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CONTAMINACIÓN SONORA

El tránsito suma cada vez más ruido en las calles y avenidas juninenses

Escapes libres y explosiones en las motos, sofisticados sistemas de audio que provocan sonidos molestos y violan la legislación, junto al creciente fenómeno de las picadas, que recrudece con la llegada del calor, son solo algunos de los factores que impactan en la salud y la calidad de vida.

La contaminación sonora es un problema que cada día está haciendo más ruido en nuestra ciudad, generada mayormente por el caos de tránsito.
Así, escapes libres y muy ruidosos, explosiones en las motos, sofisticados equipos de audio para autos y camionetas, cornetas, y el problema de las picadas nocturnas, que se agrava con la llegada del calor,  trazan un panorama complicado y muy dañino para la salud y la calidad de vida de los juninenses.
De hecho, las quejas de vecinos se multiplican en las zonas calientes del ruido: las avenidas, especialmente San Martín, Arias, Padre Respuela y Circunvalación; pero también plazas y espacios públicos, como la Eusebio Marcilla, donde las bandas motorizadas se adueñan del lugar.
Lo alarmante del fenómeno es que va en aumento. En efecto, si antes el descontrol se evidenciaba mayormente los fines de semana, hoy, con la proximidad del receso de verano, el ruido se ha extendido a los días de la semana, y a toda hora.
Si bien algunos especialistas argumentan que no debe dársele un tinte grave al asunto, según otros la ciudad sobrepasa los 65 dB que la OMS recomienda para vivir tranquilo.
El titular de la Agencia Municipal de Seguridad Vial (AMSV), Daniel Kelly, afirmó a este diario que secuestran varias motos por día con caños de escape libres o modificados, que son distintos a los de fábrica. Y admitió que las explosiones también suman trastornos. “Cuando les devolvemos la moto, les retenemos los escapes que no son los de fábrica y les exigimos que traigan un escape reglamentario”, afirmó el funcionario.
Y añadió que trabajan también en el tema de las cornetas que salen por la ventanilla de los vehículos, provocando un volumen excesivo.
“En el verano resurgen las bandas motorizadas, jóvenes que terminan la escuela y se acoplan a esta moda”, dijo Kelly. “Cuando comenzamos en 2012 las picadas eran los viernes, pero ahora las vemos cualquier día”, lamentó, aunque aclaró que gracias al trabajo de prevención hubo importantes avances y “hoy está más controlado el problema”.
"La contaminación sonora es algo que todavía nadie se ha tomado en serio. Si bien la gente reclama porque su calidad de vida se ha visto disminuida nadie puede ser escuchado. Vivimos por encima de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud." Así lo detalló la ingeniera Nilda Vechiatti especialista del área de Laboratorio de Acústica y Luminotecnia dependiente del CIC.

No acostumbrarse al ruido
Según la OMS el ruido es uno de los tantos factores que no contribuye al bienestar integro de una persona. Se recomienda vivir expuesto como mucho a 65 decibeles. Todo indica que es un problema que nos afecta y que al parecer aún no hemos percibido como peligroso.
Además, con el correr del tiempo, genera estrés, serios problemas de comunicación y en las escuelas a los más chicos se le presenta como un serio problema a la hora de escuchar y aprender las nuevas palabras, por nombrar alguno de los perjuicios que provoca.

Hay leyes que lo regulan
El abogado especialista en derecho ambiental Marcos Villalba afirmó a Democracia que “el principal derecho involucrado en el caso es el derecho a un ambiente sano, que se encuentra expresamente postulado y reconocido por la Constitución Nacional, según su art. 41, aunque también se encuentran en juego otros, consecuencia de la indivisibilidad e interdependencia de los derechos fundamentales”.
“En segundo lugar, en el caso resulta directamente afectado el derecho a la salud, reconocido por la Constitución Nacional, los Tratados internacionales de derechos humanos con jerarquía constitucional y por la Constitución de la Provincia de Buenos Aires”, señaló.
Y continuó: “Así, se aprecia que la existencia de un ruido excesivo es susceptible de afectar la salud, entre otros, el déficit auditivo, la interferencia en la transmisión de la palabra, la perturbación del reposo y el sueño, efectos psicofisiológicos, sobre la salud mental, los rendimientos y el comportamiento social”.
“En tercer lugar, cabe destacar la peculiar presencia, en el caso, del derecho a la intimidad, aspecto que, de forma general, ha sido destacado bajo el título ‘El derecho público al silencio’. No hay duda, entonces, sobre la existencia, en el orden constitucional positivo, de un derecho a no ser afectado por ruidos excesivos o por contaminación sonora”, dijo el docente de la Unnoba.

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