None
MARKETING APLICADO

La publicidad

Repleta de contenidos que llegan desde la psicología, la semiología,  la antropología social y evaluada sólo en superficie por un público diverso que sólo observa el estímulo externo sin percibir sus efectos, la publicitaria es una actividad que se resignifica al ritmo de cambios en los contextos económicos, culturales, sociales y tecnológicos. Una disciplina que si bien contiene una estructura sólida debe adaptar y flexibilizar su alcance para accionar  y asesorar a quienes confían en estos saberes.
El estereotipo popular la asume como una actividad espontánea vinculada con el arte y la creatividad (chiste) sin destino. Así la “venden” algunos institutos de capital federal para atraer a los jóvenes que no quieren demasiados compromisos. El resultado de esta irresponsabilidad compartida es el choque posterior con la realidad, la obligación de ayudar a vender más o mejor a los clientes.
Tomando un atajo y con el objetivo de prestigiarla ante el lector desatento, elijo mencionar “faros” que pueden sintetizar el mensaje. Grandes personalidades como Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Alejandro Dolina o Jorge Guinzburg  entre otros tuvieron su experiencia por estas tierras. Sólo eso acercando “agua para mi molino” me apoyo en las formas de pensamiento de estas cabezas.
En tiempos de precarización vocacional, entiendo que sólo quienes sientan con pasión el impulso por la curiosidad y la mirada crítica podrán mantenerse en esta profesión. Asumiendo con responsabilidad la obligación de conocer el negocio de cada uno de los clientes a los que asesoramos; nuestro trabajo no se relaciona con el desarrollo de campañas divertidas para cervecerías, el verdadero desafío es apuntalar empresas de poco presupuesto y que venden caños.
Lejos de la aplicación artística como fin último sino como medio y sin arrogarnos la propiedad absoluta de la capacidad creativa, herramienta que todos debemos manejar por estos tiempos. En tiempos donde la economía demanda nuevos enfoques. En situación de multiplicación de propuestas similares, indiferenciación, saturación de propuestas, medios y mensajes. En un contexto donde, con la conectividad,  todos competimos en mercados locales, regionales, nacionales e internacionales. Ante consumidores racionales, inteligentes e informados. Con la necesidad de agregar valor, difundir, acercar, promover y establecer vínculos emocionales con los clientes. Con todo lo expuesto, ¿todavía alguien puede subestimar a la “publicidad” como herramienta? Mi respuesta es afirmativa, incluso yo mismo la subestimo en función de que al menos el 50% de las acciones que se desarrollan en nuestra ciudad no persiguen un objetivo claro y contundente sino que surgen como consecuencia de obras de caridad (hay que sostenerlas en otro marco), preferencias o gustos personales y amistades.
El desafío es la profesionalización, a partir de ahí podremos evaluar si esta herramienta del marketing funciona o es una suma de estímulos sin sentido. Por lo pronto, conservo muchos ejemplos de que la publicidad, entre otras cosas, es una estructura para estimular comportamientos sociales deseados, un mecanismo de activación económica que genera fuentes de trabajo; una profesión que amo profundamente.

COMENTARIOS