ENSEÑAR EN TIEMPOS DE TECNOLOGÍA Y REDES SOCIALES

Desafío educativo: cómo convivir en las aulas con el uso de celulares inteligentes

Forman parte de la cotidianeidad de los chicos y aparecen en clase, aun cuando se los prohíbe. Generan tensión cuando distraen pero también son usados, cada vez por más profesores juninenses, como auxiliares en la enseñanza.

María Luján Greco, profesora de Lengua y Literatura de varias escuelas de Junín, tiene claro cómo manejar el tema del uso de celulares en clase: “Se los dejo tener y hasta lo utilizamos para la búsqueda de información que por ahí no conseguimos en los textos, dado que la mayoría de los chicos tiene internet en sus aparatos. Pero no más que para eso”, le cuenta la docente a Democracia.
La de Greco es una de las múltiples estrategias a las que apelan los educadores de todas las materias para que la convivencia con los teléfonos en las aulas no les arruine la tarea pedagógica. Pero no es la única, lo que refleja tanto la infalibilidad del procedimiento como lo complejo que resulta captar la atención de treinta jóvenes (es el promedio de estudiantes por salón en esta ciudad) provisto cada uno de su dispositivo móvil, con acceso a las redes sociales y a entretenimientos –música y juegos- por demás atractivos a su edad.
“A los nenes de primer año –continúa Greco- no se los dejo usar, prefiero que lo tengan guardado. A nosotros nos sirve mucho y si se sabe usar es una herramienta, el tema es que no se pasen para el otro lado y se la pasen distraídos con otra cosa. Pero también es cierto que sacarles el teléfono a los más grandes es casi imposible, es muy complicado”.    
Laura Perrone, otra profesora juninense con más de veinte años en el ejercicio de la profesión, reconoce ser flexible al uso del celular “para buscar biografías y lecturas”.
Además, comenta que “por ahí los chicos no tienen dinero para las fotocopias y si en el teléfono podemos hallar el material de lectura, bienvenido sea”.
Para la profesora de literatura Florencia Baez Damiano el debate no debería fundarse en “si permitir o no el uso del celular en el aula, sino en pensar cómo utilizarlo para que tenga un fin pedagógico”.
En este sentido, amplía: “Es una herramienta más, que en mi área en particular permite realizar actividades que resulten significativas para los estudiantes y trabajar por ejemplo uno de los ejes del Diseño Curricular que es la oralidad”.
“Hoy la forma de educar cambió junto con la sociedad. Aunque surgen dificultades, impedir el uso de las tecnologías no es la manera de afrontar esos cambios”, afirma.

“El uso del celular potencia los procesos de enseñanza”
Otra de las voces consultadas por este diario fue la de Emilse Marini, jefa de Inspección del distrito de Junín, quien sostiene que el celular “puede ser una herramienta pedagógica potente”.

-¿Cuán instalado está el uso del celular en las aulas? ¿Es un problema?
-El uso del celular en las aulas ha ido creciendo e instalándose paulatinamente. El celular es hoy una herramienta imprescindible en nuestras vidas, así que no hacerlo partícipe de los procesos de enseñanza sería negar la realidad.
Nuestros alumnos son sujetos digitales, conectados a las nuevas tecnologías, en ocasiones con un buen uso de las mismas y en otros no tanto. Como docentes debemos apropiarnos de las herramientas digitales y aprender a sacar provecho de las mismas. El celular puede ser una  herramienta pedagógica potente en una clase para ser utilizada por los alumnos y docentes. Para ello es necesario atravesar miedos, prejuicios  reformular nuestro posicionamiento como  docentes en el aula, planificar nuestras clases, interrogándonos sobre qué lugar y  qué uso darle al celular. Tenemos vastos ejemplos que dan cuenta que su uso ha potenciado procesos de enseñanza aprendizaje a través de la búsqueda de información, lectura de textos y muchos otros  usos posibles.
Si repensamos nuestras prácticas y podemos formular acuerdos de trabajo con los alumnos diría que el problema se diluye. Es necesario empezar a pensar bajo otro paradigma, la tiza y el pizarrón dejaron de ser organizadores de la tarea en el aula; hoy las tecnologías ocupan ese lugar y debemos interrogarnos para producir nuevos modos de enseñar acordes a los tiempos actuales.

