UNA RECORRIDA POR EL TALLER-ESTUDIO-LABORATORIO-GARAJE DE UN PERSONAJE DE NUESTRA CIUDAD

Las invenciones de don Fernando Casartelli, o una gira mágica a la imaginación fértil

Es conocido por su «auto eléctrico», pero su capacidad de inventiva va mucho más allá/Equipo para grabar discos, gorras con ventilador propio, radios y relojes que funcionan con detergente, sidras caseras que «son digestivas y hacen bien a la vista»/ Hay de todo en este rincón de Junín que es su casa.

El manual básico del periodista impone no aceptar regalos de los entrevistados y se debe mantener una distancia profesional con las declaraciones que recoge, en beneficio de una meneada objetividad.Pero, ¿qué debe hacer uno en caso de que sea ungido como «el primer periodista en pasear en un auto eléctrico», le regalan una sidra casera «que es muy buena para la vista» y lo agasajan con una grabación de una máquina casera fabricada por el propio entrevistado que, para abundar, es también quien canta en el disco de pasta?

«He hecho muchísimos inventos», sintetiza don Fernando Casartelli mientras lleva al cronista a través del impiadoso tránsito de Benito de Miguel, cierta oscura noche de la semana pasada. Vamos en el «auto eléctrico», invención de Casartelli, mientras pasan zumbando apurados vehículos de todo pelaje.El conductor ya nos ha confidenciado que no ve demasiado bien luego de un accidente del que daremos cuenta más adelante. Parece que somos los únicos que lo sabemos, porque el resto de los automóviles (movidos por nafta, a diesel, a GNC) siguen silbando al pasarnos por los costados ¿Será por envidia? En el año 60 Casartelli construyó el auto sobre el chasis de un Ford T 1927, comprado a la «chacarita» Morrotti. Fue vehículo de paseo y después se animó a una carrera de «cafeteras», con el nombrado Rolando Landi «Desde que lo hice nunca se rompió», asegura don Fernando. «Camina todos los días, llueva o truene; de noche o de día. Funciona con seis baterías de 12 voltios, de descarte, que me las da el vecino, que tiene una casa de venta de acumuladores. Me regala los ya usados porque mi jubilación es de 408 pesos, estoy viviendo como indigente.

«El auto puede andar hasta los 90/100 kilómetros por hora, pero con la edad que tengo, y no tiene los frenos como corresponde, le corrí los carbones para que no me camine más 50 kilómetros. Por el Centro nunca ando más de 30 ó 40 km/h. A veces molesto a la gente, pero siempre voy del lado derecho, por el carril lento». Llegamos a la casa mientras muestra una lámpara de 300 kw. y asegura que cuando en la zona se corta la electricidad, él le provee luz a su casa con un alargue desde el motor del vehículo.

Ya en el taller-estudio-laboratorio-garage de su casa nos muestra unas treinta lámparas de los viejos equipos de radio. «Las conecté en paralelo y eso reemplazó a un alternador. El primer auto eléctrico que construí anduvo con alternador. Hice un viaje a Buenos Aires, volví, todo perfecto. En esa época no se hacían alternadores porque no había diodos rectificadores. Hice esto sabiendo que a la corriente hay que rectificarla para que vaya a la batería, y como soy técnico en radio, hice ese rectificador», explica.

También muestra una bicicleta eléctrica que funciona con una batería de 12 voltios. «Con la carga de ésta se puede ir hasta el Aero Club y volver», informa. «Al apretar el freno de mano, se para el motor y se enciende la luz de freno, ¿ve? Es una de las primeras bicicletas «Aurorita» me la compró mi hijo Luis, el aviador».Hay más: «Acá hay una gorra que tenía adosada un ventilador (muestra una foto de un album) y entonces uno tenía la cabeza fresca. Esto funcionaba con una placa solar».

