar unos 80 mil o hasta cien mil pesos.
De acuerdo a lo que advierten en la dependencia antinarcóticos local, la marihuana es la droga más común.
En tanto, el comisario inspector señala que no tienen conocimiento de que haya cocinas en nuestro distrito. “Eso sucede, generalmente, en el Gran Buenos Aires”, dice, y enseguida añade que, en general, la droga que ingresa a Junín proviene, más que nada, de la Villa 1-11-14 del Bajo Flores porteño, y también del Conurbano bonaerense.

Realidad local
Uno de los análisis que frecuentemente aparece en la discusión pública refiere a la eventualidad de que Junín se esté conurbanizando en su comportamiento social en materia de tráfico de drogas y delito.
En tal sentido, para De Chiara “hay enormes diferencias” porque “acá hay una muy buena calidad humana, y la gente tiene buenos principios, cosas que se han perdido en otros lugares, hay otro respeto, ciertas costumbres que se mantienen”.
No obstante, advierte que “el riesgo de que la ciudad vaya hacia ese otro lugar está”, por lo que considera que “hay que estar alertas” para que eso no suceda.

Relación 
con otras áreas
Para realizar su tarea con eficacia, la fuerza policial de lucha contra el narcotráfico debe trabajar en conjunto y coordinadamente con otras áreas, como la Municipalidad y la Justicia.
Según dice, el trabajo con las autoridades comunales es “excelente”. Y puntualiza: “No pensé que me iban a recibir como lo hicieron. Me encuentro muy a gusto, muy conforme, la gente es muy sencilla. Yo le dije al intendente que tengo ganas de trabajar y el grupo que conduzco es muy sano, y que acá fui muy bien recibido”.
En cuanto a la vinculación y la interrelación con el Poder Judicial, De Chiara no tiene objeciones. Y, en ese contexto, destaca la actividad que realizan los magistrados en los tribunales: “Nosotros hacemos el trabajo investigativo, el de la calle, y a veces se le echa la culpa a la Justicia de algunas cosas pero no son ellos los responsables, porque nosotros tenemos que llevarle al juez todos los elementos probatorios para que él baje el martillo y decida si la persona va a quedar detenida. Si no le llevamos todos las pruebas, el juez no se nutre, así no es suya la culpa sino del policía o el investigador que llevó a alguien ante el poder judicial sin los fundamentos necesarios. En la causa de Navarro, que tuvo tanta repercusión, hubo once detenidos y al día de hoy siguen los once en unidades carcelarias, es decir que ninguno estuvo agarrado con pinzas, sino que todos tenían una justificación como para estar apresados. Yo estoy muy satisfecho con ese trabajo porque fue el fruto del trabajo nuestro”.


Trabajo diario
Al momento de hablar del trabajo cotidiano, De Chiara asegura que disfruta de “estar en la calle, ir a los juzgados, ver la problemática, viajar”, puesto que –remarca– no sirve “para estar atrás de un escritorio”.
En la actualidad, su repartición cuenta con 59 empleados a cargo suyo, distribuidos en la calle y en distintas oficinas, como personal, administración, logística y demás.
Según dice, con ellos tiene “una continuidad de trabajo muy dinámica” que los lleva a que “todas las semanas” estén haciendo diferentes operativos, “ya sea a través de la justicia ordinaria o de menores, como la federal, y en el Poder Judicial hay muy buena predisposición para trabajar también”.
Después de la repercusión lograda a partir del operativo de Navarro, le ofrecieron al De Chiara un traspaso a otra dependencia de Narcotráfico, en el Gran Buenos Aires, pero el comisario inspector le pidió a su superintendente que lo dejara al mando de la delegación en nuestra ciudad para terminar con su tarea en Junín: “La duración de una gestión la decide el Ministerio en base a la problemática delictual del momento. Puede durar alrededor de dos o tres años, y el trabajo se va haciendo de a poco. Supongo que acá esto me va a llevar, por lo menos, seis meses más como para hacer una buena administración, con un reconocimiento personal por mi trabajo y, por qué no, dejar un legado en Junín”.
En ese contexto, al momento de trazar sus objetivos, concluye: “Me siento muy cómodo en esta ciudad, me siento muy a gusto, estoy bien y eso se traduce en que esté bien el personal, porque transmito esas ganas de trabajar. Cuando me mandaron a Narcotráfico me dijeron que estaba loco por aceptar este lugar, por la problemática que debemos tratar, pero para mí fue un desafío. Y me encontré con una dependencia ordenada, el personal con muchas ganas y no tengo muchos problemas. Entonces los objetivos son claros: venir a trabajar y atacar el foco infeccioso que hay en Junín en materia de drogas”.

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