Levantar la persiana del negocio o abrir la puerta del comercio supone cada día un costo fijo que requiere del volumen de ventas adecuado para afrontar los gastos e impuestos, reponer mercaderías y obtener un margen lógico de rentabilidad que permita vivir al propietario del emprendimiento.
Sin embargo, la retracción del consumo causada por la recesión que padece la economía, el incremento del valor de alquileres, servicios básicos como luz, gas y teléfono, además de la presión tributaria, provocan pérdidas en los negocios de diferentes rubros.
El comercio juninense sufre los avatares y los vaivenes de la economía local y regional, pero su situación también está vinculada con las tendencias que marcan las políticas nacionales.
Panorama
Roque Sáenz Peña, la calle tradicional del centro comercial juninense, es el termómetro que sirve para medir la temperatura de la actividad en los pequeños y medianos comercios, que se nutren de la demanda local y zonal.
La aparición de locales vacíos y otros con el cartel de “se alquila”, que suelen permanecer sin que aparezcan nuevos negocios, deja en claro que el movimiento comercial atraviesa un momento delicado.
“Cada mes que empieza uno sabe que tiene que pagar alquiler, luz, teléfono, gas, seguro, el sueldo de la empleada, cubrir los cheques de la mercadería que se compró y hacer un retiro para vivir, entonces se genera una expectativa sobre cuánto hay que vender para cumplir con todas las obligaciones”, señaló Osvaldo, un comerciante de indumentaria con más de treinta años de experiencia en el rubro.
Sin embargo, alertó que “hoy no podemos hacer una proyección porque un día se vende bien y tres o cuatro entre regular y mal, situación que genera incertidumbre”.
Además, admitió que “cuando le tengo que pagar el sueldo a la empleada, a mi me sale 22.000 pesos con los aportes de ley a la seguridad social y se me cae un lagrimón para juntar esa plata, pero ella recibe 15.000 pesos que no le alcanzan, entonces uno siente impotencia”.
Asimismo, Osvaldo resaltó que “nosotros también tenemos venta mayorista en la zona y en las últimas semanas gente que siempre nos compró nos dice que vayamos a cobrar y a tomar mates, pero que no llevemos mercaderías porque hay una disminución de la demanda”.
De la comida al vehículo
Si bien en un escenario de incertidumbre se nota una baja en la venta de indumentaria, lo preocupante es que la caída del consumo también llega a rubros como alimentos y productos de primera necesidad, por un lado, y autos y camionetas, por el otro.
“No hay gente, no ve que no hay gente”, inquirió el titular de un supermercado céntrico con cierto enojo, para luego añadir que “no vienen a comprar, las ventas cayeron mucho, no le puedo decir justo cuánto, pero más del 20%”.
El responsable, de origen chino, agregó que “la gente no viene a comprar como antes, ya no están más los que compraban las ofertas de vinos y champagne y ahora también bajó la venta de alimentos”.
En el otro extremo, el gerente de una red de concesionarios de autos y camionetas, dijo que “tras un primer trimestre bastante bueno, en abril las ventas se derrumbaron y en mayo no se ve ningún repunte”.
En esa línea admitió que “existen promociones, líneas de crédito y facilidades para agilizar las ventas de todo tipo de vehículos, incluso en los usados, pero sin dudas no existe el mejor clima para hacer negocios”.
Se prioriza la esencial
Diego Ruiz, titular de la Sociedad Comercio e Industria de Junín, también reconoció que se mantiene la recesión. El dirigente explicó que “todos comenzamos el año con la esperanza de ver una reactivación de la economía que no llega”.
En ese sentido, destacó que “el comercio minorista la está pasando mal, especialmente el que tiene costos fijos muy altos” y agregó que “los negocios en los que más impacta el enfriamiento del consumo interno son los de indumentaria y tecnología, y aquellos consumos que se pueden aplazar en el tiempo, que no son de primera necesidad, pero la caída es general”.
El titular de Comercio e Industria consideró que “la baja en el consumo tiene una explicación lógica: la gente debe pagar más por las facturas de luz, gas, teléfono, medicamentos, tasas, impuestos, todos rubros que aumentaron, y como contrapartida cobra casi el mismo sueldo o tiene los mismos ingresos, entonces prioriza lo básico y esencial, como los alimentos”.
Ruiz alertó que “también tiene mucho que ver el humor social, que es tan importante como la plata en el bolsillo, y la verdad es que hoy la gente no tiene el mejor humor. En eso incide mucho el panorama que se genera por el exceso de agua que hay en la zona, las inundaciones en el campo y los pronósticos sobre que la situación puede empeorar”.
Por último, el directivo empresario expresó que “generalmente, los productores rurales cuando ven que van a tener una buena cosecha salen y cambian la camioneta, compran algún implemento o maquinaria e invierten y hoy no gastan porque no saben si van a poder sacar la soja del campo”.
Afecta a todos
La caída de las ventas, por un menor nivel de consumo de la población en su conjunto, lleva más de 16 meses consecutivos, situación que pone en jaque a prestadores de servicios y comerciantes de los rubros más diversos.
Quienes ya tienen cuotas o deudas en la tarjeta, ajustan el bolsillo para pagar esas obligaciones, los servicios básicos del hogar y los alimentos, pero no asumen nuevos compromisos.
En esa línea, el vendedor de una tradicional casa de artículos del hogar, admitió que “las ventas cayeron y eso se nota en nuestros ingresos, porque además del sueldo, recibimos comisión por lo que vendemos”.
Para reforzar su apreciación, agregó que “algunos compañeros que se están tomando días de vacaciones que tenían pendientes, porque es muy poco el movimiento que hay en las últimas semanas”.
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