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MARKETING APLICADO

La cocina honesta

La contracultura gastronómica.

Mucha gente cree que el marketing y la publicidad es eso que se usa para disfrazar y exagerar la cualidad de un producto o servicio. Puede que tengan razón, sobre todo cuando la cuestión es administrada por quienes siguen la tendencia del maquillaje estético (gráfico o discursivo) como fin y medio. Ahora bien, ¿qué sucede si pensamos en el marketing como sistema de pensamiento para diferenciar y potenciar propuestas comerciales?

La contra cultura gastronómica
Seguramente alguna vez fueron a un restaurante, se sentaron en un lugar agradable y se enfrentaron a  una carta o menú que se parecía mucho más a un acopio de poesías que a un listado de posibilidades para comer: “colchón de verdes en descanso de un crujiente rojo de carne cocido en sus jugos con toques de semillas y mix de papas rústicas”. La decepción es inmediata y la teoría surge: el plato es grande o la porción es chica. Un bife con tres hojas de rúcula sobre una superficie blanca salpicada con una salsa y tres papas con cáscara que acompañan.

El Anti-gourmet
Cansados de la exacerbación de los platos en apariencia sofisticados, un grupo de amigos salió a la caza de buenas propuestas para comer, lisa y llanamente comer bien, rico, sabroso y sin vueltas. No se trata de expertos en la crítica gastronómica sino personas que quieren lo mismo que nosotros, pagar por algo que valga la pena, sin vueltas.
A partir de esta lectura, surgen nuevas oportunidades en lo que denomino la “cocina honesta”. Un nuevo paradigma que seguramente desplegará información importante para las nuevas propuestas gastronómicas. Contame cómo lo hacés, que le ponés, de dónde vienen los productos. Seamos más simples, cálidos, cercanos: sacale poesía, aportale realismo.

¿Qué tiene que ver el marketing con esta tendencia?
Se trata justamente de la lectura de esta situación, de entender que no siempre hay que seguir la lógica absurda de ir más allá, de redoblar la apuesta, de seguir sumando ribetes y adornos a una descripción sino pegar la vuelta, diferenciarse, retomar el camino hacia la simpleza de un plato bien descripto y que lo que el cliente lea en la carta se vea reflejado en el plato.
La cocina honesta es lo que viene y garantiza que los clientes siempre vuelvan. El otro camino promete mucho pero cumple poco y eso no tiene nada que ver con un buen desarrollo comercial. El anti gourmet se impone como contra cultura y es una oportunidad para quienes pretendan desarrollar un negocio diferente: un bife con papas fritas por favor.

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