UN VIAJE AL PASADO

Coleccionistas juninenses cuentan su pasión por encontrar “tesoros”

Marcela Torreblanca, que colecciona cámaras de fotos antiguas; Santiago y Agustín Corbanini, con sus camisetas de Sarmiento; y Bruno Marchetto, dueño de cientos de juguetes antiguos, describen qué sienten al reunir sus preciados objetos.

Cada hombre y mujer que siente pasión por coleccionar, nunca abandonan la expectativa de aventurarse en una nueva búsqueda que enriquezca sus vitrinas. Una charla en medio de una rutinaria mañana laboral, un dato certero durante el transcurso de una clase o una palabra justa en una cena con seres queridos, es suficiente para alertar todos los sentidos de un coleccionista.
Cámaras fotográficas analógicas, camisetas de Sarmiento y juguetes antiguos, son algunos de los objetos elegidos por los juninenses que brindaron testimonio acerca de lo que llaman su "hobby" pero sin dudas es un modo de transitar la vida.
Marcela Torreblanca es docente, tiene 54 años y reconoce que posee un espíritu admirable para comenzar nuevos proyectos, entre ellos, coleccionar objetos antiguos. “Comencé con las cámaras analógicas hace un par de años porque me surgió la necesidad de reponer las que tenía mi marido, heredadas de su familia, y desde entonces los objetos me buscan a mí, no al revés”, rememora esbozando una sonrisa mientras acomoda las máquinas y agrega a la descripción su afición por coleccionar vinilos de rock internacional y de música progresiva y los libros de ciencias antiguos.
“Es como viajar en el tiempo”, comenta pausadamente. “No es lo material del objeto lo que importa, si no el significado que le doy y que la gente pueda darle. Lo profundo y lo intenso radica en la historia que está asociada a cada una de las cámaras y lo que puedo construir con ellas”, analiza.
Marcela no es de las coleccionistas que dejan reposar sus objetos de valor emocional en una vitrina. Por el contrario, sus cámaras Yashica, Minolta, Nikon, Polaroid y Nikkorex, atravesaron exitosamente un proceso de minuciosa restauración y hoy son utilizadas por su dueña para nuevos y diversos proyectos de fotografía: “Las hago reparar, consigo los rollos, saco las fotos que me interesan y las hago revelar”. 
La Nikkorex del año 1950 que consiguió mientras andaba por una calle de Nueva York y sumó a su colección personal por unos pocos dólares, es sin dudas la máquina preferida de Marcela.“Un tractor” es la descripción única de la cámara que gira en sus manos. “Muy fuerte, con muy buena mecánica, que saca fotos buenísimas y tiene un muy buen lente”, concluye, guardando celosamente los secretos y las vivencias que las unen tan íntimamente.

Cientos de casacas verdes
“Que los hermanos sean unidos” es la máxima del Martín Fierro cumplida exitosamente por Santiago y Agustín Corbanini, de 27 y 24 años respectivamente. Desde que tienen memoria son compinches y juntos mantienen un vínculo muy estrecho con el Club Atlético Sarmiento, que los llevó a coleccionar las camisetas del equipo. 
“No sabemos cuándo ni cómo empezamos exactamente, pero hoy tenemos más 150 remeras desde el año 79 hasta las más nuevas, entre otros objetos e indumentarias del Club”, explica Santiago.
Criados en una casa a escasas cuadras del Estadio Eva Perón, los dos forjaron juntos el sentimiento que Santiago convierte en palabras: “Para nosotros Sarmiento es un modo de vida”. Agustín asiente y detalla: “Nos criamos en el Club, somos socios desde siempre, viajamos y tenemos grandes amigos gracias al Club. Tenemos con Sarmiento un agradecimiento y un vínculo de por vida”.
La cantidad de camisetas es impactante y habla por sí misma, pero la diversidad de modelos y tamaños esconde orígenes e historias anecdóticas que los jóvenes no pasan por alto. “Es gracioso recordarnos andando en auto y frenar de repente a un peatón para ver si nos vendía la camiseta que llevaba puesta. O la vez que mi viejo se metió en una obra en construcción para hablar con un albañil que tenía una remera que no podíamos conseguir”, cuentan entre risas y recordando en conjunto.
Hay fotos familiares en las que se los retrata vestidos a uno con la remera titular del equipo y al otro con la suplente y eso, según relatan, era una costumbre de todos los campeonatos. Su padre, Alejandro Corbanini, ex jugador y técnico de las inferiores de Sarmiento, es el mentor fundamental de lo que los hermanos conciben como una pasión más que un hobby. 
“Hace poco pudimos conseguir la que usó nuestro viejo en el ascenso 90/91. Una casaca Adidas, blanca, con mangas largas verdes. Es una sensación única”, dice Santiago y no hizo falta preguntar si tenían alguna camiseta favorita.

Volver a jugar
La sala principal de la casa antigua delata la actividad en la que Bruno José Marchetto, paisajista y docente de 67 años,  invierte la mayor parte de su tiempo. Vitrinas con aviones miniaturas de la Segunda Guerra Mundial, bibliotecas con ejemplares de la revista deportiva “El Gráfico” que datan de la década del 30 y álbumes con billetes exóticos y monedas antiguas, decoran el camino a la galería techada repleta de juguetes de antaño
“Es sencillo, fue una coordinación entre mis hijos y yo. Cuando eran pequeños deseaban jugar y a mí, que soy un amante de las antigüedades, se me ocurrió que la mejor manera de relacionarnos era hacer algo para divertirnos juntos”, se explaya Bruno naturalmente con la satisfacción de quien cumple un objetivo.
Los triciclos, las bicicletas e incluso los pequeños sulkys y motonetas a pedal denotan en su aspecto el paso de los años. “A mí no me interesa renovarlos, yo quiero conservarlos tal y como están porque lo importante es que mantengan el toque del tiempo con el que fueron adquiridos. Así se transmite mejor el significado emocional e histórico del juguete”.
En la voz de Bruno, cada uno de los juguetes parece ser único y especial a su manera. Los trata con la delicadeza y no disimula su manera de disfrutarlos: “Para mí es como volver a jugar. Es rememorar los tiempos de mi infancia y cuando crié a mis hijos, esos tiempos de la inocencia en los que tanto amé”, narra mientras sopla una hoja que cayó sobre el asiento de cuero de un triciclo.

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