-¿Debería existir alguna disposición legal o emanada de autoridad competente que regule y/o prohíba el uso del celular?
-El uso de los teléfonos celulares está regulado en el ámbito educativo por la resolución 1728/06, donde se prohibió su uso tanto para docentes como para alumnos, ya que fue pensado desde la regulación de las normas de convivencia. Pensemos que esa disposición ya lleva casi 10 años, de hecho es un punto abordado en forma permanente por las escuelas tanto en sus Acuerdos Institucionales de Convivencia como en los Acuerdos Áulicos que los docentes construyen con sus alumnos. Hoy sabemos que los celulares se incorporaron a la dinámica institucional por lo cual se viene pensando su reformulación. De hecho muchos docentes lo utilizan en clases  como herramientas tecnológicas que acompañan el uso de las netbooks posibilitando propuestas de aprendizaje más acordes a los sujetos que hoy habitan las escuelas.
Creo que resulta necesario producir un cambio en los modos de enseñar, nuestros niños y adolescentes son  sujetos digitales y tenemos que empezar a generar propuestas donde los organizadores de la clase sean el celular, las compu y producir un auténtico cambio en la enseñanza. Nuestros alumnos están preparados y a la espera.

Un debate permanente
Tanto en aulas secundarias como universitarias son muchos los profesores que, por propia iniciativa, permiten utilizar esos implementos en clase con objetivos pedagógicos. Pero no es la única manera en que los teléfonos inteligentes dicen presente en clase. Otras veces lo hacen como un elemento de distracción. Los chicos se conectan a través de él con redes sociales y se desconectan así de clases que no captan su interés.
Un caso extremo de este tipo de situaciones se vivió este año en Zárate, en uno de los más resonantes episodios de violencia contra una docente, que se inició cuando ésta le quitó el celular a una alumna que, en plena clase, lo usaba para escuchar música con auriculares puestos. La profesora fue luego golpeada por familiares de la adolescente y el hecho motivó una marcha docente de protesta.
El debate por los celulares en las aulas y el uso que se hace de ellos se reinstaló la última semana, a partir de la difusión de una carta de un profesor universitario uruguayo que dijo haber abandonado la docencia porque le resultaba imposible captar la atención de sus alumnos.
“Me cansé de pelear contra los celulares, contra WhatsApp y Facebook. Me ganaron. Me rindo, Tiro la toalla”, escribió en su blog el periodista y docente de la carrera de Comunicación de la univesidad ORT de Montevideo, Leonardo Haberkorn.
Haberkorn fue más allá y cuestionó lo que él consideró falta de interés, desinformación y desdén por el conocimiento de sus alumnos. Una opinión que también desató una fuerte polémica en ámbitos educativos.
Especialistas en educación, docentes y alumnos, consultados por este diario, coincidieron en una cosa: el impacto de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana de los adolescentes es tan fuerte, que los celulares aparecen en el aula, aún en los casos en los que no se los permiten. Y lo hacen como elemento de distracción o, cada vez más, como auxiliares del aprendizaje.
En este marco, la última semana las autoridades educativas de la Provincia empezaron a analizar la posibilidad de levantar la prohibición de que los alumnos utilicen sus teléfonos celulares dentro de las aulas. Piensan primero en capacitar a los docentes. Y también estudiar qué porcentaje del alumnado no posee teléfono celular. La medida no se implementará en el corto plazo porque requiere de un cambio cultural: que los docentes no emitan un mensaje único sino que aprendan a dirigir un debate.