OBTUVO LA DISTINCIÓN “ALICIA BIANCHI”

Susana Camparo: “Siempre traté de convertir la venta en un arte”

Histórica vendedora de comercios de los más variados rubros, fue la más votada para el Día de la Mujer. No obstante, enfatiza que el premio “fue para las catorce seleccionadas, no hubo ganadoras”.

El miércoles 8 de marzo, en el teatro La Ranchería, cuando anunciaron que la distinción “Alicia Bianchi” –que anualmente entrega la Municipalidad a una mujer destacada– recaía sobre Susana Camparo, la primera sorprendida fue la propia galardonada.
Días antes había estado a punto de declinar la postulación porque consideraba que las otras candidatas lo merecían más que ella. Sin embargo, por respeto a quienes la habían puesto en ese lugar aceptó ir al evento que, finalmente, terminó con el lauro en sus manos.
“Es un mimo que me permito, es un orgullo para mí, pero cuando conocí a las otras mujeres convocadas me di cuenta de que eran excelentes, maravillosas cada una en lo suyo, y yo me vi chiquita, porque yo siempre quise hacer las cosas bien y ganarme un sueldo, nada más”, dice Susana emocionada.
Y aún con la voz quebrada, agrega: “Yo hubiera querido abrazar a todas esas mujeres y pedirles perdón. Nunca pensé que iba a obtener más votos que ellas. Pero la distinción fue para las catorce, no hubo ganadoras”.

Su origen
Susana nació en el hoy barrio Eusebio Marcilla. Hizo la primaria en la Escuela N° 8 y la secundaria en Las Patricias Argentinas. Allí aprendió el oficio de lencería, o bordadora.
Ya a sus 12 años había empezado a trabajar. Pasó por una juguetería, una retacería, la casa La Reina y la casa Carreras, que fue la primera boutique que hubo en Junín.
Arrancó como vendedora en la bombonería Susy, desde su inauguración. “Un lugar del que guardo un recuerdo hermoso y muchos amigos”, dice. Más adelante pasó por Ali-Ros: “Era una casa para novias en donde aprendí mucho, porque me recibí de cosmetóloga, hacía los tocados y demás. A mí siempre me hubiera gustado tener un negocio así, en donde la novia entrara sin nada y saliera lista para su boda”.
Sin darse cuenta, había empezado una carrera como vendedora que la iba a llevar por numerosos comercios de Junín.
Estuvo varios años en la recordada zapatería Bazzani, para luego seguir en la veterinaria del doctor Mattiazzi, “un trabajo maravilloso que no tenía nada que ver con lo que venía haciendo”.
Supuso que allí se iba a quedar hasta su jubilación, pero Mattiazzi falleció, la familia vendió y Susana se quedó sin trabajo.
En ese momento tenía dos hijos, una casa a punto de ser rematada y quedó embarazada de mellizos. Entonces hubo que seguir adelante. Puso un pequeño kiosco en una ventana de su hogar y limpió casas. “Fue una época difícil pero salí adelante”, asegura.
Corría el año 2000 cuando, por recomendación de diferentes personas, le ofrecieron un puesto como vendedora en la zapatería La Kumbre, donde aún sigue trabajando.
“Yo tomé ese trabajo con tanta alegría que me volqué de lleno –explica–, y finalmente ahí me jubilé, aunque me permiten seguir con ellos mientras la ley lo habilite, porque yo siempre necesité trabajar”.

Atención al público
Con más de cuarenta años en la atención al público, Susana asevera que la clave es “estar siempre dispuesta, y recibir bien a la gente y con una sonrisa”.
Es lo que le permitió sostenerse durante tanto tiempo, y por eso siente su actividad como una vocación.
Aún resuena en ella las palabras que le dijeron alguna vez y que tomó como propias: “El señor Bazzani me decía que vender es un arte. Y es así. Yo no tenía otras armas, entonces le di mucho valor a esto, y siempre traté de convertir la venta en un arte”.

Distinción
En el marco de la entrega de la distinción “Alicia Bianchi” por el Día de la Mujer y tal como se hizo en otras oportunidades, la Municipalidad abrió la convocatoria para que la ciudadanía propusiera nombres de mujeres merecedoras de ser destacadas. Una de ellas fue Susana, por su amabilidad, encanto y predisposición en el desarrollo de su extensa carrera como vendedora.
“No sé quién fue el que propuso mi nombre, no me lo dijeron desde el municipio”, comenta Camparo. Lo cierto que quedó entre las catorce reconocidas por el municipio y, de todas ellas, fue la más votada.
Susana insiste en remarcar que esa noche no hubo vencedoras, sino que todas fueron premiadas por su esfuerzo. Y al pensar en los motivos que habrán tenido quienes la votaron, observa: “Supongo que fue porque me quieren, porque me respetan. Yo no hice más que mi trabajo, que pude sostener durante más de 40 años”.

Balance
Respecto de su actividad, Susana advierte que “a veces las personas que atienden en los comercios están muy en otra”, por lo que cree que debería tomarse el trabajo “con compromiso, hay que hacerlo bien, y uno tiene que sentirse importante para hacerlo sentir igual al que entra, porque si no hubiera clientes, no tendríamos trabajo”.
Y al momento de hacer un balance, concluye: “Es positivo, nunca veo los aspectos negativos, hasta en los peores momentos trato de ver lo mejor, porque aún en esas etapas, tener un trabajo te dignifica de tal manera que no queda otra que sentirte feliz”. <