UN OFICIO ÚNICO

Para Giulio, el aspecto artesanal de ser joyero le hace muy bien

Desde hace varias décadas, Jorge Eduardo Giulio se dedica a este oficio, una actividad que tiene un lado artesanal y otro comercial. Ambos le dan satisfacciones, aunque él asegura que hacer joyas lo hace sentir bien.

Jorge Eduardo Giulio, de la Joyería Giulio, ubicada en Gandini 49, esquina Roque Sáenz Peña, comenzó con el oficio de joyero en 1993, haciendo piezas en bronce y enchapadas en oro.
A partir de entonces no paró de crecer en la actividad, que abrazó desde entonces, haciendo artículos de joyería, por lo cual además de ser su sostén laboral, lo pone bien de ánimo y le gusta.
Al ser entrevistado por Democracia, recordó que un año después de sus inicios, en 1994, se dedicó más a la plata y a fines del ’95 comenzó con el oro. Fue así hasta que a fines del 2002 trabajaba en una joyería del centro y después puso su propio negocio, dedicándose también a la atención al público.
“De este oficio, lo que más me atrae es la parte artesanal. Me hace bastante bien”, apuntó.
“Este oficio me fue llevando a atravesar distintas situaciones que pasaban en el país, la importación y demás. Pasé del enchapado a la plata, después al oro. Pero lo que más me atrae de todo esto es lo artesanal. Me gusta y me hace bien a mí”, explicó.
Lo dicho por Jorge, permite pensar que en el ser joyero también hay creación, arte y entusiasmo por hacer cosas, más allá del aspecto comercial.
“Hacer joyas te da un poco de libertad, me relaja aunque ahora con el negocio no se puede poner mucho en práctica todo eso porque hay que atender mucho a la gente. De todas formas, me gusta”, dijo Giulio.
Preguntado sobre el acceso a los materiales para su trabajo, el joyero manifestó que en general se traían desde Buenos Aires. “Yo compro oro y plata. Lo que entra usado a veces se puede fundir acá o no. Hay piezas en la que la plata es más pura y se puede fundir acá, en cambio otras, como las cadenas, que tienen más soldaduras, se mandan a laboratorio de Buenos Aires y nos mandan chapas o hilo de plata para poder hacer los trabajos. Con respecto al oro, pasa más o menos lo mismo. Lo que entra usado en el caso de alianzas, medallas, y lo que no tiene soldadura lo purificamos nosotros, y si no, se compra en Buenos Aires oro 24 kilates, oro fino, se funden las piezas, se agrega oro fino, hasta que dé los kilates que tiene que ser, en este caso, oro de 18 kilates, según la Ley argentina”, explicó el joyero.
Acotó que, de todas formas, la fabricación no era mucho en su caso. “No es que uno tenga que fundir muchos gramos, es poco lo que se va usando”, dijo.
Aclaró que en la actualidad lo que se trabaja mucho es acero quirúrgico, que es lo que más se usa. “El acero quirúrgico, aunque a mí no me gusta, es lo que la gente pide. También hacemos cosas en plata, en plata con algunas aplicaciones en oro”, sostuvo.
“También comercializamos relojes –dijo Jorge-. Sobre esto puede decirse que en Argentina los relojes son caros, comparados con el resto del mundo. En general se venden mucho los descartables, es decir aquellos que cuando se rompen conviene más comprar otro que arreglarlos. Otros no, las de marcas Cassio, Festina, Citizen, son más sofisticados. En general, a todos la gente quiere que se los reparen. En mi local tengo a una persona dedicada a eso”.

Inseguridad
Para Giulio, la atención al público en su joyería no es todo.
“El tema de inseguridad es un tema latente, de todos los días. Ahora, hace un tiempo a esta parte, no hubo inconvenientes en las joyerías del centro, donde la mayoría de los colegas los tuvo y nosotros también tuvimos robos”, dijo.