None
MARKETING APLICADO

Grupos

La pertenencia como herramienta comercial.

Hay una doble lectura en relación al marketing y los comportamientos de la gente. El punto crítico es el orden de los factores. En ocasiones, los críticos refieren a que la actividad impone productos, servicios, hábitos y costumbres con sus macabras herramientas de manipulación. Como si se tratase de una cuestión sin fundamentos, una criatura que surge sin antecedentes. La otra visión es que en realidad, se trata de hacer una lectura de las tendencias y comportamientos que las personas entregan a granel, con las nuevas tecnologías a su disposición, para luego desarrollar propuestas de valor.

¿Cómo funciona el marketing?
Acaso sería un gasto de tiempo, dinero y energía imponer algo que no tenga un sustento fuerte, un antecedente que nos otorgue señales de que la cuestión va a funcionar. Como ejemplo, podemos enumerar la infinidad de nuevos círculos de pertenencia que se desarrollan en nuestra ciudad. Peñas, clubes, viñedo, pesca, asados, deportes, tecito por la tarde, maratones y centros culturales, entre otros, concentran a las personas en grupos que comparten el gusto por una actividad. En esta dirección deberían asistir los negocios de nuestra ciudad y muchos ya lo están haciendo. Acaso no es casualidad el cambio de paradigma que de forma creciente se impone desde los cafetines hacia “casas de té o café” especializadas en sensibles y diversas propuestas.

¿De dónde provienen las acciones comerciales?
Una persona corre por el parque y se saca una “selfie” con el sol a sus espaldas argumentando que las cosas bellas no necesitan marketing. Su indumentaria y equipo de audio acompañan la experiencia privada que ahora es pública gracias a las redes sociales. Las copas se elevan conformando un brindis perfecto, el tono del encuentro favorece la presencia de nuevas etiquetas, marcas de ropa y empresas que buscan un encuentro con ese segmento de personas. Más de quince peñas de pesca ya tienen un perfil en redes y celebran la adquisición del nuevo equipo, una lancha o la carpa para pasar el fin de semana. Un grupo de amigas se reúne en una casa con un mantel de puntillas, tazas de estilo y coloridos muffins. Todas y cada una de las situaciones no son más que actos de promoción de una preferencia, un círculo de consumo de bienes y servicios.
Todos nosotros desarrollamos una actividad comercial, un modo de supervivencia; es decir, dudo que alguien viva del intercambio. Profesionales independientes, empresarios, comerciantes o cualquier otra actividad. Para eso, hacemos una lectura y desarrollamos un pensamiento “marketinero”. Es inevitable, antes de lanzar algo visualizamos los requerimientos de la demanda para conformar una oferta que funcione. Todo lo demás, esa actitud despojada que desprecia a la actividad como una realidad ineludible de estos tiempos es tan solo puro marketing del anti-marketing.

COMENTARIOS