Con detergente

Casartelli muestra varios relojes eléctricos de pared, confundidos con radios, un reloj de péndulo y varios juegos. «Acá hay un juego, lo hice hace como 15 años. Es un tobogán con tres pingüinitos que subían una escalera y cuando llegaban arriba por un tobogán se largaban en picada»

Y llega la revelación. «Para hacer andar todo esto uso detergente, que es un generador de energía. En dos tubitos pongo el detergente, reemplazan a las pilas de mercurio. Conecto los tubitos a un cable hasta la máquina.

Ese reloj (señala uno de pared) estuvo andando varios años. Este otro, con la carga de detergente le faltó menos de una semana para cumplir el año de funcionamiento. Con el detergente funcionan y no contaminan. He visto una prueba donde a una pileta de natación de 10 mil litros de agua le pusieron unos peces. Reventaron una pilita de mercurio en el agua y los peces se murieron».

Pero no sólo con detergente; también estos artefactos pueden funcionar con jugo de limón, con agua salada. Con una aspirina disuelta en agua la carga también duraba como cuatro o cinco días, asegura.«Todas estas cosas las he patentado, a través de un señor muy bueno que se llamaba Rúa y me hacía los trámites (de registro del invento). El mandó informes a varios países y la respuesta fue de que no había de estos aparatos. Después a este señor, que tenía diabetes, le cortaron una pierna, después la otra, y después...se lo llevaron».

Sin humo ni olor

«Esta es una parrilla électrica (muestra un aparato redondo, de un metro de altura) Usted puede cocinar en la pieza donde duerme que nadie va a sentir olor; y  eso que cuando se asan chorizos se huelen a dos cuadras. Se trata de un motor dentro de un tubo, con pinchos para colocar la carne, que va girando. Son doce tenedores y la carne se asa a medida que va dando vueltas. El aparato es como la Tierra, tiene dos movimientos: uno de rotación y otro de traslación. En cada vuelta la carne pasa en diferentes posiciones frente a una pantalla infrarroja regulable para que no queme la carne».«La grasa cae primero dentro de un plato, acá abajo, ¿ve?, y después cae a un depósito. No hay humo ni olor», se ufana.

El accidente

Volvemos a hojear el álbum. «Acá es cuando tuve el accidente, dos años atrás, el Día de la Bandera. Se me reventó esta batería, vea. Todos dicen que tengo un Dios aparte. Mire cómo me quedó la cara (muestra una foto con el pelo chamuscado y la cara con varias cortes y restos de ácido). De seis vasos de la batería, el único que no reventó es el que estaba jodido. La prueba de baterías se hace con un aparato, para ver el vaso que hierve. Pero este acumulador nadie se explica cómo reventó»«La explosión se sintió hasta la otra cuadra. Un hombre que estaba en Remedios de Escalada vino corriendo a mi casa porque creyó que se había reventado la autógena. Salvé la vista, aunque algo me aflojó. Porque antes de esto conducía sin lentes, aunque sigo manejando sin ellos, lo único que soy un poco sordo. Pero al aparato que explotó ni lo miro ahora», advierte.

Con la Naturaleza

En otro lugar de la casa, don Fernando guarda más sorpresas: cultiva flores, peras, tomates, manzanas. «Hice vinagre el año pasado. Y fabrico sidra; acá guardo una damajuana que tengo que embotellarla. Esta sidra es muy digestiva, no como la que se compra. La hice con jugo y pulpa de manzana, muy distinta a la que se vende, que es transparente porque está hecha con extracto de manzana. Pero usted ve que ésta tiene el color de la manzana. Yo creo que por esto tengo la vista salvada después del accidente. Porque, de acuerdo a un librito antiquísimo, le pongo eufrasia al mosto, que es un elemento para (mejorar) la vista. Hay una leyenda de que hubo gente que le ponía eufrasia a la sidra y dejó de usar anteojos. Y otros que perdieron la vista volvieron a ver», asegura. «Tome, llévese una botellita. Le va a hacer bien», confía.Agradecemos el regalo, el viaje en auto eléctrico y el viajecito casi mágico a la tierra de la imaginación fértil. Don Fernando tiene el entusiasmo intacto, una insaciable pasión por saber y una alegría de vivir envidiable. Según confidencia, tiene «82 para 83» años. No se nota.

Roberto Veros.

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