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MAÑANA, A LAS 20

Celebran un nuevo aniversario de la “Batalla de Ayacucho”

Será en el marco de la finalización del taller de historia latinoamericana que se brinda en esta ciudad y, para abordar el tema, habrá una conferencia a cargo de Luis Alberto Terroba.

Mañana, a las 20, y en el marco de la finalización del taller de historia latinoamericana que se viene dictando en esta ciudad, se celebrarán los 191 años de la batalla de Ayacucho, en Gea Libros, Lavalle 381. Por tal motivo, Luis Alberto Terroba brindará una conferencia.

Las causas del festejo
¿Por qué Ayacucho? Es la pregunta más suave que se suele recibir. La más grave es cuando preguntan ¿Qué pasó en Ayacucho? Pocas líneas resultan insuficientes para explicar y solo admiten puntualizar el significado último y los puntos por los que se produjo el resultado victorioso de esta batalla.
El 9 de diciembre, en los campos de Ayacucho se decidió la Independencia de Suramérica. Luego de una campaña y retiradas por más de 400 kilómetros por el interior de la cordillera de los Andes, 5.900 americanos conducidos por el general de división Antonio José de Sucre, de 29 años, destrozaron al ejército español conducido por los catorce generales que habían arrastrado a Napoleón por los campos de batalla de España.
Por un lado, la importancia nacional de la victoria se reflejó en el hecho de ser festejada en todas las capitales estaduales de la Nación, destacándose Buenos Aires, donde se celebró por 30 días, siendo necesario un decreto del gobierno para finalizar los festejos.
Fueron necesarias décadas de ocultamiento y tergiversación para sumir en el olvido las características que llevaron a la victoria y a la victoria misma. Precedida de una polémica entre Bolívar y el genial cumanés Antonio José de Sucre, debido a la intención del caraqueño de no dar batalla y la intención de Sucre de dar una última batalla, criterio al que, como siempre, se plegó Bolívar, aquellos 5900 patriotas derrotaron a 12 mil hombres del Virrey La Serna, en lo que en la jerga militar se conoce como una trampa cuatro, terreno al que se puede entrar, pero no se puede salir.
Pero más allá, de la genialidad militar, es elevado el significado político. Un jefe que se consideraba Americano por sobre su país de origen, con el sentido que los Libertadores le daban a la Nación Americana. Jefes de batallones colombianos, venezolanos, argentinos, chilenos, peruanos, jefes de escuadrones argentinos, chilenos, venezolanos, ecuatorianos, uruguayos, paraguayos, donde no se puede precisar la región, puesto que, por ejemplo, soldados de origen chileno eran considerados colombianos por servir bajo esa bandera regional, dio el sentido histórico político y la enseñanza de una unidad que permitió la victoria, tanto como las divisiones produjeron las derrotas posteriores.
Tal batalla, ocultada, y solo oficialmente recordada por el Ejército peruano, que la toma por su día, fue incluso, disminuida por sentidos autores españoles, que la consideraron arreglada. Un cálculo matemático da por tierra con tal falacia. En Waterloo, las bajas fueron del 25%. En Ayacucho lo fueron por el 30%.
Fue sin duda, desde el punto de vista militar, la más brillante maniobra de la Independencia y una de las más complejas de la historia militar internacional, seguida en América por la brillante Maipú.
Fue, desde el punto de vista político, la mayor enseñanza para los americanos: la unión política, ideológica, militar, dio la victoria.
Ayacucho o El Rincón de los Muertos, nombre dado por los quechuas, debido que allí habían sido ejecutados los jefes patriotas quechuas de la guerra de defensa, fue el máximo logro militar, político y social, reflejado en el relato en el que Bolívar identificó a Sucre como el heredero de Manco Capac.
Retomar la celebración de esta fecha, es el intento de retomar la celebración de la más importante fecha nacional, olvidarla es renunciar a la nacionalidad.

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