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MARKETING APLICADO

El muro

La dualidad del emprendedorismo.

A principios de la década del 80 una banda de rock británica se refería a la opresión del sistema educativo tradicional. Contrario a la creencia, el tema insignia del disco no se oponía a "la educación" en general sino que se manifestaba en contra del estilo. Creo que hoy en día el germen prendió y todos somos conscientes de esta necesidad, el punto sensible es que, según interpreto, estamos muy lejos de la adaptación del sistema educativo pero muy avanzados en la adopción de la "estética" emprendedora.
La mística dice que nosotros, los argentinos, somos un crisol de razas que por naturaleza tenemos una capacidad de adaptación superior. Esta lógica nos ofrece cierta seguridad al pensar que naturalmente tenemos el don para salir adelante como emprendedores independientes. En el exterior se valora esa irreverencia para sobreponernos a la adversidad, un entrenamiento que se supone viene de las crisis económicas recurrentes.
El  efecto secundario de esta situación es que muchos chicos absorben la  idea de que la educación no viene de la escuela porque “ya fue” y que la jornada laboral tiene que ser más flexible y con menos presiones. Algunos se jactan de que no necesitan un trabajo, que confían en su capacidad creativa, todo esto desde la seguridad del seno familiar en una adolescencia que se estira confiando en que los padres no son Papá Noel pero siempre están.
Confío mucho en un modelo de pensamiento individual, ese que el sistema educativo tradicional no enseña a desarrollar sino a favor de un molde, una matriz colectiva de pensamiento. Desconfío de la relatividad de las cosas que plantean las nuevas generaciones, aún cuando a muchos les va bien.
El perfil negativo de la “estética” emprendedora, que surge de historias exitosas como la de Steve Jobs o de los programas de televisión, radica en que los más chicos confían en que “la creatividad” los va a encontrar a ellos porque viene a partir de una actitud de relajo y no desde la mezcla de textos, reuniones, pruebas y fracasos.
Creo que las economías regionales tienen mucho para dar, hay talento por doquier pero esa capacidad debe ser potenciada con nuevos contenidos y quienes no tengan las herramientas innatas deberán ser integrados con herramientas que los constituyan como emprendedores o pensadores pragmáticos.
El modelo de relación de dependencia, en muchos casos, plantea sus problemas pero está claro que no todos los adolescentes podrán desarrollar un negocio independiente. En muchos casos porque no tienen el capital para empezar, en la gran mayoría porque carecen de las herramientas al salir del secundario.
El desequilibrio está dado, la “onda” es pararse como creativo emprendedor con proyectos independientes. Esta postura dicta un vestuario y una actitud hacia la vida postulando el tiempo libre como algo que no se negocia. El contrapunto es que en muchos casos no hay nada más, porque no hubo antes una estructura sólida para salir a la calle con capacidades adquiridas. Ojalá el sistema educativo incorpore aquellos tópicos para que, al terminar el ciclo, los chicos puedan proyectarse con individualidad de pensamiento y capacidad de trabajo colectivo. El emprendedorismo presenta esta dualidad, destruir para construir. Todo con el mismo martillo.

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